En la muerte de Rafael Sánchez Ferlosio

Ha muerto en Madrid, a los 91 años, Rafael Sánchez Ferlosio. Quizás su nombre, lamentablemente, no evoque para un estudiante de secundaria de nuestro tiempo otra cosa que una vaga referencia a algún fragmento de Industrias y andanzas de Alfanhuí  (1951) leído en clase de Literatura o al tipo de realismo social al que pertenece la novela El Jarama (1955), una novela con la que, a pesar de que obtuviera el Premio Nadal y un gran reconocimiento crítico, su autor mantuvo cierta distancia.a partir del momento en que empezó a recelar del novelista profesional, de aquel que escribe novelas porque como ya escribió alguna ha de seguir en la cuerda. Y, sin embargo, en ese mismo desdén por la literatura profesionalizada y en su visión crítica de lo escrito por él mismo tenemos uno de los aspectos del mejor Ferlosio: el maestro (él lo fue como pocos, con todas sus luces y sombras) capaz de denunciar cualquier atisbo de incoherencia o inautenticidad en el que hubiera podido caer en un momento de descuido. De ese Ferlosio ejemplar que tan pocas concesiones se hacía a sí mismo tendría que hablarse, y mucho, pues a veces decimos que nos faltan referentes morales si no pensamos en Larra, don Antonio Machado o Agustín García Calvo, por poner solo tres ejemplos, sin que haga falta recordar al citarlos que admirar a un escritor o a un filósofo por sus planteamientos morales no quiere decir, naturalmente, estar de acuerdo con todos sus puntos de vista. Y eso lo podemos aplicar también, por supuesto, a Rafael Sánchez Ferlosio, cuya obra como ensayista ocupa muchas más páginas que sus textos narrativos. Pero como creemos que en este blog del Instituto Puig Castellar Rafael Sánchez Ferlosio merece tener un hueco, abrimos estas páginas en su honor con el artículo que Salvador López Arnal, profesor de Filosofía, de Matemáticas y de Informática en nuestro instituto durante más de treinta años, ha escrito sobre la amistad entre Sánchez Ferlosio y Manuel Sacristán, otro maestro de filósofos a cuyo conocimiento y difusión de su obra Salvador López Arnal ha dedicado buena parte de su vida, de su pasión intelectual y de sus escritos.

Rafael Sánchez Ferlosio (1927-2019)

En la muerte de Rafael Sánchez Ferlosio (1927-2019)

Por Salvador López Arnal

Para Mercedes Iglesias Serrano,
que habló con él con naturalidad sobre el calor del mediodía,
su escoba, su cubo y sus trabajos de limpieza en el palacete familiar,
tres años después de aquel 2 de abril

Siguen ardiendo las pérdidas

He visto al autor de El Jarama tres veces en mi vida (la última vez en Coria del Río, con mi esposa-compañera, Mercedes Iglesias Serrano, con la que estuvo muy afable y simpático, conmigo —la verdad es la verdad, la diga Agamenón, el porquero o el que suscribe— no tanto) y he hablado con él, en total, apenas 15 minutos en mi vida. Tal vez menos. De nada sustantivo.

No conseguimos entrevistarle cuando Pere de la Fuente y yo mismo preparamos el Acerca de Manuel Sacristán. Tampoco cuando, unos diez años después, Xavier Juncosa dirigió los documentales Integral Sacristán. (Se los sigo recomendando a ustedes.)

Como tantas otras personas, aprendí y me emocioné con su obra (de la leída, apenas un 15% de lo publicado), una obra cuya escritura siempre me sedujo pero que no siempre logré entender bien. De hecho, perdonen el atrevimiento, creo que editó en Destino, en alguna ocasión, escritos poco trabajados. Tal vez por amistad con su editor.

No he consultado aún sus Obras Completas. Otra tarea pendiente: leerlas, un plan de trabajo para dos años tal vez.

Aparte de su discusión con Stephen Jay Gould (con algunas aristas demasiado enérgicas y seguras por su parte), sólo le recuerdo un gran error (que él mismo reconoció): su firma —para algunos, entre los que me incluyo, todo un golpe en el alma y en “lo que no podía ser” en aquellos años de movilización antiotánica— en un escrito preparado por Juan Benet favorable a la permanencia en la OTAN en 1986. La amistad le pudo probablemente. (Años después dio una explicación a Francisco Fernández Buey en términos más claros políticamente, relacionados con la correlación de fuerzas y el coraje político.)

Muchas otras personas podrán decir cosas más sustantivas sobre sus escritos.

Me sitúo aquí en otras coordenadas. En sus relaciones con Manuel Sacristán (1925-1985), muy amigo también de su hermano, Miguel Sánchez-Mazas (probablemente también de Chicho), con un apunte complementario relacionado con un escrito (antes una conferencia) de Francisco Fernández Buey (1943-2012).

El autor de la Introducción a la lógica y el análisis formal publicó una reseña (excelente según los estudiosos, también en mi opinión) en el número 23 de la revista Laye: “Una lectura del Alfanhuí de Rafael Sánchez Ferlosio”. Puede verse ahora en Lecturas (el cuarto volumen de sus “Panfletos y Materiales”), Icaria, Barcelona, pp. 65-86. Ha sido incorporada por Destino como prólogo o epílogo en ediciones del Alfanhuí de los años 90 (no sé si se sigue haciendo).

Manuel Sacristán (1925-1985)

Ese mismo año de 1953, Sacristán publicó su única obra de teatro, El pasillo, en Revista Española, una publicación que RSF codirigía con Ignacio Aldecoa y (salvo error mío) Alfonso Sastre.

Fueron también en esta época , y en años posteriores, cuando se inicio una correspondencia entre ambos de la que ha sido muy celoso el autor de El Jarama. Una parte de ella, solo una parte, puede consultarse en la biblioteca de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona. Se conserva allí la copia de una de las cartas de Sacristán, solo de una. Fechada el 16 de septiembre de 1963, se abría con estas palabras:

Querido Rafael:

es posible que hoy termine el largo plazo que me ha dado tu paciencia. Digo sólo que es posible, sin estar demasiado seguro de que vaya a terminar y echar al correo esta carta, porque mi obstáculo inhibidor no se ha movido un paso durante todos estos meses. Tampoco es culpa suya, por lo demás; pues, a pesar de mis buenas intenciones, no he podido darle un solo empujón.

Yo no dirigí nunca ad hominem, como tú pareces creer, la pregunta sobre lo que había pasado después de El Jarama. Ni me interesaba como respuesta una historia puramente individual (si es que eso existe), sino razones trasferibles, como tú dices, a cualquier otro escritor. (Del “cualquier” te diré luego más.)

Mi situación, de la que nace mi inhibición, era y es muy diferente. Yo estaba entonces preparando un prólogo para una edición de obras de Heine. En mi estudio de la poesía de Heine había creído ver algo así como un hundimiento “objetivo” —empecemos por soltar imprecisiones, que ya las afinaremos o las retiraremos— de la poesía: que en cierto momento el poeta dejaba de crear al hilo de su vida y bajo el impulso, o sobre el cimiento, de lo ya creado, y se ponía a escribir, digamos, “aposta”. Como el hecho me recordaba otros grandes hundimientos poéticos de análogo o diverso resultado, y como mi formación no es de crítico literario, sino que me ha viciado con la tradicional tendencia filosófica a precipitarse hacia hipótesis, no pude evitar que éstas me acudieran enseguida, presumiblemente atraídas por los muchos huecos de mis conocimientos literarios e históricos.

El traductor de El Capital la cerraba así:

Con este tipo de mediación se superpone a lo que podríamos llamar “intención primaria” de la actividad artística una “segunda intención”, la de producir a toda costa y a ciertos ritmos, que es lo que caracteriza al arte hecho aposta o profesionalmente. Por la acción del aparato de oferta, el público y el escribidor, o, en general, el público y el pseudoartista (incapaz de a chicar con la enferma situación) sienten a priori que un productor comme il faut tiene que producir bastante mercancía. La falsedad de la situación del artista consiste concretamente entonces en que él no es en realidad el total productor de su producto: lo es él en colaboración (de siervo) con la industria del arte, que va desde los fabricantes de papel y celuloide hasta los editores y productores cinematográficos. El artista se encuentra en esa cambiada situación y tendría que crear algo anterior a ella y hasta incompatible con ella. El artista vive entonces una crisis de esa actividad casi imposible. El escribidor, el pintador, etc., se convierten en productores más o menos inocentes de mercancía. Esta mercancía artística queda en mi opinión muy esencialmente caracterizada por la descripción que hay en tu carta: no tiene ser concreto y propio, porque son irrelevantes la problemática concreta, la referencialidad objetiva concreta, etc. El mundo es para esa mercancía tema, materia prima, en vez de problema o fuente de entusiasmo, cólera o tristeza, etc. Puedo añadir un ejemplo más a tu lista de frases profesionales de escribidores, pintadores, etc. De una pieza teatral no “lograda” o “redonda”, es decir, que no cumple aún los requisitos de clasificación de la mercancía, pero a la que ven materia prima, los entendidos suelen decir: “aquí hay obra”. La frase es más sutil, pero no menos siniestra que las que tú recuerdas.

En estas últimas líneas vuelve a aparecer la valoración de un modo obsesivo. Uno de estos días, sin esperar a que contestes, voy a mandarte un par de hojas con una exposición lo más breve y completa posible de mi valoración básica. No creo que ello sea necesario para que sigamos especulando sobre nuestro asunto. Pero la confesión me descargará la consciencia.

Y ahora corto, dejando un montón de cosas colgadas, como se ve por la promesa que acabo de hacer, me ha entrado grande gana de que esto sea una carta, de que haya otras y de que efectivamente me lleguen tuyas y te lleguen mías. Este habrá sido el primer buen resultado del empezar a escribir. Busco ahora mismo un sobre y te mando esto. […]

En sus viajes a Madrid, en los viajes relacionados con su militancia en el PCE en los años sesenta (y acaso antes, finales de los cincuenta), Sacristán solía alojarse en casa de Javier Pradera. Allí conversaban largo y tendido, no sobre asuntos políticos según testimonio de uno de los asistentes, el entonces joven Xavier Folch, un gran cuarteto literario, político y filosófico: Pradera, Sánchez Ferlosio, Sacristán y nada menos que Víctor Sánchez de Zavala. La lingüística y la filosofía del lenguaje eran los temas esenciales en aquellas conversaciones no grabadas y de las que apenas hay testimonios.

Años después, en una conversación con Antoni Munné y Jordi Guiu de 1979 para la revista El Viejo Topo no editada en su momento por decisión del entrevistado y publicada muchos años después en 1995 (en Mientras tanto, núm. 63 por ejemplo; también en Acerca de Manuel Sacristán, Barcelona, Destino, 1996), comentaba Sacristán sobre su amigo y su inhibición en el escribir:

Me acordé, por ejemplo, de que había intelectuales a los que ya mucho antes que a mí les había pasado lo mismo: la inhibición. Sobre todo a uno al que yo quiero mucho, y con el que tengo una gran afinidad y fijación erótica, aparte de que he aprendido mucho de él: Rafael Sánchez Ferlosio. A él el ataque de silencio y de inhibición le había entrado mucho antes que a mí hace muchísimos años. Rafael es un pesimista histórico y radical que piensa que la historia es una larga evolución de mal en peor. Es un antiprogresista al pie de la letra, que piensa que la historia acabará el día que ya no haya peor, en el supuesto de que tenga fin, y si no será una carrera hacia el mal infinito.

A través de la marginalidad y del silencio que yo ya había vivido a través de la persona de Rafael, aunque inconscientemente, me di cuenta de que lo que me pasaba a mí le había pasado ya a él.

Sobre Sacristán y Ferlosio hay un texto, magistral en mi opinión (¡hubiera sido un gran libro!), que no debería pasarse por alto. Doy la referencia: Francisco Fernández Buey, “Ferlosio-Sacristán en el jardín del trágico”. Sobre Manuel Sacristán, Vilassar de Dalt (Barcelona), El Viejo Topo, 2016, pp. 433-486. El autor de La gran perturbación (un ensayo histórico-filosófico que seguro que interesó y gustó a Sánchez Ferlosio) lo abría con estas palabras:

Sacristán Luzón]-RSF [Rafael Sánchez Ferlosio] y el análisis comparativo de sus ensayos para el estudio de la evolución del pensamiento en España en los últimos años del franquismo y los años de la transición.

Parto de la consideración siguiente: MSL y RSF son exponentes de dos de los proyectos intelectuales de mayor interés en la ensayística en lengua castellana de la segunda mitad del siglo XX por: a) el rigor expositivo y la atención a la lengua con que han ido presentando su pensamiento; b) la amplitud de temas y asuntos abordados en sus ensayos y artículos, en particular sobre historia, filosofía y literatura; c) la originalidad de su diálogo crítico con las tradiciones tanto hispanas como europeas; d) lo que uno y otro han aportado desde el punto de vista metodológico y epistemológico en la renovación del pensamiento hispánico.

Creo que está aún por hacer un estudio concreto y detallado de estos cuatro puntos en el ámbito de la historia de las ideas así como un análisis comparativo de los resultados de estos dos proyectos intelectuales que podríamos considerar vías paralelas y que sólo se tocan en algunos momentos puntuales.

Aquí sólo voy a esbozar lo que se podría estudiar a este respecto atendiendo a: 1) la correspondencia que mantuvieron entre ellos a comienzos de la década de los sesenta; y 2) los principales ensayos de uno y otro escritos y/o publicados desde aquella década hasta 1986. MSL murió en agosto de 1985; y 1986 es, por otra parte, la fecha de publicación de varios ensayos más relevantes de RSF: Mientras no cambien los dioses nada ha cambiado, Campo de Marte, La homilía del ratón y El ejército nacional.

Sobre los momentos puntuales en que estas dos vías paralelas se tocan o parecen tocarse se puede precisar un poco más.

De lo mejor (lo mejor para ser más exacto) que se ha escrito sobre ambos, sin olvidarme de los artículos y trabajos de, entre otros, Laureano Bonet, Jordi Gracia o Álvaro Ceballos.

Finalizo. Sánchez Ferlosio tenía muchísima razón cuando hace unos cuantos años nos advirtió que vendrían más años malos que nos harían más ciegos, más fríos más secos y más torvos. Acertó de pleno, en la diana. Les dejo con su poema

(Campana vespertina)

Vendrán más años malos

y nos harán más ciegos

vendrán más años ciegos

y nos harán más malos.

Vendrán más años tristes

y nos harán más fríos

y nos harán más secos

y nos harán más torvos.

Salvador López Arnal

Si la natura és la resposta, quina era la pregunta?

Els professionals de l’ensenyament saben que el pati d’un centre educatiu és, com altres espais escolars, un aula oberta: un lloc per jugar, per conviure i per aprendre. Un espai amable on a l’hora de l’esbarjo o en altres moments del dia els nois i noies, a més de fer esport, conversen i aprenen sense adonar-se’n. 

Al nostre institut tenim un pati on, gràcies a la gran varietat d’arbres (uns 80, de 28 espècies diferents) i plantes, s’hi poden veure tots els canvis estacionals de la natura, ja que n’hi ha de fulla caduca i d’altres de fulla perenne. És emocionant, per exemple, la transformació de les moreres al llarg de l’any, des que els comencen a sortir els brots verds a la primavera fins que van engroguint a la tardor: 

A l’arbre hi ha una fulla
que ja està a punt de caure
i l’últim raig del dia,
que ho sap,
encar la daura.
Josep Carner

A més ara, des del passat 13 de febrer, que vam celebrar un nou acte del Cinquantenari del Puig Castellar, el nostre pati s’ha enriquit amb dues noves presències que semblen dialogar entre sí i amb l’entorn: una olivera d’uns cinquanta anys de vida i una escultura de ferro, obra de Miguel Ángel Para, home polifacètic, d’Arts (pintura, escultura…) i Ciències (Biologia), antic alumne de l’Institut Puig Castellar i actualment professor a l’Institut Ramon Berenguer de la nostra ciutat. L’acte, que va comptar amb la presència i les paraules de salutació i d’esperança de l’alcaldessa, Núria Parlon, i de Montserrat Domingo, directora dels Serveis Territorials de Barcelona Comarques, va estar presentat per Carles Gil, director del nostre l’institut, i va aplegar un bon grup d’alumnes i d’amics (antics alumnes, professors, pares i mares de l’AMPA…). Si a la pàgina Descoberta de l’olivera i l’escultura del Cinquantenari, podeu veure i llegir un reportatge fotogràfic i literari de l’acte, aquí donem unes paraules explicatives de l’escultor sobre la seva obra, per animar a comentar-la totes les persones que la vegin i es preguntin pel seu significat.

Núria Parlon (alcaldessa de Santa Coloma de Gramenet), Miguel Ángel Para (autor de l’escultura) i Carles Gil (director de l’Institut Puig Castellar)

Art i natura: Si la natura és la resposta, quina era la pregunta?

Jorge Wagensberg (Barcelona, 1949-2018) va ser professor de Física a la Universitat de Barcelona, divulgador científic i director durant quinze anys de CosmoCaixa, persona amb grans inquietuds per a diferents disciplines del coneixement: art, ciència, filosofia i especialment interessat en la complexitat de la natura. Va escriure un petit llibre d’aforismes titulat Si la natura és la resposta, quina era la pregunta?, on bàsicament el que fa és introduir-nos en el principi de la incertesa i l’atzar que observava en la realitat, la vida, el coneixement i la civilització. És un llibre ple de reflexions des de molts punts de vista sobre la precarietat en què es situa l’ésser humà per tal de donar explicacions a tot allò que ens envolta. Resulta molt interessant el paral·lelisme que estableix entre art, ciència i natura. L’art i la ciència com a formes de coneixement que intenten donar respostes a preguntes formulades de manera i metodologies diferents, però al cap i a la fi que interroguen a la natura, si voleu, al Món.
L’art com tota la cultura és “artifici” que conviu amb la Natura (que és pura Realitat) i curiosament els humans estem constituïts per les dues coses; som alhora natura i cultura, natura que es pregunta sobre si mateixa. I aquesta operació la podem fer perquè els humans som animals de pensament simbòlic capaços de donar significat a allò que inicialment no ho té. Davant d’un quadre podem fer la següent pregunta: això què és? I puc dir, una tela plena de colors. Però si faig la pregunta: Això què significa?, la cosa es complica perquè he de fer una jugada mental, deixar de veure una tela plena de color i començar a donar significat a allò que estic veient.

L’escultura de Miguel Ángel Para i l’olivera del Cinquantenari

Aquestes transmutacions simbòliques són molt interessants quan fas conviure natura, posem per cas l’olivera del pati de l’Institut, amb un artifici, una escultura de ferro que conté un interrogant. Qui interroga? Quina és la pregunta? Potser és la natura? O potser som nosaltres els que interpel·lem?

Plantejant preguntes, cercant respostes…

Com a professor de Biologia em trobo amb moltes preguntes formulades per alumnes que intueixen la gran complexitat del món que ens envolta. Preguntes de difícil resposta o de cap resposta que fan emmudir i reconèixer que no hi ha resposta vàlida i que has de viure i conviure amb moltes incerteses. Molts dels meus alumnes s’enfaden quan els hi dic que la natura no entén de raons; som nosaltres que les hi posem.
En aquest sentit col·locar una olivera i al costat un interrogant no és més que formular una pregunta on la frase no és llenguatge escrit. Però, atenció, l’interrogant sí forma part del llenguatge. Tornem a la dualitat: natura-cultura i si voleu a la convivència natura i cultura. També, per què no? Realitat i artifici.

L’olivera del cinquantenari, un arbre emblemàtic

A l’Institut Puig Castellar, on vaig estudiar fa un bon grapat d’anys, aquest tipus de preguntes ja em rodaven pel cap, potser, sense la concreció en què les pots fer quan ja ets gran. Però encara que fossin precàries, intuïtives, bàsiques, hi eren i les formulava al professorat. Poc a poc vaig anar descobrint que tots plegats vivíem la mateixa incertesa i que potser és aquesta la condició que amb els anys has d’assumir. Com adolescent amb certa rebel·lia, i com adult amb serenor i amb els instruments necessaris que ens aporta la cultura.

