Debes cambiar tu vida

Septiembre. Empieza el curso. Primer día de clase. El profesor, después de las correspondientes presentaciones, plantea una pregunta: “¿Para qué sirven el arte y la literatura?”. Antes de que nadie tenga tiempo de responder, cuenta la siguiente historia.

En 1908, Rainer Maria Rilke (1875-1926), poeta en lengua alemana, trabajaba en París como secretario para Rodin, el gran escultor francés de quien muchos recordarán por lo menos una obra, El pensador. En París, Rilke, hombre de espíritu inquieto, vivía dominado por “el pánico ante todo eso que, en una confusión indescriptible, se llama vida” (1). Quería aprender a ver y que las cosas le llegaran más profundamente, que no se quedaran donde todo terminaba siempre (2). Recorría las calles, observaba durante horas y horas una pantera del zoológico o una planta del Jardín de Luxemburgo para captar su parte invisible, entraba en el Louvre y volvía a contemplar otra vez alguna de sus obras favoritas… Un día, en la sección de antigüedades griegas, se sintió especialmente conmovido por un torso masculino procedente de Mileto:

Torso masculino procedente de Mileto esculpido en mármol de Paros entre el 480 y el 470 aC. Museo del Louvre

No sabemos cuánto tiempo se quedó contemplándolo, pero sí sabemos lo que Rilke escribió a continuación (3):

Torso de Apolo arcaico

No conocemos la legendaria cabeza
donde sus ojos maduraron como manzanas.
Pero su torso arde todavía igual que un candelabro
en el que la vista, aun deficiente,

persiste y brilla. De otro modo el torso curvo
no te deslumbraría, ni por el sereno arco de las caderas
una sonrisa se deslizaría hasta el oscuro centro
donde la procreación llameaba.

De otro modo esta piedra parecería desfigurada
bajo la traslúcida cascada de los hombros
y no reluciría como la piel de una bestia salvaje,

ni, de cada uno de sus bordes,
estallaría como una estrella: porque aquí no hay
un solo lugar que no te mire. Debes cambiar tu vida.

El poema se incluye en el libro Segunda parte de los nuevos poemas (1908), dedicado a… “mon gran ami Auguste Rodin“. Este soneto se ha convertido en un poema legendario (basta buscarlo en Internet para encontrar diversas traducciones, de entre las que hemos preferido esta de Eduardo Conde) y, como toda leyenda, ha generado a su vez numerosas historias.

Una de ellas la cuenta el eminente hebraísta Gershom Scholem (4). Un amigo suyo, estudiante de Arqueología clásica en la universidad de Friburgo de Brisgovia, tenía un profesor, Ernst Buschor, quien, después de haber disertado sobre el torso de un Apolo arcaico que se expone en el Museo de Nápoles, había recitado el poema de Rilke y, sin poder contener su emoción, se había puesto a llorar…

Otra de las historias forma parte de la trayectoria de Marion Post, la profesora de filosofía que protagoniza Otra mujer (1988), una película de Woody Allen. El personaje, interpretado por la actriz Gena Rowlands, representa a una mujer en la cincuentena, reputada profesional, casada felizmente y muy segura de sí misma. Un día, Marion, “para relajarse” después de una discusión con una amiga, hojea un ejemplar gastado de los Nuevos poemas de Rilke que ha heredado de su madre. Recuerda el poema de la pantera enjaulada, sobre el que ella había escrito un trabajo a los 16 años, relee el “Torso de Apolo arcaico” y advierte que “la página estaba manchada con lo que parecían las lágrimas que habían caído sobre los dos últimos versos”: … porque aquí no hay/ un solo lugar que no te mire. Debes cambiar tu vida. De repente, se le humedecen los ojos: a la pantera “el mundo se le acaba tras la reja” (5), en cambio Marion sí puede cambiar de vida…

Rainer Maria Rilke (Praga, 1875-Val-Mont, Suiza, 1926)

