En el instituto tenemos una pequeña joya, la sala de teatro, de la que disfrutamos durante todo el año con una gran variedad de espectáculos.
La semana pasada tuvimos de nuevo la oportunidad de acomodarnos en las butacas para deleitarnos con una versión de Don Quijote de la Mancha. Al finalizar la representación, una voz que salía de entre las butacas preguntó a quienes interpretaban la obra que por qué moría Don Quijote. Como siempre, los interrogantes más interesantes los lanza el alumnado, y además este interrogante me pareció que tenía alguna inflexión de queja. No hay mayor halago para unos actores que conseguir que el público se enamore de sus personajes y no quiera que finalice nunca su ilusión.
A pesar de nuestros deseos de continuar cabalgando junto a Rocinante, se encendieron unos focos, salimos de nuestro ensueño, se apagaron otros, y volvimos a la realidad… con alguna resistencia, porque ¿por qué muere Don Quijote? Don Quijote muere por ser coherente con su decisión —más quisieran para sí muchos cuerdos—, y para seguir viviendo en la distancia que separa a Aldonza Lorenzo de Dulcinea del Toboso. Don Quijote es capaz de renunciar a las aventuras caballerescas con Sancho Panza pero no está dispuesto a resignarse a que la realidad sea menos bella de lo que él la ve. Don Quijote es un personaje entrañable, valiente e inconformista, que no sólo se atrevió a soñar sino que quiso vivir sus sueños. ¿Y vosotros con qué soñáis? ¿Cómo es vuestro mundo ideal? ¿En qué clase de heroínas y héroes os convertiríais si pudierais? ¿Dónde iríais? ¿Con quién? ¿Qué haríais? Os invito a que soñéis y a que escribáis vuestros sueños, pero si además alguien se anima a vivirlos, cuidado con los Sansones Carrasco y los rebaños de ovejas.
Vanessa Bolancel