Miguel Ángel Para

Grama, 50 anys després

El passat mes de desembre, la biblioteca Salvador Cabré-Singuerlín es va omplir amb part de la gran família “gramera” per celebrar el cinquantenari de l’aparició de la històrica revista Grama. Va ser pròpiament el gener de 1969 quan sortia a la llum el primer número, després de tres anys de reunions i proves. Hi va haver diverses propostes de nom (L’Antena, La Tusa…). Va guanyar Grama, nom que aplega el topònim de la ciutat i l’herba menuda i pertinaç que rebrota en les circumstàncies més adverses.

Primer número (gener, 1969)

La presència física de la revista, la diversitat de continguts i l’ús —encara que molt tímid— del català ja en portada van donar des del primer moment la imatge de projecte ambiciós, d’una veu sòlida nascuda per resistir. Les lletres de caixa del nom, les de marcar els embalatges (grosses, contundents, molts personals) han tingut la força d’un logotip, una imatge de marca. L’estètica, tant del disseny de portades com la compaginació (muntatge) va ser des del principi un valor important a la revista, reconeguda i valorada també en aquest sentit, i l’allunyava de la imatge d’un butlletí més o menys acurat, com eren llavors moltes publicacions no professionals.

Portada del Che, motiu de sanció administrativa

Grama va aplegar sota el paraigua protector de les Parròquies de Santa Coloma (propietàries de la capçalera) nois i noies inquiets socialment, alguns ja militants de partits polítics i de plataformes socials i polítiques transversals (llavors clandestins), o de la JOC (moviment cristià obrerista i progressista, nascut a Bèlgica, molt estès per les parròquies de zones obreres en els anys 60 i 70). Hi havia gent del “poble” i gent dels barris, professionals diversos i joves estudiants i treballadors, fotògrafs autodidactes i dibuixants compromesos, aspirants a periodista i, amb el temps i per imposició legal, periodistes amb carnet professional. Cal fer un incís per remarcar el valor personal dels periodistes que s’embarcaven en la direcció de mitjans com Grama o que cedien el seu carnet professional. Aquest fet, habitual en la premsa comarcal i de barris de l’època, els podia reportar gravíssimes conseqüències com la inhabilitació per exercir la professió, multes, i fins i tot presó. Malgrat la duresa del panorama polític i de les sancions que tot sovint queien, molts periodistes, artistes, arquitectes i altres professionals de prestigi, advocats inclosos, solien col·laborar amb aquests mitjans modestos i valents.

Portada núm. 47 (nov. 1972)

Es pot dir el mateix dels entrevistats. Escriptors, artistes, esportistes, etc., reconeguts ens concedien una bona estona i, molt sovint ens obrien les portes del seu estudi o de casa seva, sorpresos i, per què no dir-ho, impressionats que un parell de “críos” de 18 o 20 anys d’un “barri” que no sabien ni on parava els fessin un interviu tan seriós i tan ben preparat. I que els retratessin tan bé (algun d’aquells “nanos” avui és un fotògraf de gran prestigi). Els quèiem simpàtics per la nostra barreja de seriositat, admiració i ingenuïtat. I no s’havien de posar en guàrdia com davant els periodistes dels mitjans importants.

Johan Cruyff i Charly Rexach van ser entrevistats per Grama

Tot i que la presència de les dones no era nombrosa, fet habitual en aquells anys en diversos àmbits, a Grama n’hi va haver des de l’inici a la redacció, algunes en posicions clau de la revista com la pròpia direcció, la sotsdirecció, la redacció en cap i la gestió.
Va ser una escola de periodisme de la qual van sorgir noms destacats de la premsa, del fotoperiodisme i de l’humor gràfic, així com diversos professionals en altres àmbits com l’ensenyament, les arts gràfiques, la sociolingüística i la gestió. Escola que es va forjar doblement: en la pròpia redacció de la revista i en les corresponsalies dels diaris barcelonins, copades pràcticament per membres de Grama, que transmetien gairebé a diari la realitat colomenca, feta aquells anys de lluites i reivindicacions de tota mena: asfaltat i enllumenats de carrers, ambulatori, escoles, transports i accessos a Barcelona, mercat a Singuerlín, zones verdes, equipaments esportius… i també pels drets de la dona, contra l’atur i els abusos laborals, pels drets dels discapacitats i dels grups socials vulnerables, per les llibertats democràtiques, pels drets de Catalunya, per l’amnistia dels presos polítics, etc.

El número de King Kong (1972) recollia els dèficits de la ciutat

Grama ha estat la veu dels veïns de Santa Coloma, l’altaveu de les seves lluites i el recull dels mil i un temes que els podien interessar, la transmissora del diagnòstic dels dèficits ciutadans i també dels plans que podien rehabilitar-la, cronista dels canvis socials i polítics dels anys en què es va publicar. No va “viure” gaires anys, només catorze, però aquesta durada era inusual i heroica tant per la vertiginosa època, 1969- 1983: tardofranquisme, transició i primers anys de la democràcia, com per les circumstàncies de la pròpia revista (censura, multes i querelles —patides per tots els mitjans crítics— més el fet de no ser un mitjà professional durant gairebé tota la seva trajectòria, amb l’intent d’esdevenir professionalitzat els darrers anys).

Portada de novembre de 1978 (F. Artigau), número dedicat al Pla Popular

La revista va contribuir de manera decisiva a la cohesió d’una Santa Coloma desgavellada, que se sentia despersonalitzada i maltractada, com tantes poblacions i barris que havien passat del món rural al suburbi en molt poques dècades. Aquella Santa Coloma de mala fama va anar guanyant en autoestima i orgull de ciutat lluitadora plantejant necessitats que unien el centre amb els barris, els colomencs d’aquí i d’allà.

Cartells d’Antonijoan (esquerra) i de Joma (dreta) per fer nous subscriptors

Els reportatges i entrevistes dedicades a la Santa Coloma històrica van donar a conèixer el passat, la trajectòria, els espais, les tradicions i fets culturals, els personatges i les entitats de la Santa Coloma ancestral, van reforçar vincles en compartir-ne coneixement i estima i van reforçar lluites com la recuperació del riu Besòs, la preservació de la Serra de Marina i de Can Zam, la recuperació i conservació del patrimoni arquitectònic (la torre Balldovina i entorn estaven en ruïnes), la recuperació de la memòria històrica (llavors no tan valorada), etc.

S’aborden les dures seqüeles de la transformació colomenca

A finals dels 70 i principis dels 80 es normalitza la presència del català a l’escola i va creixent en els mitjans de comunicació. Recordem que la immersió lingüística arrenca a Catalunya a l’escola Rosselló-Pòrcel, antiga fàbrica Casadesport, ubicada al barri del Fondo.

Creix també a Grama l’ús del català i sovintegen les entrevistes a escriptors i intel·lectuals. El número 200 recull una entrevista al poeta Miquel Martí i Pol, qui regalà a Grama la primícia de publicar el seu conegut poema “Ara mateix”.

Martí i Pol, entrevistat el 1980

Vist en perspectiva, Grama és el gran llibre d’història colomenca d’una època, amb temes que encara resulten vigents, i per als qui vam tenir la immensa sort de ser-hi en algun moment, va ser una escola de vida i de formació, i una etapa irrepetible de les nostres vides.

Diversitat de temes en un especial d’estiu

Els qui vulguin saber-ne més o vulguin recordar fets i gent, poden consultar un projecte que consta de 12 capítols audiovisuals i un quadern en paper, també penjat en format digital, realitzat per Josep Pitarque (Gramenet TV), i un equip col·laborador:
GRAMA 50 ANYS DESPRÉS . Una experiència insòlita de periodisme popular (1969-1983)

Agustina Rico

Riquete el del Copete

Amélie Nothomb, Riquete el del Copete (Barcelona, 2018). Traducción de Sergi Pàmies.

Algunos espectadores de nuestro tiempo desdeñan que se les cuente (que se les reviente, dicen ellos) el final de una historia antes de haberla visto en el cine (o, en el caso de los lectores, antes de haberla leído en un libro). No aceptan que los relatos tengan valor en sí mismos al margen de su desenlace. Esta devoción emocional por el final, esta forma de superstición, llevada a su extremo, podría implicar negarse a volver a leer un libro ya leído o no querer conocer una versión actualizada de una historia clásica. Y, sin embargo, las recreaciones de los clásicos son tan necesarias como las relecturas; ayudan a revisar puntos de vista sobre un libro y a entender, por ejemplo, por qué el pasado es un país extranjero (L. P. Hartley) .

Quien haya leído entrevistas con ella o algunos de sus libros sabe que Amélie Nothomb es un espíritu audaz: puede recrear con su propia fórmula cartesiana una historia de otro autor y darle sin complejos un desenlace similar al ya conocido. Sospecho que para ella, como para otros amantes de los clásicos, todo lo que no es tradición es plagio (Eugeni d’Ors) y que, por tanto, la actualización y el redescubrimiento de algunas viejas historias forma parte de su oficio y de su gusto (léase su emocionante declaración de amor a Balzac en las últimas páginas del libro que comentamos).

Aunque no me gusta el título de su última novela, Riquete el del Copete (2018), porque me suena a broma tontorrona, infantiloide, lo creo justificado. Parece una manera de reconocer de antemano su vínculo con el cuento homónimo de Perrault. Así, la autora está avisando de que el argumento de su obra es el mismo, a grandes rasgos, que el de ese cuento de antaño, para que el lector devoto de los finales inesperados pueda tomar sus precauciones. Esta sería, además, la segunda recreación que Amélie Nothomb escribe de un cuento de Perrault después de Barba Azul (2014).

Charles Perrault (1628-1703)

Los cuentos de Perrault (tres en verso, de elaboración propia, y ocho en prosa recogidos de la tradición oral), quizás por su encanto y por abordar temas muy arraigados en la cultura popular, siguen reproduciéndose y multiplicándose bajo numerosas formas (cómics, dibujos animados, películas, novelas…). Baste recordar los títulos para advertir su prolongada repercusión: Grisélidis, Piel de Asno, Los deseos ridículos, La Bella durmiente del Bosque, Caperucita Roja, El Gato con botas, Barba Azul, Las hadas, Cenicienta, Pulgarcito y Riquete el del Copete.

El tema de Riquete el del Copete tiene ilustres precedentes y no menos ilustres secuelas: enfrenta la fealdad con la belleza y admite el habitual magnetismo que ejercen entre sí los contrarios (no siempre con reciprocidad). Aparece, por ejemplo, en algunos mitos, como el de Polifemo y Galatea (se incluye en la Metamorfosis de Ovidio y Góngora lo recrea en su Fábula de Polifemo y Galatea) y el de Eros y Psique (se recoge en El asno de oro de Apuleyo).  En el cuento de Perrault, y esa sería su gran originalidad, como en las diferentes versiones (posteriores) de La Bella y la Bestia, esa atracción de la fealdad por la belleza deriva en la capacidad transformadora de la pasión amorosa, pues el amor, que se crece al superar obstáculos, todo lo puede y embellece (como dice el tópico literario virgiliano, Omnia vincit amor), y puede convertir al feo en guapo a ojos de la amada y a la dama boba en inteligente a ojos del amado. Bruno Bettelheim lo analiza así:

[Perrault] “convierte a la bestia en un hombre horrible pero muy inteligente, el deforme Riquet. Una princesa tonta se enamora de él por su carácter e inteligencia, con lo que no ve en absoluto las deformidades de su cuerpo, es decir, es ciega para sus defectos físicos. Y ella, a causa del amor que él le profesa, deja de parecer tonta y adquiere gran inteligencia. Esta es la transformación mágica que sólo el amor puede llevar a cabo: el amor maduro y el reconocimiento del sexo hacen que lo que antes era repugnante, o parecía falto de agudeza, se convierta en algo hermoso y lleno de talento. Tal como indica Perrault, la moraleja de la historia es que la belleza, tanto física como mental, depende del que la contempla” (Psicoanálisis de los cuentos de hadas).

Fotograma de La Bella y la Bestia de Jean Cocteau (1946)

La versión de Amélie Nothomb se ambienta en  el París de nuestra época (a una y otra orilla del Sena); prescinde del origen principesco de los personajes, de las hadas que conceden dones a los recién nacidos y de la hermana gemela de la coprotagonista; introduce nuevos personajes (la abuela, los profesores y compañeros respectivos de los protagonistas, etc.); plantea nuevos  temas (el acoso escolar, la adicción a la televisión, la aceptación del otro aunque sea diferente…) y se impregna de la particular mirada de la autora sobre algunas parcelas del mundo (los pájaros, las joyas, el arte de saber estar solo, etc.).

Se ha discutido sobre la pertinencia del nombre del personaje de Perrault. Para algunos Riquet, aunque fuera “el patronímico de la familia”, sería simplemente un apócope de Henriquet; para otros, una alusión intencionada al significado de la palabra normanda riquet, que significaba “feo”, “contrahecho”; respecto a Copete, se trataría de un apodo sugerido por el tupé con el que nace Riquet. Lo cierto es que en el cuento de Perrault el protagonista es el único que tiene nombre propio; a todos los demás personajes se los designa con un nombre genérico: Reina, Hada, Princesa, Cocineros… En cambio, en la versión de Amélie Nothomb, cada personaje tiene un nombre cuidadosamente escogido: Deódat (regalo de los dioses), hijo de Énide y Honorat; Trémière (malvarrosa), hija de Rose y de Lierre y nieta de Passerose (sinónimo de malvarrosa), las sucesivas novias de Deódat (Samantha, Séraphite, Soraya, Sultana, Saskia), etc.

Énide, que tiene cuarenta y ocho años cuando queda embarazada por primera y única vez, al enterarse de que esperaba un varón había propuesto llamarlo Deódat, pero luego, cuando lo ve recién nacido, arrugado y escuchimizado, sugiere llamarlo Riquete el del Copete, pues le recuerda al personaje de Perrault; Honorat, el padre, se opone: no quiere estigmatizar a su hijo con semejante nombre. De todas maneras, como si se tratara de una profecía que debe cumplirse, cuando Deódat como especialista en ornitología y joven doctorando de Biología, escriba su tesis sobre la abubilla, los profesores, dejándose llevar por las apariencias y por una lamentable falta de imaginación, lo llamarán Riquete el del Copete, y Deódat acabará resignándose.

Pareja de abubillas, tema de la tesis doctoral de Deódat

Por su parte, Trémière, que despierta el asombro de propios y extraños por su belleza,  sería confiada a su abuela materna al cabo de un mes de nacer, pues su madre, de veinticinco años, “tenía muy poco tiempo para dedicarle al bebé”. La abuela, Passerose, “vivía en una ruina suntuosa de Fontainebleau“. Quiromántica de oficio y aficionada a la joyería y a las piedras preciosas, parece un personaje, ella sí, salido de un cuento de hadas, pero tendrá hacia la actitud contemplativa de su nieta una comprensión y una paciencia de las que los padres carecen, quizás por ser más jóvenes y menos espirituales. Inevitablemente será ella quien marque el destino de su nieta al adiestrarla en la estética de las joyas y en la manera de llevarlas puestas. También aquí, sin forzar el paralelismo con los dones que concedían las hadas, estaríamos ante otra profecía cumplida.

La aportación más singular y admirable de Amélie Nothomb a la historia tiene que ver con las cualidades con que refuerza el carácter de sus personajes. Así, mientras que en Perrault las hadas del amor desempeñaban un papel clave en las transformaciones o metamorfosis que sufrían los personajes, en Nothomb son las enseñanzas de la vida las que van provocando las transformaciones y fraguando el carácter de Deódat y Trémière. De hecho, ellos se conocen casi al final de la novela, cuando sus respectivas personalidades ya están forjadas, pues si a Perrault le interesaba contar qué pasaba cuando Riquete conocía a la Princesa, a Nothomb le interesa contar qué les pasa a Deódat y a Trémière antes de conocerse y cómo consiguen sobrevivir a las dificultades provocadas por los rasgos físicos y mentales con que han nacido.

Suele ser habitual en la literatura la representación del feo que sufre por sentirse rechazado (el Frankenstein de Mary ShelleyEl patito feo de Andersen y Fosca de Tarchetti  son algunos ejemplos), pero en Deódat, acaso como consecuencia de su alta capacidad intelectual, se produce muy tempranamente un milagro. Intuye “que no había que reprocharle nada a nadie. Toda criatura que vive un trauma así de cruel debe enfrentarse a un oscuro dilema: o decide odiar al universo por haberle reservado un lugar tan injusto o decide convertirse en objeto de compasión para la humanidad. Son muy pocos los que optan por la estrecha puerta de la tercera vía: asumir la injusticia tal como es, ni más ni menos, sin extraer de ella ningún sentimiento negativo. No negar el dolor de su condición pero tampoco sacar estrictamente nada de ello.” Desde el momento en que Deódat entiende así su condición empieza a convertirse en un consumado donjuán y, al mismo tiempo, empieza a despertarse en el lector la duda de si una mujer fea hubiera reaccionado igual y hubiera tenido el mismo éxito entre los hombres, que, en general, se dice, suelen ser más quisquillosos que las mujeres en cuestión de gustos físicos, y ellas, como se dice también, mucho más generosas. Para quien quiera comprobar esos extremos, en la Historia de la fealdad de Umberto Eco se ofrecen ejemplos literarios y artísticos para todos los gustos.

En cuanto a la belleza de Trémière, aunque entre las ideas más comunes figure que una cara bonita es una promesa de felicidad que abre todas las puertas, Amélie Nothomb rebate ese supuesto: “La gente no es indiferente a la belleza extrema: la detesta a conciencia. A veces el muy feo puede despertar una ligera compasión; el muy guapo, en cambio, irrita sin piedad. La clave del éxito radica en una ligera belleza que no moleste a nadie”. La autora parece confirmar con esas palabras la sutil sospecha que late bajo el dicho castellano: “La suerte de la fea, la bonita la desea”, aunque, evidentemente, no siempre sea así, pues también existe la figura de la fea sufriente por sentirse rechazada. Trémière sufre, además, porque “todo lo que le gustaba demasiado le provocaba un temor extremo”. Es una persona altamente sensible. “¡No le toques ya más,/ que así es la rosa!”, escribió Juan Ramón Jiménez para referirse al poema como podría haberse referido a otras formas de belleza.

De los nueve capítulos que componen el libro, cuatro están dedicados a Deódat  (desde su nacimiento hasta su juventud), y, alternadamente, otros cuatro, a Trémière (hasta que se encuentra con Deódat); el último capítulo, en cambio, el epílogo, se lo reserva la autora para confundirse con la voz narradora y reflexionar con agudeza y sentido del humor sobre el papel de los finales felices de los cuentos (“esa regla infantil considerada como una falta de buen gusto por el 99,99% de las literaturas dignas de ese nombre”). Y para algo más: darnos cuenta, a modo de remate, de cómo continuó la historia de Deódat y Trémière una vez que se conocieron… Pero eso es algo que le corresponde descubrir al lector. Nuestra tarea acaba aquí.

F. Gallardo

[Altres llibres comentats al Club de lectura.]

Aula d’educació ambiental Isabel Muñoz

El passat 1 de desembre va ser inaugurada al Parc de Can Zam de la nostra ciutat una aula d’educació ambiental que porta el nom d’Isabel Muñoz Moreno (1957-2015), que havia estudiat el batxillerat i el COU al nostre institut. Amb motiu d’aquesta inauguració, hem considerat que seria bo que els nostres alumnes d’ara i, en general, els nostres conciutadans i visitants de fora sàpiguen qui va ser la Isabel i per què Santa Coloma ha volgut reconèixer aquesta dona, mestra i activista cívica i pedagògica, posant el seu nom a aquest nou espai de coneixement de la natura. 

Josep Miquel Lacasta, també exalumne del Puig Castellar, amic i company de la Isabel en nombroses iniciatives culturals i pedagògiques (Casal del Mestre, innovació educativa, projectes ciutadans…) ha escrit la següent presentació, que fem nostra.