El poema empieza describiendo un torso decapitado y recrea el efecto que produce. El espectador se imagina una cabeza admirable con unos ojos grandes “como manzanas” llenos de sabiduría (“maduraron”). No le parece ese mármol una piedra completamente inerte y sin vida, pues “arde como un candelabro”, “deslumbra”, “reluce como la piel de una bestia salvaje”, desprende por “cada uno de sus bordes” resplandores como si fuera “una estrella”… El espectador siente en ese momento que todo en el torso tiene vida. Ya no es él quien mira el torso. Es el torso el que lo mira a él, lo perturba y parece conocerlo mejor que él a sí mismo. El poeta, de forma prodigiosa, escucha lo que el torso le revela y experimenta la necesidad de implicar al lector en su descubrimiento: “Debes cambiar tu vida”.

Otro autor en lengua alemana, Franz Kafka (1883-1924), también praguense, había escrito en 1904: “A mi juicio, solo deberíamos leer libros que nos muerdan y nos piquen. Si el libro que estamos leyendo no nos despierta de un puñetazo en la crisma, ¿para qué lo leemos? […] Un libro ha de ser un hacha para romper el mar helado que todos llevamos dentro.” (6)

Volvemos al presente. El profesor vuelve a repetir la pregunta del principio: “¿Para qué sirven el arte y la literatura?”. Una alumna levanta la mano para intervenir y contesta: “El arte y la literatura sirven para remover nuestra conciencia como esa hacha de la que hablaba Kafka”. Otra matiza: “El arte y la literatura sirven para hacer la vida más interesante”. “¡Y para hacerla más soportable!”, replica otro, “porque, si no, sería demasiado aburrida”. “Y para enseñarnos a mirar la realidad con mayor intensidad y contribuir a descifrar algunos de sus secretos”, añade el profesor. “Pero, en fin”, concluye, “son muchas las funciones que se atribuyen al arte y a la literatura y cada uno tiene sus propias experiencias. Ahora os toca a vosotros decir la vuestra: tal vez alguno quiera reflexionar por escrito sobre el libro o la obra de arte que más le haya conmovido. Se lo agradeceremos. ¡Que tengáis un feliz curso 2023-2024 lleno de buenas lecturas y descubrimientos!”

F. Gallardo

Notas bibliográficas.-

  1. Lou Andreas-Salomé, Rainer Maria Rilke. Libros del Zorzal, 2023, pág. 47. Traducción de Lilia Frieiro.
  2. Rainer Maria Rilke, Los apuntes de Malte Laurids Brigge. Alianza Editorial, 2023, 3ª edición, pág. 9. Traducción de Francisco Ayala.
  3. Texto original en alemán:

ARCHAÏSCHER TORSO APOLLOS
Wir kannten nicht sein unerhörtes Haupt,
darin die Augeäpfel reiften. Aber
sein Torso glüht noch wie ein Kandelaber,
in dem sein Schauen, nur zurückgeschraubt,
sich hält und glänzt. Sonst könnte nicht der Bug
der Brust dich blenden, und im leisen Drehen
der Lenden könnte nicht ein Lächeln gehen
zu jener Mitte, die die Zeugung trug.
Sonst stünde dieser Stein entstellt und kurz
unter der Schultern durchsichtigem Sturz
und flimmerte nicht so wie Raubtierfelle;
und bräche nicht aus allen seinem Rändern
aus wie ein Stern: denn da ist keine Stelle,
die dich nicht sieht. Du musst dein Leben ändern.

4. Gershom Scholem, Walter Benjamin. Historia de una amistad. Debolsillo, 2023 (2ª reimpresión), pág. 114. Traducción de J. F. Yvars y Vicente Jarque.

5. Rainer Maria Rilke, “La pantera”, poema incluido en la Antología poética, colección Austral de la editorial Espasa-Calpe, 1968. Traducción de Jaime Ferreiro Alemparte.

6. De una carta de Franz Kafka a su amigo Oskar Pollak (17 de enero de 1904). Cartas: 1900-1914. Galaxia Gutenberg, 2018, pág. 30. Traducción de Adan Kovacsics.