El pasado 23 de octubre, en la correspondiente sesión del club juvenil de lectura de nuestro instituto, se comentó la novela El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde de Robert Louis Stevenson. Para todas las personas que no pudieron asistir a la sesión y, en general, para los lectores de este blog interesados en hablar de este libro o de alguno de los temas que plantea, David S. Murga, alumno de 1º de bachillerato, abre el debate con el comentario siguiente.
Dr. Jekyll & Mr. Hyde
Dijo Platón que los buenos son los que se contentan con soñar aquello que los malos hacen realidad.
Sigmund Freud
Qué tenebroso puede ser pensar en lo delicadas que son las líneas que marcan los límites de nuestros pensamientos (¿o, más bien, qué emocionante?). Y es que uno entra fácilmente en conflicto con sus principios e ideales al cuestionar hasta dónde somos capaces de llegar como seres humanos impulsivos. Abastecidos con una complejidad cerebral tan fascinante como destructiva.
En El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson se aborda con una singularidad extraordinaria esta poderosa cuestión: El bien y el mal, divididos pero juntos a la vez, luchando eternamente en lo profundo de nuestra conciencia.
En medio de las oscuras calles del Londres de finales del siglo XIX, donde podríamos cruzarnos con renombrados detectives o misteriosos racimos de uvas, toma lugar una inesperada historia de misterio y terror que, a través de la intuitiva perspectiva de un abogado, el Sr. Utterson, nos adentrará en el más insospechado de los argumentos. Siguiendo las extrañas pistas de dos enigmáticos personajes, tan distintos el uno del otro como tan sospechosos entre sí: un doctor de medicina llamado Henry Jekyll y un inquietante hombrecillo; el señor Edward Hyde.
En esta novela, con sus poderosas resonancias psicológicas, armaremos un rompecabezas de intriga que nos debelará al final la naturaleza humana debatida entre dos fuerzas complementarias, el bien y el mal. Y es que éstas habitan juntas y al mismo tiempo en todo ser humano. Habitan caóticamente en lo profundo de nuestra mente, de nuestra conciencia. Y se enfrentan con la intención de dominar una sobre la otra. Esta idea tan osada radica en la obsesión asesina del Dr. Jekyll, quien acabaría por descubrir que, con la combinación precisa de los ingredientes correctos, podrían separarse ambas fuerzas para hacer vencedora por fin a una de ellas y manifestarse en carne viva.
Son poderosos los conceptos presentados en esta novela. Como cualquier obra maestra de terror psicológico, a su autor le rodean inquietantes sucesos que nos hacen relacionarle directamente con la obra. Y es que R. L. Stevenson, además de, literalmente, soñar su obra, impregnó en ella la idea de que en todo ser humano habita un grado de maldad. No sería demasiado osado pensar que él mismo pudo cuestionarse alguna vez los límites de sus pensamientos. ¿Es que nunca contemplaríamos la idea de la maldad pura manifestada en nuestras acciones?
Entre otras cosas, Stevenson también implantó, sin saberlo, los principios de lo que serían más tarde los conceptos básicos del padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, con su Ello, Yo y Superyó. La idea de que dentro de nuestra entidad cognitiva (la mente) habitan estas tres figuras.
La primera de ellas, el Ello, añora y resguarda todos nuestros deseos más atrevidos y primitivos. Mientras que la tercera, el Superyó, alberga nuestros principios morales y éticos, los principios acordes a las normativas sociales adquiridas con éxito en la infancia. Y el Yo es el que modera entre ambas fuerzas.
Sin duda encontramos una fuerte similitud entre estos conceptos y los conceptos de Stevenson sobre el bien y el mal, inscritos en nuestra conciencia, luchando entre sí.
Sin duda, es ésta una novela intensa y emocionante que alberga constantes enigmas que hielan la sangre. Con un especial atractivo lóbrego y, evidentemente, un fuerte contenido psicológico. Una novela para el Yo, que en alguna noche fría, estando a solas en una recámara sombría, puede contemplar dubitativamente a la otra gran fuerza que habita en su interior.
David S. Murga