Isabel Muñoz, mestra

Isabel Muñoz va ser mestra de Santa Coloma de Gramenet. Nascuda a Sevilla, la seva família va emigrar al barri del Raval quan ella tenia 6 anys.

La Isabel pot representar les dones d’una generació de colomenques que des d’un origen de famílies humils, emigrants a Catalunya, van accedir a estudis secundaris i després a la universitat. Aconseguir que els fills i filles d’aquestes famílies tinguessin una educació va ser una lluita dels immigrants colomencs que valoraven intensament l’educació com eina per a la millora individual i col·lectiva.

El seu origen social, així com el compromís que s’adquireix, producte de la necessitat de superar uns entorns desafavorits, fa que persones com la Isabel hagin generat canvis importants a la ciutat i a la professió docent.

Sense grans teories, però amb un treball continuat i perseverant, la Isabel ha estat ànima i motor de multiplicitat d’iniciatives educatives i culturals.

La seva passió pels temes relacionats amb la natura la va conduir a integrar el primer grup de ciències del Casal Mestre als anys 80 i donar-li, amb formes i projectes diversos, continuïtat durant més de 30 anys. “Santa Coloma Sona”, el “Congrés de ciències d’infantil i primària”, van ser alguns dels projectes que va esperonar darrerament. L’educació ambiental va ser una de les vessants de la seva acció pedagògica a Santa Coloma i a la FMRPC (Federació de Moviments de Renovació Pedagògica de Catalunya). D’aquí l’oportunitat de dedicar-li aquest espai educatiu en un lloc tan emblemàtic de la ciutat com és el parc de Can Zam.

El voluntariat que va realitzar a l’escola Tanit del barri del Raval als darrers anys ha deixat una forta petjada. No és casualitat que l’actual equip docent del centre estigui desenvolupant un important projecte educatiu, escola Magnet amb aliança amb l’ICM, Institut de Ciències del Mar.

Recordar la Isabel Muñoz és recordar les mestres i dones d’una generació colomenca que han estat protagonistes de canvis transcendentals a la nostra ciutat, on l’educació pública ha estat vertebradora d’una consciència social participativa, col·laboradora i solidària.

Josep Miquel Lacasta

A més de ser un espai de referència educativa per al coneixement, l’estimació i el respecte de la biodiversitat del parc de Can Zam, al servei de la natura, de la ciutadania colomenca i de tots els visitants, l’aula d’educació ambiental Isabel Muñoz ja té engegat un programa d’activitats. Per exemple,  “el 16 de desembre s’hi farà un taller de pintures naturals. L’Associació Bosc de Llum farà que els participants viatgin al passat per descobrir com es poden crear pintures sostenibles amb productes naturals. El 13 de gener serà el torn de les plantes medicinals, ja que s’hi farà un taller d’infusions per tastar-les i conèixer les seves aplicacions, i el dia 20 l’aula es convertirà en el punt de partida d’un itinerari que recorrerà els entorns del parc fluvial per observar i identificar la fauna que hi viu…” (Judit Monclús, “La natura al teu abast: Can Zam estrena aula d’educació ambiental”, Aracriatures, 8 de desembre del 2018).

Des d’aquesta pàgina, volem afegir-nos al record de la Isabel Muñoz, la seva persona i el seu exemple professional, i agrairem als nostres lectors que la van conèixer que ens enviïn els seus records. I, al mateix temps que li desitgem una llarga i fructífera vida a aquesta aula d’educació ambiental, animem a tots els visitants que ens enviïn les experiències didàctiques que en coneguin, ja que fer servir aquest espai amb finalitats educatives és, al cap i a la fi, el millor homenatge que li podríem fer a la Isabel.

Al voltant d’Expiació

Expiació, de Ian McEwan

“Benvolguda senyoreta Morland, faci’s càrrec de la naturalesa tan terrible de les sospites que ha madurat.”

El llibre comença amb una cita de la novel·lista Jane Austen en què ja es planteja el fet que precipitarà el drama a Expiació: la distància entre la veritat i la suposició, el testimoni responsable o l’afirmació temerària… I les conseqüències vitals i morals que se’n deriven.

La literatura com a fet vital

Fotograma de la pel·lícula Sense and Sensibility (Sentit i sensibilitat o Seny i sentiment) (1995), basada en la novel·la homònima (1811) de Jane Austen

Austen (1775-1817) va retratar la vida de família de la classe mitjana rural il·lustrada anglesa i la psicologia i els problemes d’aquelles noies que mai no van tenir les oportunitats que tenen Cecília i Briony, ni per època ni per situació econòmica. Va escriure una primera novel·la, L’Abadia de Northanger (1818),d’on està extreta l’esmentada cita, però l’obra va ser la darrera de les seves a aparèixer. Com la novel·la que escriurà i reescriurà Briony al llarg de la seva vida i conclourà a la vellesa, L’Abadia de Northanger va ser una obra pòstuma de l’autora.

Cee llegeix Clarissa (1748), de Samuel Richardson

Robbie havia comprat El amante de Lady Chatterley (1928) al Soho de sotamà

La literatura, en forma de lectura, d’escriptura, de novel.la, de teatre, de diari, de representació, d’afany de publicació, de professió i de passió, és un dels “personatges” clau d’Expiació. I també com una forma d’acte de contrició. Briony entra al món dels adults com a “voyeur” accidental i com a lectora voluntària d’una nota quan feia de “correu”. Paral·lelament, la seva vocació d’escriptora s’aferma i pren un vol ambiciós, adult, a partir de les experiències viscudes en aquell tòrrid dia d’estiu de 1935.
La seva germana Cecília se submergeix sense un gran entusiasme en les pàgines de Clarissa, història d’una jove dama (1748), novel.la epistolar escrita por Samuel Richardson. És una de les obres més llargues en llengua anglesa ja que voreja el milió de paraules. Malgrat la seva extensió, va gaudir d’un gran èxit, com Pamela o la virtut recompensada (1740), del mateix autor. Richardson, moralista preromàntic, autor de novel·les sentimentals, és un precursor de l’anàlisi psicològica dels personatges.
Gran lector, Robbie tenia el projecte d’estudiar Medicina i creia que seria un bon metge perquè havia llegit. Com a font inspiradora en la seva futura professió, es referia a la novel.la del segle XIX.

Còmic de Germano Giorgiani a partir de la novel·la del mateix títol d’Emile Zola

Émile Zola (1840-1902), pare del Naturalisme francès, recull a les seves novel·les la part més fosca de l’ànima humana. Pulsions irrefrenables, malalties i deformitats, desequilibris emocionals i mentals, originats en l’alcoholisme dels ancestres i transmesos genèticament. Creu en la missió social del novel·lista com a “metge” que assenyala les malalties socials perquè la societat es pugui regenerar.

Robbie Turner era premi extraordinari en els estudis de literatura anglesa a Cambridge. Havia llegit recentment L’amant de Lady Chatterley, de D.H.Lawrence. Considerada una novel·la escandalosa per la llibertat amb què es plasmen les relacions amoroses i sexuals, el llibre va estar prohibit al Regne Unit i als Estats Units. Publicada a Florència el 1928, no aparegué al Regne Unit fins al 1960. Planteja la diferència de classe social entre la parella protagonista, paral·lela a la que es dóna a Expiació: dona de classe alta i home d’origen treballador. La feina (en el cas de Robbie, la feina de la seva mare), l’habitatge, i també els estudis Robbie, depenen de la família de la dona. Com a L’amant de Lady Chatterley, Expiació exposa la desigualtat social com a generadora d’inseguretat i tensió en la parella i apunta una certa “lluita de classes” (Robbie havia militat un cert temps al Partit Comunista)en les actituds de diversos personatges, singularment en la senyora Tallis, Emily, que no entén la protecció del seu marit sobre Robbie i que accepta sense cap dubte la versió que el fa culpable de l’agressió a Lola.

Universitat de Cambridge, on estudien Cecília i Robbie. Briony hi renunciarà

Cecília és universitària, fet molt minoritari entre les dones de la seva època. La Universitat de Cambridge admetia alumnat femení des de 1869 i els atorgava una titulació equivalent a una llicenciatura en Humanitats però fins al 1947 les dones no van ser alumnes amb plena igualtat.

Casa d’estil Robert Adam

Un ambient de solidesa i tradició
La residència de la família Tallis era una construcció de Robert Adam (1728 – 1792), l’arquitecte anglès més important de la seva època, que influí de manera decisiva en l’arquitectura anglesa i americana. Estava voltada d’un gran parc i d’uns espessos boscos . El pas del temps i les successives reformes dels Tallis havien anat canviant la fesomia de la casa i de l’entorn. Dispersa la família, la transformació final de la casa en hotel eliminarà l’encant romàntic d’alguns espais.

Templet de l’illa, construït a l’estil de Nicholas Revett (1721–1804), arquitecte i arqueòleg, especialitat en les ruïnes gregues. “Era prou a la vora de l’aigua, edificat en una riba emergent, per projectar un reflex interessant al llac.”

Un objecte únic, valuós i delicat, apareix en diversos moments de la novel.la. Com a “supervivent” d’una guerra, com a desencadenant de la passió i al final fet miques, com a símbol de la desfeta en part familiar i en part moral dels Tallis: una porcellana de J. G. Hörold.

Porcellana de Meissen

Johann Gregor Höroldt, pintor de porcellana i director de la fàbrica alemanya de Meissen (1723-1731). Una peça d’aquest artista, amb motius xinesos, era un record molt preuat de l’oncle Clem. L’oncle havia mort poc abans de l’armistici de la Primera Guerra Mundial i la delicada peça de museu havia “sobreviscut” mil avatars.

“Tenia una bona raó per sobreviure”

Sortir de la presó per anar a la guerra

Assetjat per la fam i pels bombardejos, ferit, Robbie manté amb els seus companys l’esperança de sobreviure i de començar una nova vida.

Expiació mostra la cruesa de l’espera del rescat de les tropes aliades a la ciutat portuària francesa de Dunkirk (Dunkerque)

L’anomenada Batalla de Dunkirk va ser una operació que enfrontà els Aliats i Alemanya. Va consistir en la defensa de la població i l’evacuació d’uns 300.000 soldats entre maig i juny de 1940. En el rescat hi van intervenir naus i embarcacions de tota mena, inclosos remolcadors, iots i fins i tot flota pesquera de poblacions de la costa i les illes del sud d’Anglaterra.

L’aviació alemanya bombardejava amb els Junkers Ju 87 o Stuka

.El Junker 87, avió bombarder en picat estrenat el 1935, va entrar per primer cop en combat a la Guerra Civil Espanyola, prenent part en la Legió Cóndor. Un dels seus trets característic era el bramar de la sirena que portava incorporada, bram conegut com a «trompeta de Jericó». Era un dels símbols més potents del desplegament militar alemany a la Segona Guerra Mundial.

Memorial de la Batalla de Dunkirk

Com ha mostrat la història, les guerres són un gran laboratori d’experimentació tecnològica, mèdica, logística i també alimentària. I una enorme font de negoci.
La xocolata, un valuós component en la ració dels soldats. Aixecava la moral i era una ràpida font d’energia. No havia de ser una temptació sinó un suport. El sabor era secundari, només havia de tenir més bon gust que les patates bullides.

La xocolata, un valuós component en la ració dels soldats

El suís Philippe Suchard va ser el pioner a introduir un cacau barat i soluble com a substitut del cafè a l’exèrcit suís cap a 1870. El també suís Theodor Tobler (inventor del Toblerone) (1908) i el fabricant de caramels nord-americà Frank Mars (creador dels M&M i del Milky Way, 1923), van ser noms destacats en la investigació de productes de xocolata destinats a les tropes. Les barretes havien de ser molt energètiques, pesar poc i resistir les altes temperatures.

Les xocolatines tenen un alt valor simbòlic en temps de guerra, com ha mostrat sovint el cine

Marshall, el jove amic milionari de Lleó, el germà gran, és un emprenedor enginyós en temps de guerra. Les barretes de xocolata Amo en els paquets alimentaris dels soldats faran multiplicar la seva fortuna. Lord Marsall i lady Marsall –Lola-, la seva esposa, són una parella tèrbola i equívoca, amb trets macbethians. Són el triomf de la vida pràctica i amoral. Ell, suposat violador i mecenes honorable; ella amb trets de Lolita –el nom no és casual-, víctima d’agressió sexual, casada amb l’agressor, poderosa i encara coqueta octogenària.

“Pensava que s’afegia a l’esforç de la guerra”

Florence Nightingale (1820-1910)

Florence Nightingale és la precursora de la infermeria professional moderna. Va adquirir fama per l’efectivitat de les seves cures a ferits en la Guerra de Crimea (1853-1856). Dona de fe molt arrelada, creia en la força inspiradora de Déu en la seva comesa. Fundà, però, la primera escola laica d’infermeria del món. Se l’anomenava “la dama de la làmpada”, pel costum d’efectuar rondes nocturnes per atendre els seus pacients. Va inspirar Henri Dunant, fundador de la Creu Roja, guardonat amb el primer Premi Nobel de la Pau, conjuntament amb el polític pacifista francès Frédéric Passy, l’any 1901.

Infermeres de guerra

El “pur mètode Nightingale” és el sistema que regeix l’escola-hospital on treballen les infermeres de guerra. La Briony i la Cecília podrien estar representades per les joves infermeres de les fotografies. Briony, estudiant en pràctiques, volenterosa, autocrítica i sacrificada, no oblida conrear la seva passió i ambició literària. Cecília arribà a infermera cap de sala. En la realitat, o en la imaginació de la seva germana?

Virginia Woolf (1882-1941), escriptora avantguardista i feminista, era una font inspiradora per a Briony

Briony havia llegit tres vegades Les Ones (1931). La impressió d’aquesta lectura i les vivències com a infermera seran crucials per a la futura novel·lista: “creia que s’estava produint una gran transformació en la naturalesa humana i que només la ficció, una nova classe de ficció, podia capturar l’essència del canvi”.

L’expiació final

Imperial War Museum de Lambeth (Londres)

Briony, gran i malalta, treballa a la biblioteca del Museu de la Guerra. Fa consultes i es documenta perquè la part sobre la contesa bèl·lica que apareix a la novel·la que està escrivint sigui perfecta, com sempre li ha agradat tot a ella. No es permet ni una mínima errada, ni una expressió militar incorrecta, ni una gorra que no hi correspongui… La mateixa cura que ha tingut al respecte el novel·lista Ian McEwan, qui en els agraïments fa constar aquesta mateixa institució museística sobre la guerra.

Novel·lista consagrada, Briony porta tota la vida escrivint i reescrivint una mateixa obra, i ara l’està acabant amb noms reals, com una forma de pública expiació. Però sap que, com L’Abadia de Northanger, de Jane Austen, haurà de ser una novel·la pòstuma, encara que per diferents motius. Apareixerà quan hagi mort el trio (lord i lady Marshall i ella mateixa) que va cometre “el crim” que marcà la vida de Robbie i, de retruc, la de tots els que l’envoltaven.

Barri de Bloomsbury (Londres)

“El taxi ha fet drecera pels carrers de Bloomsbury, per davant la casa on el meu pare va viure després del seu segon matrimoni, i per davant del pis on jo vaig viure i treballar tots els anys cinquanta. Més enllà de certa edat, un viatge per la ciutat esdevé incòmodament reflexiu. Les adreces dels morts s’apilonen (…) Un dia jo també provocaré un moment de reflexió en algun passatger que passi amb taxi.”

Waterloo Bridge, la vista de Londres preferida de Briony

La contempla com una mena de comiat des del taxi, camí de la festa d’aniversari que li ha preparat la seva família: el que queda dels seus germans i cosins,i la promesa de futur en les noves generacions. Retrobament com un cercle que es tanca, a l’antiga casa familiar, convertida en un hotelet amb encant. Els més joves li tenen preparada una sorpresa.

Commedia dell’Arte. Enamorats

Així es tanca la història, amb Les desventures d’Arabella: “Hi va haver un crim. Però també hi va haver els amants”.

Pot la literatura expiar la culpa? Pot esborrar el dolor i la mort? No ho pot fer. Però, com en un conte, pot fer feliços els enamorats abans que les cendres de l’oblit esborrin els seus noms.

Agustina Rico

Poliética, una fusión con restos

Hemos recibido la lección inaugural que el profesor Salvador López Arnal, recientemente jubilado y con treinta y cinco años de docencia en nuestro instituto, impartió en la UNED de Santa Coloma de Gramenet el pasado 24 de octubre de 2018. La publicamos aquí por su interés intrínseco, por la riqueza de sus referencias culturales (filosóficas, políticas, literarias…) y por la variedad de temas que aborda alrededor del eje de la poliética, con el convencimiento de que merece ser conocida y comentada por los lectores habituales de este blog, por quienes lo visitan esporádicamente y por los centenares de alumnos y amigos del Institut Puig Castellar y de la UNED que recuerdan con cariño y admiración a Salvador López como profesor de Filosofía, de Informática o de Matemáticas.

Poliética, una fusión con restos

Buenas tardes. Gracias por la invitación, gracias por su presencia, gracias por las palabras (exageradas) del amigo Carlos Villagrasa. Todo un honor. No son sólo palabras de cortesía.

He dividido mi intervención en seis apartados: 1. Contradicciones (+ dedicatoria). 2. Aclaraciones 3. Presupuestos. 4. Definiciones. 5. Ilustraciones. 6. Humanidades. Como es probable que no tengamos tiempo de tratarlos todos planearé sucintamente por algunos de ellos. “Somos el tiempo”, escribió Jorge Luis Borges recordando a Heráclito de Éfeso. Intentaré ceñirme al que me ha sido otorgado, no abusaré de su generosidad.

Jorge Luis Borges (1899-1986)

Antes de entrar en materia permítanme una previa. ¿Se acuerdan de una canción de Jeanette? Tal vez no, ustedes son muy jóvenes. Soy rebelde, cantaba, porque el mundo me ha hecho así. Yo voy a ser un poco cenizo esta noche y también es porque el mundo me ha hecho así. Les doy tres ejemplos, tres noticias del diario de hoy miércoles, de ese mundo que puede hacernos pesados, pesimistas, desanimados.
La primera información es de Ángeles Espinosa (El País), desde Dubái, sobre asesinatos y negocios: “El foro de inversiones Future Investment Initiative (FII) se inauguró ayer en Riad bajo la sombra del brutal asesinato del periodista Jamal Khashoggi. El impulso de la cita, el príncipe Mohamed bin Salmán (MBS), heredero y gobernador de facto de Arabia Saudí, hizo una breve visita a la conferencia pero no se prodigó como el año pasado. Las sospechas sobre su posible responsabilidad en el caso han alejado a algunos participantes. Sin embargo, las dos docenas de sonadas cancelaciones de líderes empresariales y políticos de primera división no han frenado la firma de contratos por favor de 43.500 millones de euros”, algo más del 4% del PIB español [la cursiva es mía]. ¿Está claro lo que significa el lema neoliberal por antonomasia de “los negocios son los negocios”?

La segunda la firma Elena G Sevillano (El País), sobre ventas de armas y comisiones ilegales: “Defex, participada en un 51% por el Estado (a través de la Sociedad Española de Participaciones Industriales, SEPI) y el 49% restante por compañías privadas dedicadas a la venta de armas, está siendo investigada desde 2014 […] La investigación ha determinado hasta ahora que Defex consiguió 11 contratos de venta de armas o material policial y de defensa a Arabia Saudí entre 2005 y 2014 gracias al pago de comisiones ilegales […] La comisión rogatoria solicitada a Suiza se centra en un contrato de material militar que se suscribió con un representante del país árabe por un total de 19.050.000 euros, mientras que el valor de la munición efectivamente suministrada era de 14.550.000”. La diferencia es de 4,5 millones de euros, un 30% del importe original. ¡Nada menos! Otra de las irregularidades detectadas es el pago de 7,6 millones de euros a una empresa saudí. No consta prueba alguna de la realización de los trabajos que recogía el contrato.

Noam Chomsky (Filadelfia, EE.UU., 1928)

La tercera información, no les canso más, es una reflexión de Noam Chomsky, uno de los intelectuales y filósofos más importantes del siglo XX y de este siglo, sobre Jair Bolsonaro, el candidato de extremísima derecha a la presidencia de Brasil: “La elección de Bolsonaro será una tragedia para Brasil y la región. De hecho, para el mundo. Literalmente. Uno de sus planes más escandalosos consiste en abrir el Amazonas para que los exploten sus votantes ricos del negocio agrícola, con consecuencias devastadoras para el medio ambiente global, además de para los habitantes indígenas, que no merecen un centímetro cuadrado de espacio, como declaró en un llamamiento a un virtual genocidio”. Hay más: “Bolsonaro no solo es uno de estos vergonzosos líderes de extrema derecha que degradan la política contemporánea. Va mucho más allá. Quizá su momento más vil -y hay muchos- fue durante el grotesco golpe suave de la derecha, cuando un Parlamento formado por destacados criminales destituyó a la presidenta Dilma Rousseff basándose en motivos irrisorios. Bolsonaro dedicó su voto al jefe de la espantosa unidad de tortura de la dictadura que fue responsable de la feroz tortura de Rouseff” [la cursiva es mía]. ¿Se hacen, nos hacemos idea? ¡El que dedicó su voto a un torturador, y no torturador cualquiera, puede ser presidente de un país amigo y entrañable, de Brasil!

¿Hay o no hay motivos para ser cenizo? Disculpas por ello en todo caso. Intentaré estar a la altura de sus circunstancias (ustedes van a recibir el título de graduados, ¡bien, muy bien!, ¡enhorabuena!) y dejaré el pesimismo, como decía Eduardo Galeano y nos recordaba Jorge Riechmann, para tiempos mejores.

I. Contradicciones (+ dedicatorias)

Dos asuntos en este apartado. El primero: no creo en el género “conferencia” a pesar de estar aquí impartiendo una. Pura y simple contradicción. Somos contradictorios, dijo alguna vez Walt Whitman, un poeta, poco transitado en estos últimos años, que leí mucho de joven, sus Hojas de hierba sobre todo.

Contradictorio o no, lo que no deseo es aburrirles. Si ven que lo que les cuento no se aguanta ni con la mejor voluntad del mundo, la suya sin duda, saquen tarjeta roja directamente (la amarilla no es necesaria en este caso). Tarjeta roja o, si no la tienen a mano, gestos ostentosos de aburrimiento, no se corten. Por nada del mundo quisiera resultarles soporífero.

El segundo asunto. No se acostumbra a hacer, lo sé, soy consciente de ello, pero me voy a saltar una norma-costumbre no moral. Si esta sesión no fuera un absoluto fracaso, me gustaría dedicarla a los y las estudiantes que han tenido la inmensa paciencia de escucharme durante los años -que no han sido pocos- en que he sido profesor-tutor de la UNED, de Matemáticas y de otras materias. Ha sido un honor, un verdadero honor para mí. He aprendido, no es obligada cortesía, mucho más de lo que he enseñado. Me vienen a la memoria unos versos de Luis Cernuda que me han acompañado durante años y años, desde que descubrí, desde que me descubrieron más bien, “1936”, un texto für ewig, para siempre, uno de los últimos poemas del autor de La realidad y el deseo. Les recuerdo los versos finales: “Gracias, compañero, gracias/ Por el ejemplo/. Gracias porque me dices que el ser humano es noble/ Poco importa que tan pocos lo sean/ Uno, uno tan solo basta/ como testigo irrefutable/ De toda la grandeza humana”.

Luis Cernuda (Sevilla, 1902-Ciudad de México, 1963)

Añado una segunda dedicatoria.

Estos asuntos poliéticos remiten a situaciones relacionadas con el “deber ser”, con cuestiones normativas y prescriptivas, distintas pero no forzosamente reñidas con las descriptivas. Por ello me gustaría rendir un pequeño homenaje a un experto en estas lides, el que fuera esposo-compañero de una de mis heroínas, Jenny von Westphalen, Jenny Marx por su apellido de casada, la madre de mi segunda heroína, Tussy, Eleanor Marx. Es justo hacerlo, pienso, en el año en que celebramos el bicentenario del nacimiento de Karl Marx, un filósofo, mucho más que un filósofo, del que, independientemente de lo que pensemos de sus posiciones políticas, no cabe decir que sea un “perro muerto”. Muy lejos de ello. Lo leamos como queramos o podamos, Das Kapital, un libro atravesado de una enorme pasión poliética a favor de los oprimidos y desfavorecidos, es uno de los grandes e inagotables clásicos de la cultura humana. Lejos está de ser refutado o superado “por las circunstancias”, por “las experiencias históricas” o por el mucho tiempo tiempo transcurrido, 151 años desde su primera edición en alemán, posteriormente revisada. No es, desde luego que no, un libro inservible para nuestro hoy.

Si tienen alguna duda sobre lo que les señalo, y es razonable que la tengan, lean los deslumbrantes análisis de Michael Heinrich, un nombre que conviene retener y que, desgraciadamente, ha sido poco traducido al catalán o al castellano. Dos libros suyos tan sólo. No es el caso del portugués, una hermosa lengua hermana, en la que no solo se ha editado la gran obra de Heinrich, Die Wissenschaft vom Wert, La ciencia del valor, sino también el primer volumen de su deslumbrante biografía marxiana que yo no he podido ver-ojear hasta el momento: Karl Marx y el nacimiento de la sociedad moderna.

Hablando del portugués, permítanme que aproveche la ocasión para recordar y homenajear a Basilio Losada, un gran galleguista, un gran lusitanista, traductor al castellano de los primeros grandes libros de José Saramago, hasta Todos los nombres. Fue profesor mío de Filosofía y Literatura en COU. El me descubrió a Goya, a Jorge Amado y a Pessoa.

II. Aclaraciones

Les recuerdo el título de la conferencia: “Poliética: una fusión con restos”.
Como “Poliética” no es palabra muy usada, me permito señalarles que el asunto del que vamos a hablar esta tarde no va de esto: “Poli con ética”, policía con ética. Esta suma, que no es la nuestra, apunta en otra dirección cuya intersección con el tema del que vamos a hablar no es vacía. Tampoco poliética, en nuestro caso, son muchas morales, diversas teorías éticas.

Por su parte, “restos” no está relacionado con restos incontrolados de amianto por ejemplo. Aunque, como saben, la industria del amianto, su conspiración de silencio, las muertes (las pasadas, las presentes y las futuras), los enfermos y el desamiantado sí que lo están y muy directamente. Es justo recordar los nombres de dos de las personas, ambas amigas, que más han hecho en nuestro país y en el mundo, y durante más tiempo (más de 40 años), a favor de las víctimas de esta industria criminal: Paco Puche y Paco Báez, aparecieron ambos en el “Informe semanal” del pasado sábado.

Tampoco voy a hablarles, en un ejercicio de poliética educativa, del vídeo proyectado hace pocas semanas en la oración de la mañana en las clases de alumnos de secundaria del colegio concertado Salesianos de Estrecho, en Madrid. “Si queréis triunfar tenéis que tener costumbres de ricos y eso es actuar rápido y confiar en vosotros mismos”, propone la grabación. “Los ricos son exitosos y los pobres, mediocres” es otro de los mensajes estrella.

Fusión, por su parte, no remite a asuntos, investigaciones, quimeras o pesadillas atómicas. Lejos, muy lejos de mí el cáliz nuclear. Refiere, inocente y pacíficamente, a unión (acaso incompleta), a proximidad, a cercanía, a fraternidad, a colaboración, a mirar, sentir, pensar y actuar con las dos perspectivas a la vez. Como diría William Orman Quine, un lógico y filósofo muy admirado por mí que nos dejó hace ya algunos años, en la Navidad de 2000: se trata de reflexionar, de consuno, desde un punto de vista ético y político (y lógico como el propio Quine escribió hace ya años en un libro suyo célebre, Desde un punto de vista lógico, título que tomó de una hermosa canción del gran Harry Belafonte).

¿De qué va entonces el asunto que nos ha reunido esta tarde? Lo de fusión ya lo he comentado. “Restos” refiere a asuntos estricta o básicamente éticos, que los hay por supuesto, y también a otros estricta o básicamente políticos, que también existen. No poliéticos, no de conjunción en este caso. Remite también restos a asuntos extraéticos y extrapolíticos. Si alguno de ustedes está interesado, como es mi caso, por la matemática transfinita, por las implicaciones filosóficas de la mecánica cuántica, por la obra de Maurits Cornelis Escher o por los teoremas de Emmy Noether (a quien durante décadas consideré un científico, no una científica), no se moverán ustedes durante el estudio de esos asuntos en coordenadas poliéticas. De nada en demasía, dijeron los clásicos, tampoco de ética y política. De lo cual, dicho sea entre paréntesis, no se infiere que la ciencia, la tecnociencia y el arte estén alejadas años-luz de escenarios políticos. Por supuesto que no. Aspiramos, debemos aspirar, a una ciencia con conciencia, a una buena ciencia con buenas finalidades, y a un arte, como diría Ortega y también Machado, a la altura de las circunstancias.

Sobre Poliética diré ahora brevemente: no se me ocultan las dificultades que se presentan en estos asuntos de los que hablamos, esenciales para todos, en los que lo complejo o muy complejo es característica y norma; no paso por alto las enormes dificultades para conciliar democráticamente (sin que pierdan los de siempre) miles o millones de voluntades e intereses diversos; no niego, como les decía, la existencia de un campo propio para la investigación y el estudio políticos (tampoco para similares estudios en el ámbito de la ética); no olvido que los infiernos están llenos de malas intenciones realizadas pero también, aunque pueda parecer paradójico, de buenas intenciones no suficientemente pensadas y dogmáticamente vividas en ocasiones; sé, como nos enseñó Max Weber, que la oración “de lo bueno sólo puede resultar el bien y de lo malo sólo el mal” es una proposición falsa y que, en cambio, es veraz afirmar, aunque suene arrogante y algo descortés, que quien piense que ese enunciado falso es verdadero es joven, muy joven o incluso un niño, hablando en términos políticos, Lo sé, soy, somos conscientes. De acuerdo, pues, con todo ello.

Pero también sé, también sabemos, que en este mundo (y en otros si existieran) no se suele conseguir lo posible si no intentamos lo que parece imposible. Y una y otra vez, no basta con un primer intento. En mi acepción del concepto de poliética, se trataría de intentar conseguir que los criterios y normas de una buena ética (en singular o plural; por ahora no les defino lo de “buena” ética) jueguen un peso mayor (no digo único) en los asuntos políticos, que la vieja posverdad (no es invento reciente), el menosprecio, el navajazo, la zancadilla, los tuits hachazos-salvajes (muchos de ellos de un machismo vomitivo), la ocultación interesada y una voluntad de poder irrestricta e incluso enfermiza no sean los reyes del mambo ni los únicos invitados a esa fiesta, y, por otra parte, mirado desde la otra arista, que nuestras reflexiones éticas no se queden en disertaciones teóricas, en saludables charlas de café (que, sin duda, conviene practicar) o en agradables tertulias de amigos ilustrados que comparten inquietudes filosóficas sobre el bien y el mal, sobre lo divino y lo humano, demasiado humano.

Si Kant afirmó, pensando sobre asuntos gnoseológicos, que los conceptos sin intuiciones, sin material sensitivo, son vacíos y que las intuiciones sin categorías andan o pueden andar muy ciegas, extraviadas incluso, plagiándole, sin ocultar mi deuda como a veces se hace, podemos afirmar kantianamente, y con toda la prudencia necesaria, que la política sin buena ética puede transformarse rápidamente en politiquería, eso que la ciudadanía puntúa cuando le preguntan con un 1 o con un 2, y que la ética sin política anexa puede devenir, en algunas ocasiones que no son todas, en sermones dichos en desierto (en el de los Monegros, por ejemplo, que es una de mis señas de identidad), sermones en lugares inhóspitos, decía, para pobladores o transeúntes sordos o con mal oído.

Los que voy a intentar en esta intervención, espero conseguirlo aunque sea parcialmente, es explicar y argumentar con algo más de detalle lo que les he contado a bocajarro (disculpen mi brusquedad). Entro en materia. Antes de ello, les doy un ejemplo de lo que en mi opinión sería un asunto poliético.

El coeficiente de Gini es una forma de medir, aceptada y reconocida, las desigualdades económico-sociales de una determinada sociedad más o menos amplia (a veces muy amplia). El valor 0 indica ausencia de desigualdades; el 100 máxima desigualdad. Se ha calculado que en 1820, hace dos siglos de ello, el índice GINI de desigualdad en el mundo tomaba el valor 43. El el valor de ese índice en 2002 era de 70,7, casi 28 puntos más, un incremento del 64,42%, un aumento que tritura cualquier idea ingenua de progreso (no forzosamente con cualquier idea más pensada de progreso en cualquier ámbito). ¿Es admisible moralmente un incremento de ese orden, in crescendo además, de las desigualdades sociales? ¿No es necesario intervenir políticamente con urgencia y de manera constante para combatir una lacra social origen, como sabemos, de muchos sufrimientos, nihilismos, desesperaciones y de aquel verso de José Agustín Goytisolo de “Palabras para Julia”: “no puedo más y aquí me quedo”?

III. Presupuestos

No sé si recuerdan (o incluso si la conocen dada su juventud) una antigua canción de J.M. Serrat: “No hago otra cosa que pensar en ti”. No se la canto, me da corte, pero les recuerdo un verso de este poema-canción: “Esparcí las prendas de tu amor sobre la mesa”. A mí me gustaría hacer algo parecido y esparcir (mostrarles) en el ágora de esta sala algunas de mis deudas y algunos de los presupuestos (los conscientes) desde los que cuelga mi intervención y que apenas justificaré, tómenlos como mis axiomas o postulados poliéticos. De los otros, de los postulados inconscientes, poco puedo decirles. No he trabajado mucho mi inconsciente.

Mi primer punto de partida: lo que les voy a contar, lo que ya les estoy contando no es original, no hay apenas pensamiento propio en mi intervención. Lo poco que sé lo he aprendido de maestros y de algunas lecturas (muchas de literatura, no de filosofía, ética o política propiamente), y también, la praxis cuenta, de la vida, de mi experiencia como profesor de secundaria en esta ciudad y en la UNED y de mi activismo político algo amortiguado en los últimos años.

Señalo a dos de esos maestros de los que les hablo, a dos autores que me han hecho y que siempre están ahí cuando intento recomponerme: Manuel Sacristán y Paco Fernández Buey (de él y del profesor Pablo Ródenas, a quien he leído mucho menos, es la reflexión y uso en nuestro país del término “Poliética”). Todo lo que pueda decirles de interés les tiene a ellos como autores o inspiradores (especialmente de ensayos y artículos del segundo, del autor de Leyendo a Gramsci); de los errores, obviamente, soy yo el único responsable.

Bertolt Brecht (1898-1956)

El segundo de los presupuestos: la idea de fondo, la cosmovisión que subyace a lo que les voy a contar, se recoge muy bien en un poema de Bertolt Brecht, “Satisfacciones”. Fue traducido al castellano por un gran germanista, por Vicente Romano, un gran teórico de la comunicación al que llegué a conocer, admirar y entrevistar. Mi memoria ha retenido, en cambio, la traducción catalana, “Plaers”, ¿en el haber tal vez de Feliu Formosa? Dice así:

El primer esguard per la finestra al matí
El vell llibre retrobat
Rostres plens d’entusiasme
Neu, el canvi de les estacions
El diari
El gos
La dialèctica
Dutxar-se, nedar
Música antiga.
Sabates còmodes
Comprendre
Música nova
Escriure, plantar, viatjar, cantar
Ser amable

En castellano también suena bien, muy bien.

El tercer presupuesto. Nada menos que Albert Einstein, un enorme científico y también un gran filósofo, un caso similar al de Bertrand Russell, nos advirtió de algo aparentemente muy sencillo que ha recordado recientemente Vandana Shiva, otra de mis heroínas: “no podemos resolver un problema con el mismo esquema mental que lo creó”. El gran lector de Spinoza pensaría seguramente en problemas científicos, físicos, cosmológicos, pero mi impresión es que esa “conversión mental” vale o puede valer también para nuestro caso. Conviene retener este buen consejo einsteiniano: pensar con otros esquemas, con esquemas mentales no habituales, ante problemas que han irrumpido, sin solución, en coordenadas teóricas más usuales, gastadas en ocasiones.

El cuarto presupuesto. En una entrevista concedida al canal de televisión internacional de Russia Today (RT) en San Petersburgo (¡me cuesta mucho no decir Leningrado!), Roger Waters, el líder de Pink Floyd (¡la de veces que de joven escuché “The Dark Side of the Moon”!), resumió en una palabra la cultura que él defendía. Esa palabra era, es, “empatía”. Podemos definirla así: la capacidad para conectar con los otros y las otras, con su sufrimiento si es el caso, sumado al deseo de luchar para finalizar con esa situación (si es un sufrimiento injusto). Las dos cosas, una y otra, conexión y lucha, sin olvidar la conjunción copulativa. Yo también suscribo la importancia de esta palabra, tomada y vivida en serio, no como adorno o para “profundas” y a veces aparentes discusiones teóricas. Y matizo: como a veces esos otros no merecen mucha consideración moral ni siquiera en su sufrimiento (pienso en Eichmann, Himmler o Mengele, por poner ejemplos distantes, hay algunos más cercanos), conviene modificar esa palabra, “empatía” y hablar en su lugar de “compasión racional temperada”.
Algo sobre todo esto comentó en clase una vez el profesor Fernández Buey a propósito de Cornelius Tácito. El cónsul y escritor romano relativizó la concepción heredada de la polaridad entre civilización y barbarie (la barbarie, por supuesto, siempre son los otros; nosotros siempre somos la civilización, lo óptimo, hasta el punto de exportar “nuestra civilización” a tierras lejanas con procedimientos tan contundentes como los bélico-atómicos). Tácito introdujo la sospecha sobre el valor moral de esa distinción entre civilización (nosotros) y barbarie (los otros) de la forma siguiente: “Nadie ríe allí [entre los germanos, los otros] los vicios; y al corromper o ser corrompido no se llama allí [como entre nosotros, los civilizados] vivir con los tiempos”.

No es necesario señalar la “actualísima actualidad”, perdonen el pleonasmo, de la segunda parte de esta conjunción, sobre todo este “vivir con los tiempos” y considerar ingenuo-idiota-utópico a quien no quiere vivir conforme a la inmoral moral hegemónica de “estos tiempos” que, por cierto, tanto nos recuerdan a otros a los que ya somos viejecitos-jubilados y mostramos o estamos a punto de mostrar canas en abundancia.

El quinto presupuesto, voy finalizando. No simpatizo en exceso con muchas de las reflexiones de Arthur Schopenhauer y menos aún con algunas de sus acciones políticas. Pero este pasaje de una de sus obras de difícil nombre, Parerga y paralipómena, me parece (parcialmente) entrado en razón. Dice así:
“La virtud no se enseña, ni tampoco el genio; la idea que se tiene de la virtud es estéril y no puede servir más que de instrumento, como ocurre del arte con las cosas técnicas. Esperar que nuestros sistemas de moral y nuestras éticas puedan formar personas virtuosas, nobles y santas es tan insensato como imaginar que nuestros tratados de estética pueden producir poetas, escultores, pintores y músicos.”

He dicho “parcialmente” porque yo sí que creo (mejor dicho: sí que opino), que nuestros tratados y consideraciones sobre la virtud, lo correcto y el bien (con diversidad de puntos de vista sobre estas cuestiones), adecuadamente explicados y transmitidos, y también y sobre todo nuestro hacer, nuestro ejemplo, tienen su efecto en la comunidad, aunque el efecto no sea completo y esté garantizado. Una ilustración que viene a mi mente y también a mi corazón por amistad y relaciones familiares: lo mucho que hemos avanzado, por los ejemplos, la vida y las explicaciones, en la consideración de los derechos de las personas, de todos nosotros, en asuntos tan decisivos para nuestro Ser, que es cuerpo y alma, como nuestra orientación sexual. De burros de atar, machistas, zafios e intolerantes de atar hemos pasado a ser hombrecitos más amables, abiertos, menos machos-alfa y más comprensivos. No digo que todo este hecho, queda mucho por hacer, pero hemos recorrido ya una parte del camino.

La última consideración. Si tuviera que elegir un pasaje, un fragmento, una reflexión filosófica, no dos ni tres, solo una, directamente relacionada con nuestro asunto, una reflexión que me siga tocando como la primera vez que la leí a los 19 o 20 años y a pesar de los muchos años transcurridos, tendría que referirme al epílogo de un libro que estudié con muchas dificultades en mis años de estudiante de Filosofía. Les hablo de la kantiana Crítica de la razón práctica. El pasaje en cuestión, muy breve, dice así: “Dos cosas llenan mi ánimo de creciente admiración y respeto, a medida que pienso y profundizo en ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí”. En otras versiones la traducción es esta: “Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevos y crecientes cuanto más reiterada y persistentemente se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado que está sobre mí y la ley moral que hay en mí”. Ambas versiones son buenas en mi opinión y ambas nos afectan en lo más profundo.

Immanuel Kant (1724-1804)

Tras estas prendas poliéticas esparcidas en esta ágora, continúo con un chiste sobre conejos, sobre el sexo de un conejo. ¿Por qué? Porque el resto de mi intervención pueden pensarla como un intento de superación de la disyuntiva, disyuntiva excluyente aparentemente, que en él se nos dibuja. Dice más o menos así: ¿cómo diferenciar al científico del filósofo? Veamos cómo obrarían ambos para determinar el sexo de un conejo. El primero, el científico, observaría el animal, lo trataría con cuidado, palparía, miraría donde hay que mirar, y luego diría: conejo o coneja. El filósofo lo miraría desde la distancia, reflexionaría profundamente sin acercarse ni tocarlo, y luego diría: “si blanco conejo, si blanca coneja”.

La solución, ya sé que los chistes no tienen solución, al final de todo.

IV. Definiciones

Viene ahora un movimiento un poco pesado, mucho más bien. No queda otra. Defino y relaciono brevemente, tiene que ser brevemente, algunos conceptos esenciales de nuestro asunto… Pero como queda poco tiempo me lo voy a saltar, sin más, aunque aquí hay mucha cera que guardar.

Empiezo por política. Una definición muy cercana a nosotros sería la de Domenico Moro. En un reciente artículo suyo titulado “Soberanía, Estado y relaciones entre clases en la época del euro” (El Viejo Topo, octubre de 2018), el pensador italiano definía la política en los siguientes términos: “El euro o, más concretamente, la integración económica y monetaria (UEM), no es un mero proyecto económico; es un proyecto político, entendiendo por política la capacidad de orientar y gestionar las relaciones de todas las clases sociales entre sí y con el Estado”.

Hay mucha cera que cortar en esta aproximación pero déjenme remarcar sólo un nudo, el de orientar y gestionar las relaciones de las clases en lucha.

Platón

Platón, en el Protágoras, nos da una analogía en la que viene a decir que la política es un don de los dioses otorgado a los hombres para evitar su recíproca aniquilación, visto que, como las bestias, los seres humanos tendemos inevitablemente a entrar en conflicto uno con otros y, además, y a diferencia de aquéllas, la técnica ha puesto en nuestras manos armas de poder destructivo inmensamente superior al de las simples garras y colmillos de las fieras.

Aristóteles

Otra definición clásica, de Aristóteles en este caso, del gran lector, dice así: “Todo arte y toda investigación e, igualmente, toda acción y toda elección libre parecen tender a algún bien. […] Si, por tanto, de las cosas que hacemos hay algún fin que queramos por sí mismo, y las demás cosas por causa de él […], es evidente que este fin será lo bueno y lo mejor. […] Si es así, debemos intentar determinar, al menos esquemáticamente, cuál es este bien y a cuál de las ciencias o facultades pertenece. Parecería que ha de ser la suprema y directiva en grado sumo. Esta es, manifiestamente, la política”.

Curiosamente este que les he leído es un paso no de Política sino de Ética a Nicómaco (1094a-b. Gredos, Madrid, 1985). Si mi memoria ha acuñado bien esta moneda, el primer libro publicado por una imprenta de Barcelona fue precisamente una de las Éticas de Aristóteles, traducida al latín, no recuerdo el traductor. Hacia finales del XV, hacia 1473.

Aristóteles, como buen platónico, relaciona el sumo bien con la política. Moro, 24 siglos después, la entiende como la capacidad de orientar y gestionar, de la mejor y más justa forma posible (el añadido es mío, pero debe ser esa la concepción de política justa de Moro), las relaciones de todas las clases entre sí y con el Estado.

Podemos unificarlas: la política, en su sentido más noble, sería el intento de organizar y gestionar la polis, el Estado, las instituciones, los troncos y ramas de ese Estado, también las organizaciones ciudadanas, de la mejor forma posible para el conjunto de la ciudadanía, y, especialmente, añado yo ahora, organizar y gestionar de la mejor forma posible pensando, sobre todo, en los sectores sociales más desfavorecidos, en los más débiles (mucho de ellos con nombre de mujer), “los perdedores” que diría con desdén y desprecio el señor o lo que sea Donald Trump.

Si eso es la política, lo que se suele llamar, tal vez con poca modestia gnoseológica, “ciencias políticas”, sería el estudio del conjunto de hipótesis, afirmaciones, descripciones, teorizaciones y prácticas, con mucha historia por detrás y mucha cera que cortar, de la praxis políticas, de las prácticas y teorías políticas a lo largo de la historia de la humanidad.

La filosofía política, una reflexión de segundo grado, podría ser entonces el estudio de algunos conceptos básicos de estas disciplinas -poder, justicia, libertad, fraternidad, Estado, Constitución, derecho, deberes, democracia, ciudadanía, solidaridad, dependencia, Centro-Periferia, colonialismo, desarrollo desigual, participación política, y tantos otros-, estudio de esos conceptos básicos, decía, y también de la fundamentación racional-empírica de las propuestas políticas en liza y de las grandes cosmovisiones políticas: liberalismo, socialismo, republicanismo, ultraliberalismo, teología de la liberación, cristianismo social, el comunismo libertario, el conservadurismo, el pensamiento reaccionario, etc.

Desde este punto de vista, la política entendida y practicada como búsqueda sin miramientos del poder, de todo poder, o como mecanismo de acumulación de capital propio (en nuestro país tenemos ejemplos presidenciales de ello, también ejemplos de exalcaldes de esta ciudad que no supieron-quisieron estar a su altura), estaría fuera del foco descrito. Desviaciones, senderos extraviados, del propósito verdadero. Algo así como un físico que confundiera masa con peso, velocidad con aceleración y trabajo con entropía dijera que lo suyo también es ciencia física, que también lo suyo es parte de la vida cultural de la ciudad, y obtuviera beneficios de todo ello trabajando para una multinacional de la confusión mental.

La otra parte del dueto, el otro término que compone poliética es algo más complicado o cuando menos a mí me lo parece. La aproximación que les dibujo deja muchas cosas en el tintero. Me baso, como les he señalado, en observaciones y reflexiones de Francisco Fernández Buey.

Francisco Fernández Buey (Palencia, 1943-Barcelona, 2012)

Moral viene de la palabra latina mos, mores, que significa costumbre o costumbres. Lo que llamamos moral tiene que ver, en primera instancia, con los hábitos o costumbres del ser humano. Esto no quiere decir que todos nuestros hábitos o costumbres o hábitos sean morales en el sentido en que habitualmente empleamos hoy esta palabra. Si así fuera, la moral se identificaría con la antropología, la sociología o la etología, con la descripción y análisis de los diferentes comportamientos o costumbres. No es eso.
Hay conductas o comportamientos amorales, no sólo en la acepción de ‘inmorales’ (comerciar con órganos humanos, por ejemplo) sino también en la acepción de ‘extramorales’. Por ejemplo, visitar la UNED de SCG todos lo miércoles por la tarde y saludar a los amigos.

En su origen, la delimitación de lo que es moral parece haber tenido que ver con el lugar en que habita el ser humano, con la casa, con la morada, el espacio material de la costumbre en el caso específico de los seres humanos. Lo mismo que economía, oikonomia, que Aristóteles distinguía de la crematística (nuestro concepto de economía, que no es el suyo). Un eco de ese origen queda todavía en nuestra consideración de lo moral como algo que está íntimamente ligado a la privacidad, a las acciones y hábitos característicos de la vida privada del ser humano.

Nuestra cultura greco-judeo-cristiana (que no es la de todos los humanos; humanes, para evitar el sexismo, decía un antiguo profesor mío de lógica y filosofía de la ciencia, Jesús Mosterín, fallecido por un mesotelioma derivado del amianto que inhaló en una fábrica cercana a su lugar de veraneo en Bilbao), nuestra cultura gjc, decía, nos ha impuesto intensamente un matiz importante, a saber: en la medida en que se refieren a esa peculiar cualidad de los actos humanos por la que decimos de ellos que son “buenos” o “virtuosos”, moral y moralidad se presentan como nociones que se predican de la morada interior del ser humano, remitiendo a su fuero interno, a la parte que se suele denominar espiritual de su estar en mundo. A nuestra conciencia por decirlo rápido.

En cualquier caso, y en una primera aproximación, sea por historia, por tradición o por convención, se suele decir que moral es el comportamiento o conjunto de comportamientos humanos y normas de conducta que consideramos generalmente como válidos. Cuando juzgamos tal o cual conducta, comportamiento o costumbre como válida, correcta o moralmente adecuada estamos dando por supuesto dos cosas: que en el hacer algo o en el comportarse hay intención manifiesta o una cierta finalidad, y que existe algo así como una norma o criterio con respecto al cual juzgar. Cuando esta norma de las que les hablo es aprehendida con el carácter de una exigencia de obligado cumplimiento se convierte en ley, en ley moral, eso de lo que Kant hablaba, les recuerdo, con palabras inolvidables.

El lenguaje corriente u ordinario, como dirían los analíticos, no distingue entre los términos ‘moral’ y ‘ética’. En la vida cotidiana usamos ambos, indistintamente, para referirnos a conductas y comportamientos del ser humano; también para referirnos, como les decía, a las normas por las que se rigen éstos.

En el griego antiguo existían dos palabras, êthos y éthos, cuyos sentidos, aunque mutuamente vinculados, no son del todo equivalentes: êthos se puede traducir por ‘carácter’, mientras que éthos tiene el sentido de ‘hábito’. Decimos, por ejemplo, que tal o cual conducta o comportamiento es moral o inmoral, ético o contrario a la ética, queriendo significar que es “bueno” o “malo”, de acuerdo con un determinado código o conjunto de normas que compartimos con los más próximos o no tan próximos, o que consideramos generalmente aceptadas. Y, tanto si usamos una palabra como la otra, tendemos a suponer en la mayoría de los casos que este código o conjunto de normas es o puede ser universal, o sea, compartido por todos y cada uno de los miembros de la especie humana, con independencia de las diferencias culturales.

Desde un punto de vista técnico-filosófico las palabras ‘moral’ y ‘ética’ no tienen idéntico significado. Se entiende así que moral es el conjunto de comportamientos y normas que solemos aceptar como válidos, y que la ética es la reflexión sobre por qué los consideramos válidos, lo cual incluye la comparación con otras morales que tienen personas diferentes. Según esta distinción, lo moral o la moral es el objeto de la ética. La ética hace tema de lo moral, lo tematiza reflexionando sobre ello. Por eso se suele decir que la ética es la filosofía moral o disciplina filosófica que estudia las reglas morales y su fundamentación. O también: la ética es la teoría (el saber o ciencia, entendida en un sentido amplio) del comportamiento moral de los hombres en sociedad.

Conviene señalar algunos apuntes sobre estas distinciones.

Primera: ha habido casi tantas éticas o filosofías morales como morales propiamente dichas y no hay acuerdo entre los filósofos sobre cuál sea la mejor manera de fundamentar las reglas morales. De ahí, la diversidad de éticas. La poliética, en un sentido trivial de la palabra, sería eso, existencia de muchas éticas.
Segunda: que en lo que hace a la reflexión moral y/o ética, los filósofos suelen distinguir varios niveles: a) la reflexión moral: la que atiende a preguntas del tipo: “¿debo hacer X?”; b) la ética normativa: la reflexión que se plantea preguntas del tipo “¿por qué debo hacer X?”; c) la metaética: la reflexión de segundo grado sobre las grandes palabras de la ética (‘bueno’, ‘bondad’, ‘virtud’) y que versa, por tanto, sobre preguntas del tipo “¿está bien planteada la pregunta anterior?”, “¿por qué lo está o deja de estarlo?”; d) la ética descriptiva, que es la que se plantea preguntas del tipo siguiente “¿cree A que debe hacer X?” (donde A refiere a un agente individual, un pueblo, una cultura, un grupo religioso, etc.). Las preguntas de tipo a solicitan un consejo; las de tipo b piden justificación; las de tipo c demandan aclaraciones sobre significados y usos de los términos normativos; y las de tipo d reclaman informaciones descriptivas.

En síntesis, déjenme que se lo resuma un poco a lo bruto, un lío, un buen lío.

Pues bien, esta distinción-separación entre lo que los filósofos analíticos han llamado, con algo o mucho de suficiencia, “lenguaje ordinario” (que suena casi a ordinariez), nuestro uso habitual de la lengua, y la distinción filosófica que les he apuntado, era disuelta por el profesor Francisco Fernández Buey de una forma que comparto. Decía el autor de Ética y filosofía política:

Propongo, por tanto, adoptar como criterio el siguiente: usar las palabras ‘moral’ y ‘ética’ como las usa la mayoría (para evitar, entre otras cosas, la pedantería y la jerga especializada), pero atenerse, cuando haga falta, a algunas precisiones sobre los conceptos que se expresan en estas palabras y que han sido aportadas por la minoría, en este caso, por la minoría que representan los filósofos. Y no dar por supuesta tampoco, al menos de entrada, la adscripción de nadie a una determinada corriente ética en particular para así favorecer la argumentación y el diálogo.

No precipitarse, pues, y mantenerse cercano al usual uso del lenguaje. De acuerdo.
Algunos apuntes más si la paciencia no se ha alejado de ustedes.

El comportamiento moral de tal o cual persona, su comportamiento real, no depende ni se sigue de los discursos o estudios que circulan con el nombre de moral. Esto se sabe desde antiguo. “Los discursos éticos –decía Aristóteles– no tienen eficacia más que sobre las almas bien nacidas”. En general, solo los seres humanos ya buenos atienden a los argumentos sobre la bondad y la corrección. Los otros vienen a decir “a mí no me líes, que no soy tonto ni ingenuo; mi interés propio o lo que creo por tal por encima de todo; lo que veo todos los días del año 35.000 veces por minuto en mis alrededores. No soy ni pretendo ser una alma bendita. Para eso ya están los ángeles que son pocos e incluso los angelitos de Machín”.

Coincido parcialmente con estas afirmaciones bastante pesimistas. Empero, en mi opinión, los ejemplos morales, los buenos ejemplos morales, la propia reflexión, no tanto los discursos, nos pueden hacer mejor a los demás, si tenemos las mínimas condiciones de posibilidad para ejercer de agentes morales (no es fácil en casos de desesperación o cuando no se tiene lo básico, lo elemental). Y eso aunque no seamos “almas bien nacidas” sino seres nacidos con algunas limitaciones. Lo hemos comentado antes.

Albert Camus (1913-1960)

De hecho, Albert Camus advirtió en El mito de Sísifo que no se puede disertar sobre la moral. ¿Cómo que no se puede disertar si lo estamos haciendo? Quería decir más o menos que él, como casi todos nosotros, había visto a personas “obrar mal con mucha moral” y había comprobado en más de una ocasión, ustedes también seguramente, que la honradez no necesita reglas.

Yo tengo en mis padres, analfabetos ambos no por elección sino por la dureza de la vida y por eso que llamábamos hace años “la lucha de clases”, un ejemplo moral que no necesita reglas, que sale de uno o de una. Sin más. Tussy Marx y su hermano Freddy, el hijo no reconocido por Marx, también estaban hechos de esa pasta. Sin grandes reflexiones, saliendo de dentro. No se necesita leer a Platón, Kant o Hegel para comportarse con decencia. Mi maestro, de nuevo FFB, lo decía en estos términos:
La tesis de que un gran consumo de jabón demuestra una especial limpieza no es aplicable a la moral, donde es más justa la otra proposición: que una exagerada manía de lavarse no indica una conciencia muy limpia. Sería un experimento interesante limitar el uso de la moral (de cualquier clase que sea). Contentarse con ser moral en casos excepcionales, cuando sea aconsejable; en todo lo demás, considerar el propio obrar como la necesaria estandarización de tornillos y lapiceros. Es cierto que entonces no se darían muchas cosas buenas, pero sí algunas mejores.

Empero, afirmaciones como éstas de Camus o de FFB son también reflexiones morales o metamorales, de modo que no han de entenderse como una llamada al inmoralismo o a que suene la música por Antequera o por donde sea. Nada de eso. Son más bien una crítica a la hipocresía que suele acompañar el hablar a todas horas de moral y hacer y vivir inmoralmente. Ustedes lo saben, ustedes habrán vivido ejemplos así en sus alrededores.

Un apunte más sobre estas delimitaciones.

Decir que hay distintas éticas no equivale a afirmar el relativismo moral, o sea, no equivale a decir que, como hay muchas opiniones sobre esto, “todo vale” o que “todo es según el color del cristal con que se mira” o que “todo depende de la cultura, tradición o cosmovisión en que se esté”, en que se viva o haya vivido. En absoluto. Cuando se dice que hay distintas éticas (o reflexiones más o menos filosóficas sobre el por qué de nuestros criterios morales), cuando se afirma la existencia de la poliética en ese sentido, lo que se quiere decir es una de estas dos cosas: que también la reflexión ética (como las costumbres y hábitos de las personas, que son su objeto) está afectada por las diferencias entre culturas, o bien que dentro de una misma cultura hay diferentes criterios tanto a la hora de fundamentar las normas morales como a la hora de establecer cuáles son los valores morales preferentes: la felicidad en general, la virtud, la excelencia, el amor al prójimo, el placer individual, la modestia, el ideal incondicionado, la utilidad, la libertad, el beneficio personal, el altruismo, la armonía interior, la docta ignorancia, la prudencia aristotélica, el servir a Dios, el seguir a un determinado líder espiritual y/o político, etc. De casi todo hay en el viña del señor y en este mundo en el que todo o casi todo parece desvanecerse en el aire.

Bartolomé Las Casas (1484-1566)

Así, pues, el reconocimiento de la diversidad cultural y, por tanto, del carácter relativo de las conductas o comportamientos humanos no implica, sin más, relativismo moral es algo que se puede argumentar bien en el marco de la historia de las ideas. Bartolomé de las Casas y Michael de Montaigne, que han sido dos de los más importantes descubridores del relativismo cultural en los orígenes de la modernidad europea, no fueron, sin embargo, relativistas morales sino más bien universalistas: explicaron, aceptaron y comprendieron la diferencia de costumbres; criticaron el fundamentalismo o esencialismo de la propia cultura allí donde ésta despreciaba o minusvaloraba tales o cuales hábitos de las otras culturas, pero, al mismo tiempo, afirmaron que el reconocimiento de la diferencia cultural no equivalía a negar la posibilidad de argumentar racionalmente en favor del universalismo.

Un buen ejemplo contemporáneo de que la admisión del relativismo cultural no conduce necesariamente al relativismo moral es la obra de uno de los intelectuales que a mí más me impresionaron desde siempre, el palestino-norteamericano Edward Said, ya fallecido, premio Príncipe de Asturias con su amigo, uno de los músicos y artistas que más merecen nuestro reconocimiento, Daniel Barenboim, el que fuera esposo-compañero de la inigualable Jacqueline Du Pré.

Nos queda hablar de poliética y ya estamos.

Poliética es un término ambivalente. Sugiere al mismo tiempo, de nuevo tomo pie en el profesor Fernández Buey, pluralidad de éticas y fusión de lo ético y lo político. Hemos hablado de ello.

Lo primero, la admisión de la pluralidad de éticas, es algo que se deriva de la insatisfacción ante las morales que, en singular, una sola moral, la verdadera, la auténtica, la única admisible, empujan, imponen o intentan dominar en determinadas sociedades. Cuando se habla a veces del estilo de vida occidental, como si fuera único (sin serlo) y, además, el único admisible o el único que vale la pena vivir, se apunta a esta unicidad moral que intenta superar el concepto de poliética entendido en este primer sentido. No hay una ética, hay muchas éticas, sin que ello implique, como hemos visto, un radical relativismo moral o ético (no digo cultural) que personalmente no comparto.

En esta primera acepción del término, nos ubicaríamos en coordenadas descriptivas, no normativas. Las cosas, nos gusten o no, son así, andan de este modo.

La segunda acepción, la necesidad de una fusión o de una entente cordial entre la ética y la política es un desiderata, una vieja aspiración, que nació, señalaba el profesor Fernández Buey, “en la época de la ascensión de las masas a la política y de la manipulación política extrema de las masas”. Ni que decir tiene que esta manipulación extrema de amplios sectores de la ciudadanía es pan nuestro de cada día o, si lo prefieren, plato diario en las políticas realmente existentes de muchas sociedades contemporáneas. Desde hace años. Por no hablar de lo más cercano, no desearía herir ningún sentimiento, baste con que piensen en lo sucedido en la primera vuelta de las elecciones brasileñas e incluso en los apoyos otorgados por grandes figuras del fútbol internacional, algunas de ellas ex jugadores del Barça (uno de ellos creo que es su embajador o algo así), a un político profesional de la bajura poliética de Jair Bolsonaro.

Esa aspiración de fusión se mueve entre tradición e innovación: arranca de la necesidad de distinguir analítica y metodológicamente entre ética y política, distinción que conviene tener en cuenta en nuestros análisis teóricos, pero rechaza las consecuencias de la separación absoluta entre lo público y lo privado. Una de las consecuencias de esa separación sería la generalización de la doble moral. En el fondo, hay aquí una crítica a la afirmación, bastante extendida en el interior de la cosmovisión neoliberal, más que en la liberal propiamente, según la cual “los vicios privados producen virtudes públicas”. La codicia, por ejemplo, la búsqueda permanente del penique o del euro generaría, milagrosa o azarosamente, el bienestar colectivo, la justicia. El bien común a partir de los males individuales o de los comportamientos poco o éticos. Digan lo que digan es paradójico y no hay garantías.

Paul Feyerabend (1924-1994)

Entendida como deseo de fundir ética y política, la poliética sería una propuesta normativa, no siempre explícita, que arrancaría de dos observaciones. En primer lugar, de nuevo tomo pie en FFB, “de la observación de que la separación entre ética y política, establecida en los orígenes de la modernidad europea, tiene fundamento metodológico pero ha sido pervertida en la vida práctica de las sociedades”. La política se ha convertido en otra cosa, en lucha por el poder, en lucha despiadada y sin muchos miramientos. En general, no digo siempre, aunque estaba a punto de decirlo, es admisible, vale, cuenta, tiene interés, lo que da poder, lo que nos aproxima al poder, lo que nos permite ganar elecciones, mandar más en los partidos u organizaciones o ganar en influencia social por ejemplo. Y en eso, como dijo un físico y filósofo austriaco, Paul Feyerabend, refiriéndose a otros asuntos, los epistemológicos, a temáticas de método y ciencia, todo valdría… O, si quieren, casi todo valdría, añadiendo que la distancia entre el casi y el todo es aquí casi infinitesimal.

La segunda observación en torno a esa fusión señalaría que los principales problemas que llamamos políticos remiten a principios éticos sólidos, fuertes, poco negociables, y, viceversa, que no hay apenas asunto relativo a los comportamientos privados que, en última instancia, no acabe en consideraciones políticas o jurídico-políticas. En el fondo: la recuperación de la totalidad perdida, lo que tiene que ver con los asuntos públicos, con los comportamientos ciudadanos en el ágora una vez que se ha admitido que, por razones analíticas o metodológicas, conviene mantener separados el juicio ético y el juicio político.

Ya está. Lo dejo aquí. La arista de delimitaciones conceptuales sé que ha sido entre pesada y muy pesada. Reitero mis disculpas.

V. Ilustraciones

Permítanme ahora dar algunos ejemplos que pueden ilustrar el asunto que estamos comentando, el de la posibilidad real de esta fusión con restos de ética y política. Como habíamos pensado inicialmente una conferencia sobre educación y valores en una ciudad trabajadora como Santa Coloma daré al final algún ejemplo relacionado con el tema. Pero mi primer ejemplo tiene que ver con un asunto esencial para todas y todos, y además de esencial, urgente. Hemos oído hablar de él mil veces, tal vez más. Me refiero al cambio climático antropogénico y los escenarios dantescos (en plural, no en singular) a los que nos enfrentamos.

Algunos datos para situarnos:

Los incendios forestales de 2017 -un solo año- pusieron más ceniza en la atmósfera que respiramos que 10 años de erupciones volcánicas.

Las intensidades caloríficas emitidas por los incendios de julio y octubre en Portugal en 2017 fueron, respectivamente, 68 y 142 veces la intensidad calorífica de la bomba sobre Hiroshima.

Entre 1901 y 1910 se tuvo constancia de 82 desastres (10 o más muertos, o 100 o más heridos, o decreto de estado de emergencia) asociados al clima; entre 2002 y 2013, 100 años después, también una década, su número es 4.000 (es decir: 49 veces más). Por lo demás, ha habido una media de 355 desastres anuales entre 2005 y 2015. Los desastres, además, son más frecuentes en los países de renta media o baja. Desde 1990 se han duplicado en estos países.

Desde 1870 a 2000 el mar se elevó 20 centímetros de media. Desde 1993 hasta 2017, en apenas 24 años, se ha elevado 8,8 centímetros (a este ritmo, en el período anterior, se hubiera elevado casi medio metro, 47,7 cm).

Para unos 650 millones de personas, todo esto significa vivir en zonas de inundación crónica; para los 51 estados insulares, un desastre.

Países con más riesgos por la elevación del nivel del mar: China, el 4% de su población estaría afectada; en Vietnam, el 26%; en Japón, el 10%; en los Países Bajos, el 47%; en el Reino Unido, el 4%; en Alemania, el 2%. No sigo.

La calidad de vida de las generaciones futuras va a depender de lo que hagamos en las próximas tres décadas, 30 años, no más. Hemos agotado todas las prórrogas. Hemos ido a los penaltis y estamos a punto de lanzar el último, a pesar de tener información sobre ello desde hace más de un siglo y con mayor concreción e información desde más de 35 años. Hemos oído, hemos hablado, hemos criticado, hemos hecho mucha teoría (y mucha teoría de la confusión, del no sabemos, del no es seguro, algunas multinacionales petroleras son especialistas en esto) y hemos hecho muy poco o casi nada. No hemos llegado a saber lo que realmente ya sabíamos. Se puede explicar por razones psicológicas: siempre es difícil asimilar los escenarios que nos perjudican. Hay otras razones que tienen que ver con los privilegios, el poder y el sálvese el último. Por lo demás, el optimismo tecnológico, una tecnofilia exagerada, vertebra las cosmovisiones de muchos de nosotros: ya inventaremos algo que lo resuelva. No somos suicidas, no somos tontos. Somos, al mismo tiempo, la especie de la hybris, de la exageración, de la soberbia… y de la confianza exagerada, sin justificación, en la tecnociencia.

La humanidad está en el umbral de un fracaso de proporciones colosales en su intento por mantener (no hablo de eliminar, ya no podemos) el calentamiento global en un nivel moderado. Si se quiere evitar que el cambio de la temperatura mundial alcance una cota superior a los 1,5 grados Celsius (estamos cerca de un grado), lo que llevaría a un desastre de dimensiones cataclísmicas, se requiere que todas las economías del mundo apliquen medidas sin precedente para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Todas, sin excepción, especialmente las más importantes: Estados Unidos, China, Alemania, Japón, Brasil, Reino Unido, etc.

Esta es la principal conclusión del informe especial del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) dado a conocer el pasado 6 de octubre. El IPCC, como saben, es el brazo científico de Naciones Unidas sobre este tema del calentamiento global.

El contenido del este último informe (en su redacción han intervenido voces no científicas con la intención de que la exposición sea más digerible) relata con todo detalle lo que va a ocurrir, lo que puede ocurrir con alta probabilidad, si nos mantenemos en los 1,5°C de aumento sobre los niveles preindustriales y advierte de lo que ocurrirá si dejamos que se encarame hasta los 2°C. ¿Y más allá? Más allá: monstruos como decían los marineros cuando llegaban a la línea que marcaba el límite del océano en sus cartas de navegación.

En síntesis: nosotros, la especie humana se ha convertido en una verdadera amenaza para la vida en el planeta. Todos los acontecimientos históricos de los humanos modernos, desde el descubrimiento de la agricultura (la población humana apenas superaba los 5 millones), hasta la, digamos, conquista del espacio, han ocurrido en este (breve) período de tiempo: 10.000 años, 10 milenios, 100 siglos (100 humanes de vida prolongada de 100 años, cogidos de la mano, uno tras otro). Hemos destruido casi la mitad de los bosques naturales que cubrían los continentes hace apenas 2.000 años; hemos provocado la desaparición de miles de especies de plantas y animales; hemos contaminado los suelos, el agua y el aire con sustancias tóxicas de nuestra propia invención; hemos llenado los océanos con desechos químicos y plásticos que amenazan la vida marina; hemos generado una peligrosa basura espacial; hemos alterado los ciclos de las precipitaciones y aumentado la intensidad y frecuencia de los huracanes. Y así siguiendo. Como especie, somos con diferencia la más destructiva. No somos ángeles.

Un matiz complementario. El trastorno climático no puede atribuirse sin matices a toda la humanidad, ese hemos que he usado no es correcto, porque significaría desconocer que en cada país la sociedad está atravesada por múltiples mecanismos de división y segmentación, entre ellos los de la clase, el género, la “raza”. Considerando esas divisiones, entre las cuales se destaca la de clase, las modificaciones climáticas han sido generadas a nivel mundial por ciertos países (a la cabeza de los cuales se encuentra USA) y por los sectores sociales opulentos y acaudalados del mundo… Los que soportan en forma directa las peores consecuencias del desastre climático y ambiental son los pobres, los trabajadores, los humildes, porque ellos viven en condiciones de pobreza o de miseria, frecuentemente sin lo elemental para enfrentar contingencias como las que representa un huracán.

Paul Krugman (1953)

No tengo tiempo para comentarlo pero convendrá analizar un escrito de Paul Krugman, el Nobel de Economía, en el NYT en el que dada cuenta recientemente de la situación: “Trump y los negacionistas del cambio climático”. Abría su artículo con estas palabras:
“El cambio climático es un engaño. El cambio climático está ocurriendo, pero no es provocado por el hombre. El cambio climático es provocado por el hombre, pero hacer algo al respecto podría destruir empleos y acabar con el crecimiento económico. Estas son las etapas de la negación climática. O tal vez sea incorrecto llamarlas etapas, pues los negacionistas en realidad nunca abandonan un argumento, sin importar qué tan plenamente haya sido refutado por la evidencia. Es mejor describirlas como ideas cucaracha: afirmaciones falsas que uno pensaría de las que ya se deshizo, pero que siguen regresando”.

De cualquier modo, prosigue PK, “el gobierno de Trump y sus aliados —a la defensiva por otro huracán mortífero aumentado por el cambio climático y un amenazante informe de las Naciones Unidas — han utilizado todos esos malos argumentos en los últimos días. Diría que fue un espectáculo estremecedor, pero es difícil estremecerse estos días. No obstante, fue un recordatorio de que ahora nos gobierna gente que está dispuesta a poner en peligro la civilización en aras de la conveniencia política, sin mencionar las mayores ganancias para sus amigos del combustible fósil.

Krugman escribe “ahora” pero no logro ver que los gobiernos usamericanos anteriores obrasen con criterios muy diferentes. Finaliza así su nota:

“En resumen, aunque los argumentos de los negacionistas del cambio climático siempre fueron débiles, se han debilitado aún más. Incluso si realmente te habías dejado convencer por los negacionistas hace cinco o diez años, los acontecimientos posteriores debieron haberte hecho reconsiderar. En realidad, claro está, el negacionismo climático nunca ha tenido mucho que ver ni con la lógica ni con las pruebas; como dije, los que niegan el cambio climático claramente debaten de mala fe. En realidad no creen en lo que están diciendo. Solo buscan excusas que permitan a gente como los hermanos Koch seguir haciendo dinero… Una forma de pensar en lo que está ocurriendo aquí es que es el mejor ejemplo de la corrupción trumpiana: tenemos buenas razones para creer que Trump y sus compinches están vendiendo a Estados Unidos para obtener ganancias personales. Sin embargo, tratándose del clima, no solo están vendiendo a Estados Unidos, están vendiendo al mundo entero.
¿Algo qué decir desde un punto de vista ético ante la situación descrita? Mucho, el resto no puede ser silencio. Una idea básica: se impone una rectificación urgente en nuestra forma de estar en el mundo, en nuestro forma de producir, de consumir y de tratar a la Naturaleza. Sobre todo si tenemos en cuenta aquella ampliación de Hans Jonas del imperativo kantiano: hay que incluir en la Humanidad a las futuras generaciones, tenemos un deber con ellas. Con nosotros no debe finalizar la Humanidad. No basta con pensar en nosotros, aunque ese nosotros seamos todos los de ahora.

No se me ocurre ninguna o casi ninguna posición moral, ninguna ética razonable, sea de nuestro gusto o no en muchas de sus aristas, sea laica, religiosa, semireligiosa, poco o muy fundamentada, que se quede muda ante un problema de estas dimensiones o que diga que no pasa nada, que un ser todopoderoso, X, Y o Z, ya nos ayudará o que en sus manos está nuestro Ser y su creación y ya está, a seguir con lo mismo.

Sólo una muy mala lectura del carpe diem, toma el día y que los de mañana se apañen, podría objetar lo que les acabo de señalar. Sería como la frase que se le atribuye a Luis XIV: “aprés moi, le déluge”, después de mi el diluvio. No es eso, no debe ser eso. Nada que ver con la noción de hedoné de Epicuro, si entendemos bien el concepto de placer que vindicaba el gran filósofo atomista de Samos, en una de las primeras escuelas filosóficas en que el papel de la mujer-filósofa contó (Sofía y filosofía son nombres femeninos no lo olvidemos).

¿Y desde un punto de vista político? Pues tampoco parece que se puedan plantear muchas objeciones más allá de tomar conciencia de las enormes dimensiones del asunto, de lo poco que se ha hecho, de nuestra enorme responsabilidad (más de unos que de otros) y de la complejidad para hacer pedagogía de un asunto que toca algo esencial: nuestro forma de vivir, nuestro forma de estar en el mundo.

Ética y política pueden aquí conjuntarse sin choque. Una poliética bien entendida obraría aquí sin generar alarmas pero sin ocultar las enormes dimensiones de la situación la que nos enfrentamos. Pensando en nosotros y pensando en nuestros hijos, nietos y biznietos. Lo que no vale es no decir o decir barbaridades como las que hemos oído recientemente al presidente usamericano, aunque incluso alguien como él parece que está rectificando o matizando: dice que algo pasa con el tiempo, aunque sostenga que la causa del mismo no es antropogénica.

Tampoco valdría, y esta opción tiene sus partidarios, sus alocados partidarios, jugar al adaptarse sin cambios sustantivos. Esta es la civilización del capital, no hay otra, no hay alternativa, como decía aquella primera ministra que, incomprensiblemente para mí, fue aconsejada por uno de los grandes filósofos del siglo XX, Sir Karl Popper. Y como no hay alternativa, y como el capitalismo es eterno, como es la única forma de producir, distribuir y consumir (y acumular capital la minoría que acumula capital), de lo que se trata es que vivamos o malvivamos con sus consecuencias. A lo hecho, pecho y heridas, muchas heridas.

¿Recuerdan aquella hermosa y dura película que se tituló en castellano Danzad, danzad, malditos, una película dirigida por Sydney Pollack y protagonizaba por una inolvidable Jane Fonda? Pues lo mismo: adaptaos, adaptaos, malditos, dirán ahora. Y si no, peor para vosotros y, sobre todo, para vosotras.

No se adapten “a lo existente”, no podremos adaptarnos a escenarios de destrucción. Nos va una vida digna en ello. Hay que pensar y vivir de otro modo como nos ha recordado recientemente Vandana Shiva. La mentalidad mecánica, de dominio y control, señala esta gran científica y ecologista hindú, “se encuentra en la raíz de la crisis ecológica y del cambio climático. No puede ser el punto de partida para enfrentar el problema del clima mediante mayores manipulaciones (está hablando de la geoingeniería). Como Einstein nos advirtió, no podemos resolver un problema con el mismo esquema mental que lo creó. No podemos someter a nuestra Tierra, frágil, compleja y auto‐organizada, a más manipulaciones violentas. En la agricultura ecológica, que regresa la materia orgánica al suelo, tenemos un ejemplo de solución no violenta y verificada para enfriar al planeta al tiempo que producimos más y mejores alimentos.”

El segundo asunto que me gustaría comentarles muy brevemente es el asunto de malnutrición. José Graziano da Silva [JGS], director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), recordaba recientemente -”Hambre Cero: nuestras acciones de hoy son nuestro futuro”- que hacía solo tres años, en septiembre de 2015, todos los Estados miembros de las Naciones Unidas aprobaron la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. Los líderes de todo el mundo habían considerado la erradicación del hambre y todas las formas de malnutrición (el objetivo número 2) como fundamental de la Agenda y condición sine quan non para un mundo más seguro, más justo y más pacífico. Pero paradójicamente, señala JGS, el hambre no ha parado de crecer desde entonces.

Según las últimas estimaciones, el número de personas subalimentadas aumentó en 2017 por tercer año consecutivo. El año pasado, 821 millones de personas sufrieron hambre (el 11% de la población mundial, una de cada nueve personas en el planeta), en su mayor parte agricultores familiares y de subsistencia que viven en zonas rurales pobres en el África Subsahariana y en el Sudeste Asiático. Pero el creciente nivel de subalimentación en el mundo no es el único reto al que nos enfrentamos. También van en aumento otras formas de malnutrición. En 2017, al menos 1.500 millones de personas sufrieron deficiencias de micronutrientes que socavan su salud y sus vidas. Al mismo tiempo, la proporción de obesidad entre adultos sigue aumentando, pasando del 11,7 % en 2012 al 13,3% en 2016 (672 millones de personas adultas en total).
En el 2030 habrá 129 millones de niños con problemas de crecimiento a causa de la malnutrición, en la mayoría de los casos provocada por la desnutrición de sus madres adolescentes, ha señalado Save the Children, la organización internacional que desde 1919 lucha para salvar la vida de los niños y garantizarles un futuro mejor. Una nota de la entidad subrayó que el ciclo intergeneracional de la malnutrición depende de una serie de causas que, para ser resueltas, deben ser afrontadas de manera integral. Para afrontar esta situación Save the Children promueve entre hoy y mañana en Roma una conferencia internacional sobre el tema en colaboración con el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola y el apoyo de Canadá. “No dejar a nadie atrás: un foco sobre los adolescentes” es el tema de la conferencia.

En el mundo, cada año, son unos 12 millones las muchachas que se casan en forma prematura y 16 millones las adolescentes que se convierten en madres. En una nota, la organización recordó que las jóvenes mujeres juegan un rol esencial para el desarrollo económico y humano de sus familias y sus comunidades, a pesar de estar fuertemente sujetas a fenómenos de exclusión y discriminación, matrimonios o embarazados precoces, violencias y abusos de todo tipo, además de menores acceso a los servicios esenciales. “Las mujeres adolescentes, en especial si están malnutridas, tienen más posibilidad de no sobrevivir al parto y de dar a luz niños con déficit nutricionales, que son por ello más vulnerables y están expuestos a una muerte precoz”, indicó Daniela Fatarella, vicedirectora general de Save the Children. Y agregó: “Para interrumpir este círculo vicioso y evitar la transmisión de la malnutrición de una generación a otra es importante invertir en las adolescentes”. En ese sentido, enumeró que para alcanzar ese objetivo es esencial mejora su estado nutricional y “en especial ayudarlas en el proceso de empoderamiento”. Además Fatarella dijo que a estas mujeres vulnerables se les debe ayudar en todo el mundo con las “competencias necesarias para fortificarlas, así como mejorar su autoestima y rescatarlas social y económicamente”.
El hambre se circunscribe principalmente a áreas específicas, sobre todo aquellas azotadas por conflictos, sequías y extrema pobreza; pero la obesidad está en todas partes y sigue creciendo en todo el mundo. Estamos asistiendo a su globalización. Un ejemplo: las tasas de obesidad están aumentando más rápidamente en África que en ninguna otra región –8 de los 20 países con tasas de crecimiento más rápido están en ese continente. Además, en 2017 el sobrepeso infantil afectaba a 38 millones de niños menores de cinco años. Un 46% de estos niños viven en Asia y el 25% en África. Si no tomamos medidas urgentes para parar el aumento de la obesidad, pronto podría haber más gente obesa que malnutrida en el mundo. El crecimiento de la obesidad está teniendo un coste socioeconómico enorme pero, sobre todo, es un factor de riesgo para muchas enfermedades no transmisibles, como las afecciones del corazón, los infartos, la diabetes y ciertos tipos de cáncer. Las estimaciones indican que el impacto global de la obesidad se sitúa en alrededor de 2 billones anuales (2,8% del PIB mundial). Es un coste igual al del impacto del tabaco y los conflictos armados.
El Día Mundial de la Alimentación, se celebró el pasado 16 de octubre, pretendió recordar a la comunidad internacional su compromiso político de erradicar todas las formas de malnutrición y para recordar que alcanzar el Hambre Cero en el mundo para 2030 (eso es, en 12 años, sólo 12 años), aún es posible. Por ejemplo: según estimaciones de la FAO, el hambre en Brasil se redujo del 10,6% de la población total (unos 19 millones de personas) al inicio de los 2000, a menos de 2,5% en el trienio 2008-2010, que es el valor mínimo por el cual FAO puede hacer inferencias estadísticas fiables. Esta reducción en el número de gente subalimentada fue posible principalmente al firme compromiso del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva y de la puesta en marcha de políticas públicas y de programas de protección social que atajaron la extrema pobreza y el impacto de las sequías prolongadas en la parte noreste del país.

Los sistemas alimentarios actuales, concluye el director general de a FAO, actuales han aumentado la disponibilidad y el acceso a alimentos procesados muy calóricos, energéticamente densos, altos en grasas, azúcar y sal. Deben ser transformados de modo que todo el mundo pueda consumir alimentos sanos y nutritivos.

Tenemos que abordar la obesidad como un asunto público, no como un problema individual. Esto requiere la adopción de un enfoque multisectorial que involucre no solo a los gobiernos, sino también a los organismos internacionales, la sociedad civil, el sector privado y los ciudadanos en general. Las dietas saludables deben ser fruto de un esfuerzo colectivo que incluya, por ejemplo, la creación de normas (como el etiquetado y la prohibición de algunos ingredientes dañinos), la introducción de la nutrición en los programas escolares, la adopción de métodos para reducir las pérdidas y desperdicios de alimentos, y el establecimiento de acuerdos comerciales que no impidan el acceso a comida fresca, nutritiva y cultivada localmente por agricultores familiares.

¿Hay aquí alguna duda que una poliética a la altura de las circunstancias, y con todas sus derivadas concretas, es urgente, necesaria, imprescindible? ¿Podemos seguir sordos y ciegos ante este escenario de desolación que no es imposible erradicar?

El tercer asunto que les quería comentar tiene que ver con el lenguaje, con el lenguaje y de sus usos.

No hace falta leer a Wittgenstein o a Nietzsche para reconocer su importancia. Los límites de mi lenguaje, decía el primero, son los límites del mundo. Sea lo que sea lo que quería decir el ingeniero-filósofo austríaco, tal bien retratado por Thomas Bernhard en Corrección, el lenguaje marca límites y ayuda o confunde.

Tampoco falta recordar aquel bíblico “Y en el principio fue el Verbo”, rectificado muy oportunamente por Goethe siglos después: “Y en el principio fue la Acción”. Un amigo, un gran amigo que está entre nosotros, me recordaba este fin de semana libros olvidados por mí de Erich Fromm y me explicaba la historia de Marduk y su paralelismo con la concepción cristiana, de la cual ésta, probablemente, es heredera.

He leído estos días pasados un buen libro de Nicolás Sartorius editado por Espasa: La manipulación del lenguaje. Breve diccionario de los engaños. El ex dirigente de CCOO no descubre ningún Mediterráneo pero en este breve diccionario, el que fuera vicesecretario general del PCE y dirigente de IU, ahora vicepresidente de la Fundación Alternativas, centra su atención en conceptos o expresiones como las siguientes (no les doy la lista completa): ajuste de cuentas, armas inteligentes, banco malo, brotes verdes, clases medias, “como no puede ser de otra manera”, congelación salarial”, crecimiento negativo, derecho a decidir, devaluación interna, economía de mercado, emprendedores, España nos roba, Estado español, exiliado político, paraísos fiscales, poderes fácticos, posverdad, riesgo moral, violencia de género, vivir por encima de nuestras posibilidades, etc. Uno de los términos comentados es fascismo y fascista; un apunte sobre él más tarde.

Sartorius saca punta, a veces breve, a veces no tan breve, a este conjunto de términos y expresiones. Con agudeza e inteligencia.

Mi favorita, una que él no cita pero que golpea nuestros ojos y nuestra inteligencia es la expresión: “catástrofes humanitarias”. ¿Cómo una catástrofe, la que sea, con muertos, heridos y destrucciones, puede ser una catástrofe “humanitaria”? ¿No será más bien lo contrario?

¿Qué decir de las manipulaciones y deformaciones del lenguaje desde un punto de vista ético? Pues que si a veces conviene hablar por hablar, por el gusto de hablar, es bueno hablar con precisión cuando el asunto tiene densidad. Digámoslo en formulación normativa: “es bueno que los seres humanos hablemos con precisión y veracidad y sin ánimo de engañar ni confundir”. Recordemos la definición de verdad de Aristóteles: decir de lo que es, es y de lo que no es, no es, es decir verdad; decir de lo que es, no es, o de lo que no es, es, es decir falsedad. Si se hace conscientemente, como suele ocurrir en muchas discusiones públicas, además de decir falsedades, se miente.
Así, pues, desde un punto de vista ético, todo rigor es poco, todo esfuerzo de precisión no es en balde. El lenguaje, las lenguas humanas, ninguna de ellas, debe ser usada para manipular, engañar, deformar, falsear la realidad conscientemente, insultar o golpear,

Vayamos ahora al otro ámbito, al político. Conviene, podrá decirse, desde un punto de vista estrictamente político, no ser tan quisquillosos. La gente, si no, no nos entiende, y ellos, la gente, son los sujetos de la política. Para explicar y convencer muchos métodos son aceptables. No se puede explicar en el ágora la teoría de la relatividad general a palo seco. Hay que simplificar y hay que ir poco a poco.

Pero aun admitiéndolo la cosa tiene sus riesgos: hablamos de mercados libres para hablar de mercados más que regulados; hablamos a veces de estados democráticos para referirnos a estados poco o nada democráticos (el franquismo eran, decían, una democracia orgánica); hablamos de fachas, neofranquistas o términos afines para hablar de todos los adversarios políticos que no coinciden con nuestra posición que nos parece elemental, central, natural casi; hablamos a veces de botiflers para referirnos a personas que no comparten nuestra forma de vivir una determinada identidad nacional. Y así siguiendo.

El político, la política, profesional, puede, debe obrar, sin perder ubicación en la “realidad real”: para avanzar en sus objetivos, se diría en términos convencionales, necesito convencer a la ciudadanía, y cuanta más mejor, y para ello necesito simplificar y en ocasiones caricaturizar un poco, con cortesía, a los adversarios.

¿Vale o no vale? ¿Es admisible o no? ¿Tiene respuesta única desde ambas perspectivas? ¿O lo señalado es válido hablando políticamente, y no lo es, desde una perspectiva ética?

Hay mucha historia que contar aquí pero no sigo, me interrumpo.

Sea como fuere, también aquí, en este ámbito del lenguaje, sin desconocer las situaciones complejas, ética y política podrían conjuntarse en una buena poliética del lenguaje contraria a maldades e incluso a perversidades. Una poliética a la altura de las circunstancias haría todo lo posible, y podría hacer mucho, para conseguir que el lenguaje no fuera un instrumento que mistificara y ocultara la realidad sirviendo a intereses que no suelen ser mayoritarios ni democráticos.

EL último ejemplo. Había pensado en hablarles de los telefonillos, de los móviles, de sus orígenes, sus materiales y sus consecuencias, también de la sinrazón patriarcal, pero no hay tiempo para ello. Me centro en asuntos educativos pensando sobre todo en esta ciudad, en Santa Coloma de Gramenet, una ciudad trabajadora, que YO he hecho muy mía. Yo suelo decir que soy barcemense o colocelonés, en ningún caso barcelonés que es término incompleto en mi caso. He pasado más de media vida en su ciudad y así pienso seguir. Mi suegra, la señora Catalina Serrano, vive aquí, en el barrio del Fondo.

¿Qué encontramos si reflexionamos en el sistema educativo colomense? Uno, por supuesto, es la existencia de la UNED, una de las grandes conquistas educativas de la ciudad. No es peloteo. Pensemos en las personas que en los últimos años han podido cursar estudios universitarios gracias a la UNED… gracias a la UNED y a su esfuerzo por supuesto.

En el ámbito preuniversitario, cabría señalar: la escolarización de los niños y niñas de 0 a 3 años (la media en España es del 37,9% en el curso 2017-2018, 38,6% en Cataluña, 52,4% en el País Vasco; en el caso de Cataluña, 63,2% en la escuela pública, 36,8% en la privada (aquí no hay concertadas), desconozco los datos de la ciudad); también las dificultades que tienen algunos niños/as en los últimos años de la primaria (9, 10, 11 años); la ESO y sus ratios imposibles de más de 30 alumnos por clase; la falta de formación humanista en los ciclos formativos; el nefasto adoctrinamiento que representa la asignatura “EIE”, una apología indocumentada de la economía neoclásica y de la ideología neoliberal; la estafa de las horas de formación en empresas no retribuidas (casi 5 meses en el grado medio, y casi lo mismo en los ciclos superiores); la incomprensible apuesta por la formación dual; la imposibilidad que para algunas familias representa las matrículas de los cursos universitarios,… Podemos quedarnos aquí.

Hay más puntos pero planeo sobre ellos. Por ejemplo: la mal llamada “inmersión lingüística” (no lo es para la mitad de la población catalana, no lo fue en mi caso, por ejemplo, mi hijo y yo hablamos catalán entre nosotros, ni para la familia Mas o la familia Piqué-Shakira, cuyos hijos han ido y van a escuelas donde no se practica esa mal llamada inmersión), también la forma en que, en algunos casos, se explica Historia en la enseñanza preuniversitaria convertida a veces en un campo de batalla ideológico, la práctica ausencia de la poesía en la formación de nuestro estudiantado, la casi inexistente formación sobre nuestros cuerpos, etc.

Pues bien, antes de comentar dos o tres cosas muy rápidamente, déjenme darles algunos datos que conviene no olvidar. Hablan del país y de nuestra situación:

1. En España, en 2017, el 25,1% de la riqueza total del país pertenecía al 1% más rico. En Europa la cosa no era mejor sino peor: el 1% más rico acapara el 31,8% de la riqueza.

2. Los mega-ricos, los que atesoran un patrimonio superior a los 1.000 millones de dólares USA, son 17 en España (468 en Europa).

3. El número de ultra-ricos en España (las personas que declaran patrimonios superiores a los 30 millones de euros) eran en 2006, antes de la “crisis”, 200 personas; en 2016, 579. Un incremento de ultra-ricos en estos años de “crisis” de 379, un incremento porcentual en diez años del 189,5%).

4. En 2002, en España, la mitad de hogares más ricos tenían un patrimonio medio 6 veces superior que la mitad de hogares más pobres. En la actualidad: la diferencia es 12 veces mayor.

5. El porcentaje de ciudadanos españoles en riesgo de pobreza y exclusión social en 2016 era 27,9% (4,5 puntos más que el conjunto de la UE, España es el 7º país por la cola; en peor situación: Bulgaria, Rumania, Grecia, Lituania, Croacia y Letonia): 12,82 millones de personas están así. Si tomamos 2008 como el año del inicio de la crisis-estafa, la tasa de personas en riesgo de pobreza (que entonces estaba en el 23,8%) ha aumentado 4,1 puntos, es decir, el 17,23%. España es el tercer país de la UE donde más aumentado esta tasa, sólo por detrás de Grecia y Chipre (La UE considera un ciudadano en riesgo de pobreza o exclusión cuando sus ingresos no alcanzan el umbral de la pobreza, es decir, el 60% del ingreso nacional medio después de pagar impuestos.)

6. El número de ciudadanos-trabajadores que en 1994 cobraban menos que el salario mínimo era de unos 3 millones; actualmente son 6 millones (el 34% de la población ocupada), el doble que hace 24 años.

No todos los pobres proceden de los entornos más extremos de la exclusión. Ni vienen de familias sin recursos. Más de un millón de titulados universitarios están en riesgo de pobreza. Son 320.000 más que hace 10 años, según el estudio que la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES) presentó el martes 16 de octubre con motivo del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. La salida de la crisis ha redibujado el perfil de las personas pobres. La proporción de quienes se encuentran en estas circunstancias (tienen más de 16 años y un nivel de estudios medio o alto) ha pasado del 30% de 2008 al 35,8% de 2017. Si a los que tienen estudios superiores se suman los que han superado bachillerato o formación profesional la cifra de personas que viven en esta situación en nuestro país supera los de 2,7 millones.

Un caso concreto. “He pasado muchísimas noches sin dormir por la angustia”, comentaba hace días “Rosa”, una trabajadora madrileña de 52 años que prefiere no dar su nombre real. “Rosa” es ingeniera de sistemas informáticos. Trabajó toda su vida en Estados Unidos (otra inmensa estafa económico-educativa) pero en 2006, tras la muerte de su padre, volvió para estar más cerca de su familia. Aquí estuvo empleada en un banco y en una multinacional, hasta que en 2016 la despidieron. Después, el abismo.

“Eché más de 500 currículos. En estos dos años he ido tirando con el paro y el dinero de la indemnización, pero los ahorros se acabaron. En abril empecé a cobrar los 430 euros y tengo una hipoteca de 800”, prosigue. Se inscribió en un programa de ayuda de búsqueda de empleo de Acción Contra el Hambre. El mes pasado encontró trabajo. Sus condiciones han mejorado, pero sigue viviendo al límite. “Soy prácticamente mileurista. Estoy en un periodo de prueba. Quién sabe si volveré al paro”. Su angustia aún no cesa.

El documento presentado por EAPN-ES, muy extenso, aborda la situación de la pobreza desde distintos puntos de vista. Arroja diferencias por territorios (con Navarra con un 13,5% de la población en riesgo de pobreza o exclusión social frente a un 44,3% de Extremadura), sexo (6,4 millones de mujeres en riesgo frente a 5,9 millones de hombres), edad (casi uno de cada tres menores de 16 años está en riesgo de pobreza o exclusión) o composición del hogar (casi la mitad de las persona que viven en hogares monoparentales está en riesgo). El informe concluye que PIB y pobreza no van de la mano: pese a las mejoras económicas, las cifras de personas en situación de vulnerabilidad no se ha recuperado respecto a 2008. Se han ahondado las desigualdades y los pobres, aunque sean menos que en 2016, son más pobres.
No hace falta seguir.

Bastantes de estas personas de las que les hablo viven en su, en nuestra ciudad, en Santa Coloma de Gramenet. Muchos de mis alumnos han dado testimonio de esto. Cuando se viven estas situaciones, la escuela, los institutos, las universidades, son momentos de liberación, espacios y momentos utópico-reales de libertad. Uno, una, se aleja de la dureza de la vida familiar cuando se ubica en esas instituciones públicas, conquistas ciudadanas en muchos casos. Puedo dar testimonio personal de ello. Pero, por otra parte, el apoyo del que les hablaba cuesta más, es mucho más difícil, sobre todo en familias que, por las razones que sean, los padres, madres o tutores no han podido cursar estudios, más allá de los más básicos, o no tienen tiempo material para atender a sus hijos. Sus horarios de trabajo son infernales.

Cuando se está “severamente privado de medios materiales” (no puede pagar el alquiler, la hipoteca o las facturas, la calefacción, imprevistos, carne o pescado, no tiene lavadora, teléfono o no puede irse de vacaciones ni una semana al año), o cuando vive en un hogar con “muy baja intensidad laboral” (es decir, donde los mayores de 18 años no estudiantes hayan trabajado menos del 20% de su potencial de trabajo en el último año), no parece que las condiciones ayuden a la formación, al estudio, al esfuerzo, a vencer dificultades, de los más jóvenes. La verdad apunta en dirección contraria.

Tratar situaciones desiguales de forma igual no es admisible ni siquiera justo. No hace falta haber leído la Crítica al programa de Gotha de Marx para darse cuento de ello. No puede ser, aunque sea, que estudiantes (pienso en algunas de ellas en concreto, han sido alumnas mías) con vocación y ganas de seguir estudios universitarios no puedan realizarlos porque ni ellas ni sus familias pueden pagar las actuales matrículas universitarias y los gastos complementarios. No es justo, no es razonable, no está bien.
No puede ser que tengamos nuestras clases a tope, con 33 alumnos por curso como les decía en la ESO, cuando hay alumnos y sus circunstancias que exigirían un profesor casi particular para avanzar en algunos casos. No podemos convertir esos años de instrucción pública en un camino directo al fracaso o, como mal menor, a proseguir con estudios de ciclos formativos que no se desean cursar y en los que se está sin ganas ni estímulos.

Y así siguiendo.

Hay que dotar de más medios aunque no todo es cuestión de más medios. Podemos hacer mejor las cosas con medios muy similares.

También aquí, la ética y la política unidas de la mano, fundidas, ayudan a unir esfuerzos. No es éticamente admisible marginar a ningún sector de la población, especialmente en estos años esenciales. No es éticamente admisible no ayudar en la medida de nuestras fuerzas a los sectores más desfavorecidos. No podemos seguir girando, impasibles, la rueda del eterno retorno o de las repeticiones mil veces vistas y vividas. Los hijos/as de R, si trabajan, lo hacen en condiciones magníficas, y los hijos de P hacen trabajos cutres por que sus padres son P, es decir, pobres.

La política, en este caso, debe estar al servicio de lo más básico, de lo más elemental, dotarnos a todos de una buena instrucción pública. Queremos, deseamos, debemos generar ciudadanos formados y críticos, no mano de obra más o menos cualificada en función de los intereses de corporaciones y grupos de poder. Esa no debe ser la aspiración de ningún sistema educativo que se precie de serlo. No debemos generar hombres, seres humanos-máquina, sino mujeres, hombres, seres humanos con alma, con espíritu crítica y con formación y, sobre todo, con deseos de aprender, de saber, de vivir, de amar y de luchar. Y de ayudar y de ser solidarios.

VI. Humanidades

Les decía que tampoco la ética se quedaba vacía al ubicarnos en el campo de la poliética Tampoco la ética se convierte en una muestra del conjunto de vacío. Todo lo contrario. Las cuestiones estrictamente éticas se agolpan. Una de ellas puede ser ésta: su amabilidad, su cortesía, su atención, ¿autorizan moralmente mi abuso, la prolongación de esta charla? La respuesta es evidente: NO, NO y NO, NO a la enésima potencia.

Así que les agradezco su interés y su atención y finalizo señalando que pensar la ética y la política en la forma en que les he señalado permitiría superar la disyunción de aquel chiste sobre conejos: se trata de pensar y tocar, de reflexionar y hacer, de teorizar y de practicar, de sentir y no olvidar, de plantar cara a las injusticias, de no hacer en el fácil y tentador acomodo.

Digámoslo de nuevo al modo kantiano: la ética sin prolongación práctica puede ser inoperante; la política sin ética puede convertirse en lucha despiadada.

Finalizo, por todo ello, con otro poema que no he logrado aprenderme de memoria. Les pido disculpas porque hubiera sido justo, muy justo, hacerlo.

Todo lo que les he dicho puede ser mucho mejor dicho en la forma que usó uno de los científicos-pensadores-escritores que más me han conmovido y conmueven, Primo Levi, para presentar un libro imprescindible y doloroso a un tiempo que sigue impresionando desde la primera hasta la última letra: Si esto es un hombre, si esto es un ser humano. Gracias por su atención. El poema del que les hablaba:

Los que vivís seguros
En vuestras casas caldeadas
Los que os encontráis, al volver por la tarde,
La comida caliente y los rostros amigos:
Considerad si es un hombre
Quien trabaja en el fango
Quien no conoce la paz
Quien lucha por la mitad de un panecillo
Quien muere por un sí o por un no.

Considerad si es una mujer
Quien no tiene cabellos ni nombre
Ni fuerzas para recordarlo
Vacía la mirada y frío el regazo
Como una rana invernal

Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestros corazones
Al estar en casa, al ir por la calle,
Al acostaros, al levantaros;
Repetídselas a vuestros hijos.

O que vuestra casa se derrumbe,
La enfermedad os imposibilite,
o vuestros descendientes os vuelvan el rostro.

Gracias. Un honor, un gran honor.

Salvador López Arnal

Solenoide: un libro tiene que pedirte una respuesta

Mircea Cartarescu, Solenoide. Editorial Impedimenta. Madrid, 2017. Traducción de Marian Ochoa de Eribe.

Antes de leer esta novela conocía poco a Mircea Cartarescu: sólo había leído un libro suyo, Por qué nos gustan las mujeres, un conjunto de relatos al que me llevó el cebo del título, que vagamente me recordaba Queremos tanto a Glenda, de Julio Cortázar; ahora, después de leer Solenoide, empiezo a conocerlo mejor.

El resultado es que al acabar Solenoide puede tenerse la sensación de haber ascendido a un Everest literario y de haber vivido una experiencia magnética (aunque, a ratos, la novela parezca magmática y canse por la reiteración de algunos materiales). Si un libro tiene que ser como un hachazo para romper el mar helado que todos llevamos dentro, como quería Kafka, Solenoide consigue con creces ese objetivo.

Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956)

Dicen que para subir a la cima del Everest se necesitan unos 40 días (sobre todo para aclimatarse a las alturas); no sé si en ese tiempo algunos escaladores, mientras ascienden por sus laderas, se sienten asediados por las dificultades, el cansancio o la tentación de abandonar. Habrá habido de todo, como habrá todo tipo de respuestas y reacciones mientras se arma el puzzle llamado Solenoide. Pero quien no llega a la cima o no acaba de montar el puzzle no podrá saber lo que se experimenta al final de la experiencia. Por esa razón, si tuviera que dar un consejo sobre este libro a alguien de quienes componemos el grupo de lectura del Puig Castellar, no podría ser otro que este: “Persevera, amigo, y verás recompensados tus esfuerzos”. Un poliedro no se conoce mientras no se han visto todas sus caras. Y Solenoide tiene muchas; a continuación se habla de algunas de las más evidentes.

solenoide.- Bobina cilíndrica de hilo conductor arrollado de manera que la corriente eléctrica produzca un intenso campo magnético. (DRAE)

El protagonista de esta novela es un buscador: busca en los libros y en los encuentros azarosos la llave que le permita escapar de la prisión de este mundo. Trabaja como maestro de Lengua rumana en una escuela de las afueras y vive solo en una casa en forma de barco de la calle Maica Domnului. Después de disfrutar del prodigioso efecto levitatorio que produce el solenoide enterrado en los cimientos de su casa, va localizando por casualidad los otros cinco solenoides esparcidos por Bucarest y, sobre un plano de la ciudad desgastado por el uso, coloca envoltorios de bombones para marcar la ubicación de cada uno: el Instituto de Medicina Legal Mina Minovici, la casa de Palamar, al fondo del barrio de Pantelimon, la escuela del barrio de Colentina en la que trabaja, etc. Todos estos nombres de lugares bucarestinos y otros muchos, si al principio causan extrañeza al lector foráneo, acaban resultándole familiares a fuerza de repetirse como centros de interés, pues, efectivamente, si el protagonista de la novela es el narrador (sería un error de perspectiva identificarlo totalmente con el autor, más bien se diría que es uno de sus posibles desdoblamientos), el pernicioso antagonista contra el que lucha es la ciudad de Bucarest:

“…deambulaba aturdido entre unos edificios en cuyo avanzado estado de ruina no reparaba todavía y entre transeúntes cuya melancolía no percibía. Tenía que conocer mejor esa ciudad en cuyo caos, entre el perímetro de tres cinematógrafos, habían reconstruido mis padres, procedentes del campo, su pueblo. Por eso compré el plano y lo estudié luego tardes enteras, hechizado y aterrorizado por el gran laberinto bucarestino, en avanzado estado de ruina, dibujado allí con tanta minuciosidad que podías distinguir no sólo las calles, los ríos y los lagos de los planos convencionales, sino cada edificio por separado, con sus apartamentos, sus cocinas y baños, con la mugre de las paredes, con los zapatos en el recibidor, con la ropa de los armarios, con las hilachas de la ropa y con las hebras microscópicas que forman las hilachas, y con las ramas y hojas de cada árbol, con los nervios de cada hoja y sus manchas de tanino en forma de cara, de nubes o de lejanos países africanos” (págs. 746-747).

En ese fragmento puede apreciarse la mirada penetrante del narrador, una mirada de entomólogo: capta el alma de la ciudad en toda su podredumbre y, al mismo tiempo, registra todo tipo de realidades, desde las más visibles a las aparentemente más insignificantes, los accidentes geográficos, la tristeza inmemorial de los transeúntes y la belleza escondida en las manchas de las hojas de los árboles. (Como decía Salvat-Papasseit, res no és mesquí, y Dios, el Diablo y las raíces de la poderosa escritura de Cartarescu están en los detalles.) Pero es que, además, se encuentran aquí algunas observaciones que definen la relación del personaje con su ciudad: deambulaba aturdido, hechizado y horrorizado… Este deambular solitario y aturdido en medio de la multitud es un motivo clave de la novela contemporánea ambientada en la gran urbe (así, por ejemplo, en Hambre, de Knut Hamsun, cuyo narrador protagonista busca respuestas, merodea sin rumbo por las calles de Cristianía/Oslo y se aferra a la escritura como tabla de salvación). En cuanto a sentirse hechizado y horrorizado al mismo tiempo es un estado, aparentemente contradictorio, propio de quien se siente atrapado por la complejidad de la realidad y palpa en la oscuridad del túnel buscando el camino de salida. Otras palabras icónicas que aparecen en ese fragmento: ruinas, caos, laberinto… Expresan una visión del mundo.

Barrio de Pantelimon donde vive Palamar.

El hecho de que la ciudad parezca caerse a pedazos podría conducir a una interpretación política de la novela, cuya acción principal se desarrolla básicamente durante el periodo de Ceausescu (!965-1989). Así lo recuerdan los retratos de personajes que cuelgan de las paredes de la escuela en la que trabaja el protagonista, las periódicas campañas patrióticas de recogida de botellas, la prepotencia y la ostentación de los maestros miembros del Partido Comunista, o la beligerancia con que la policía secreta persigue a los piquetistas. Es decir, los edificios ruinosos y abandonados serían una metáfora de la descomposición de un régimen corrupto e ineficiente. Pero el narrador no fomenta esta línea interpretativa con comentarios explícitos ni sobreactúa como los populistas. No duda, en cambio, en desvelar las legiones ocultas de chupópteros que, como los ácaros, parecen labrar desde el subsuelo la descomposición moral y física de la ciudad. De esas fuerzas ya le había hablado  su primer mentor, Traian, en el sanatorio de tuberculosis, cuando niño, pero el narrador no las describe hasta el final, en el momento en que quedan desarmadas y desnudas como alacranes desconcertados cuando se levanta la piedra que los cubría. Al fin y al cabo, los parásitos, como aquellos de los que habla en la primera línea (“He cogido piojos otra vez”), constituyen un elemento recurrente en toda la narración, no tanto como elementos simbólicos sino como seres vivos reales que le fascinan por su persistente y ubicua presencia, la infinita variedad de sus formas y la imposibilidad de comunicarse con ellos (como pone de manifiesto el experimento en la casa de Palamar, un verdadero y dramático viaje al corazón de los ácaros).

Los ácaros que estudia Palamar.

Palamar encarna al viejo sabio secreto, solitario y silencioso, dedicado al objeto de su estudio con una intensidad y una pasión rayanas en la demencia: igual que el alquimista capaz de experimentar en sí mismo el veneno cuya fórmula persigue, Palamar cría sarna en su propia piel para tener un mayor conocimiento de este parásito, sobre el que escribe la mayor monografía de todos los tiempos.  Además, Palamar, que hechiza por su discreción y su inquietante saber, es el verdadero padre intelectual del protagonista, aquel que lo conduce desde la distancia y trata de ayudarlo a salir del laberinto. Representa lo mismo que Virgilio representa para Dante en la Divina Comediapues si Dante se sentía extraviado en una selva oscura, el protagonista de Solenoide se encuentra extraviado entre dos realidades que se comunican entre sí hasta complementarse: la diurna (la del trabajo en la escuela, las relaciones familiares, el deambular por las calles, etc.) y la nocturna (los sueños, los miedos, el desasosiego, etc.). Con el mismo asombro con que Alicia penetra en madrigueras y traspasa espejos en los libros de Lewis Carroll, el protagonista de Solenoide recorre sótanos, túneles, pasadizos, galerías y edificios abandonados; contempla “el mundo como un enigma, como un laberinto, como una pregunta que exige imperiosamente una respuesta” (pág. 267) y va registrando minuciosamente, por si acaso, todo aquello que encuentra a su paso por desagradable, monstruoso o sórdido que parezca. Cuando cree haber encontrado alguna clave, su emoción impaciente se identifica con la de Edmond Dantés (El Conde de Montecristo) mientras escucha golpes al otro lado de la pared de su celda.  En sus recorridos por el mundo de las sombras confluye en algunos momentos con los piquetistas, esa especie de secta que se manifiesta contra el dolor y la muerte: “¡Muera la muerte!”, gritarían si sus voces no estuvieran acaparadas por un grito más desesperado y contundente todavía: “¡Socorro!” (la palabra que gritan centenares de voces a lo largo de diez páginas del libro).

Cartarescu es un explorador de los senderos luminosos y de los abismos sombríos de la mente humana. Su afición a los laberintos y a los enigmas matemáticos nos recuerda a Borges y su obsesión por los túneles oníricos, a Víctor Hugo, que sigue al Jean Valjean fugitivo por  las cloacas de París en Los miserables. Pero también a Sabato, autor de El túnel (“…en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario, el mío”) y de Sobre héroes y tumbas, por cuyas páginas transitan los pasos angustiados de Fernando Vidal a través de los canales subterráneos de Buenos Aires. Estos y otros autores resuenan como latidos entre las páginas de Solenoide, pues en la búsqueda de respuestas, Cartarescu ha leído todos los libros posibles y algunos de ellos, hitos de su formación, aparecen citados en la novela; por ejemplo, Nietcha Nézvanova, de Dostoievski, El tábano, de Ethel L. Voynich, o los diarios de Kafka. Del libro de Dostoievski el narrador toma el ejemplo de Efimov, el violinista mediocre que le sirve de modelo de artista fracasado. De El tábano se dice que, además de haberle hecho llorar como ningún otro libro, se convirtió en “la primera pieza del motor metafísico” de su escritura. En cuanto a los diarios de Kafka, son una fuente constante de inspiración para su escritura y para su vida.

Las tentaciones de San Antonio, obra de Dalí a la que se alude en dos o tres ocasiones en la novela.

La búsqueda de un estilo propio por parte de Cartarescu es, al mismo tiempo, la búsqueda de una respuesta a las obsesiones del protagonista de Solenoide, sin que ambos, como se pone de manifiesto al hablar del fracaso del poema La caída, deban confundirse. En la noche del 24 de octubre de 1977 Cartarescu y su doble se separan literaria y vitalmente. Esa noche, el narrador protagonista, ante un público de lletraferits que se reúnen bajo el nombre de Cenáculo de la Luna, lee su primer y único mapa de su mente (pág. 40). El fracaso hunde al poeta en ciernes y le sirve de excusa para compararse con el mediocre Efimov de Dostoievski. Desde entonces, Mircea Cartarescu empieza a construir su trayectoria como novelista de éxito, pero uno de sus yoes queda maltrecho, dolido y resentido. De esa herida le supurarán centenares de páginas recogidas en cuatro cuadernos en los que incorpora el registro de algunos sueños y pesadillas  recurrentes: el manuscrito de Solenoide. Son páginas escritas por un sosias de Cartarescu, una especie de doble fracasado que se pregunta angustiosamente por el sentido de la vida, por el sentido de los sueños, por el sentido del azar y de los encuentros casuales… y por el significado del Manuscrito Voynich, el libro más misterioso de todos los libros, entre otras cosas, por estar escrito en una lengua que no ha sido descifrada.

Páginas del Manuscrito Voynich

Para Cartarescu, encontrar un estilo, su voz, representa la salvación por la palabra; para su doble, el narrador de Solenoide, la salvación finalmente no estará en la palabra, sino en la vida. Ha escrito cuatro cuadernos en los que ha ido acumulando sus reflexiones, sus miedos (“Siempre he tenido miedo, un miedo puro, surgido no de la idea del peligro, sino de la vida misma”, pág. 69) y la búsqueda del libro definitivo que podría salvarlo (por un momento cree haberlo encontrado en el Manuscrito Voynich, pero no es así). La salvación para Cartarescu puede estar en los libros, pero su doble escoge la salvación por el amor de Irina y por su hija, la pequeña Irina. Así que, efectivamente, Irina resulta ser la Beatriz que guía al doble novelístico de Cartarescu hacia la vida nueva, es decir, hacia la paternidad. El doble de Cartarescu quema sus manuscritos (el libro que estamos leyendo, Solenoide) y descubre el valor de la vida:

“Permanecería atrapado para siempre en este valle. Pero ahora sabía que no habría marchado solo, que estaba unido a través de la hermandad y el amor a todos mis semejantes, a los de la fila de la muerte, a aquellos cuya huella en este mundo se extinguiría enseguida. A los piquetistas, a mis colegas, a cada uno de los rostros que había visto alguna vez. No habría partido sin mis Irinas, que iluminaban ahora mi vida. Porque solo cuando mi manuscrito se destruyó entre las llamas empecé a sentir que tengo de verdad otra vida” (pág. 784).

Esas líneas, que se escriben después de la asombrosa desaparición de la ciudad muerta, le sirven de respuesta y de consuelo también al lector. “Permanecería atrapado”, nos dice el narrador: no hay escapatoria posible de la prisión de este mundo; la vida no está en otra parte: hay que vivirla aquí, en este mundo, en la hermandad y el amor a todos los semejantes. Ya no le hace falta seguir llevando el libro de registros de sus búsquedas, su manuscrito; por eso decide quemarlo. Parece, pues, haber leído el epígrafe inicial de la novela, las versos de Tudor Arghezi: “Amado libro, tan infecundo,/ no ofreces respuesta a ninguna pregunta” . Puestas al principio de su novela, Cartarescu parece advertir con esas palabras que un libro no es un oráculo al que haya que preguntar nada. Y para rematar esa idea, más adelante, el narrador afirma: “Un libro tiene que pedirte una respuesta” (pág. 263), es decir, que es el lector el que tiene que dar respuesta a las preguntas que el libro pueda plantear y no al revés. Con estos mimbres, el lector de la novela ya sabrá a qué atenerse cuando se le pregunte, como Irina a su amante, si prefiere el arte o la vida. La gran literatura, aunque hable de grandes tragedias, monstruosidades y dolores, siempre es una forma de afirmar la vida, de defenderla y de perpetuarla. Pues la vida es más grande que cada una de sus manifestaciones. Seguiremos hablando de Mircea Cartarescu; le debíamos una respuesta y le agradecemos la lección práctica que nos brinda en Solenoide: un autor tiene que escribir sin pretender gustar a nadie más que a sí mismo. En esa actitud, tan rara en nuestro tiempo, radican su libertad y el motivo de nuestra admiración.

F. Gallardo

Màrius Sampere, el mestre de la poesia

Màrius Sampere, el mestre de la poesia que va viure entre nosaltres

L’any 2003, l’Institut va organitzar unes jornades sobre Poesia i educació. Professors, editors, estudiosos i poetes es van aplegar, a la crida del Puig Castellar, per reflexionar sobre el gust per la poesia i com fer-lo viure en l’àmbit escolar. Vam tenir el goig i el privilegi de comptar amb la presència i les reflexions del poeta Màrius Sampere, una de les veus literàries més importants de les darreres dècades en llengua catalana i un dels poetes més reconeguts com a mestre per diferents generacions de poetes actuals.

Com a presentació del poeta, vaig escriure aquest text que ara, a poques dates de la seva mort, recullo:

“Ja fa molts anys, a Santa Coloma hi havia un fotògraf que retratava casaments, nens i nenes de primera comunió, xicots que feien el servei militar, grups familiars per al carnet de família nombrosa… Era un home molt ros, de celles espesses i amb els ulls molt blaus, que semblava d’un país del nord o de l’est. El que molt pocs sabien és que aquell fotògraf de Can Cabacés (nom de l’estudi fotogràfic del carrer Llorenç Serra) que es passava el dia entre fotos de carnet i retrats per enviar al nòvio o al “pueblo”, era poeta. I un poeta dels bons, que havia obtingut el premi Carles Riba —el més prestigiós en poesia catalana— l’any 1963 amb L’home i el límit.

Després d’aquell llibre, en vingueren d’altres i també nous premis fins que aquests darrers anys, l’obra de Màrius Sampere ha estat reconeguda com una de les més sòlides entre els poetes catalans vius. El seu mestratge és indiscutible i molts joves poetes el reconeixen com a influència i guia. Els seus darrers reculls de poemes Les imminències i  Jerarquies han estat guardonats respectivament amb els premis Ciutat de Barcelona 2002 i Premi Internacional de Poesia Laureà Mela 2003. Com a reconeixement a la seva trajectòria artística, ha rebut el Premi Nacional de Literatura 2003 concedit per la Generalitat de Catalunya.

En el cim de la seva creació, Màrius Sampere ens visita, visita novament “el seu poble”, l’escenari que emmarca alguns dels seus poemes. Com que ens hem trobat per parlar de poesia i ensenyament em sembla oportú d’esmentar la dedicatòria que em va fer al seu llibre Poemes de baixa freqüència. Era l’any 1982 i aquell llibre on apareixen el riu Besòs, la muntanya el Sanatori de l’Esperit Sant i d’altres paratges ciutadans m’havia servit en diverses ocasions per fer uns dictats diferents. Així li ho vaig dir, i la dedicatòria no pot ser més avinent per unir poesia i escola, i també per copsar el tarannà del poeta i de l’home. Diu :“Un dia vas dir-me que aquest llibre el feies servir a l’escola. Només et demano una cosa: que no renyis ningú per culpa meva.”

La petjada del poeta a Santa Coloma

Màrius Sampere va néixer a Barcelona. Badalona, Sant Adrià i Santa Coloma són també poblacions importants en la seva vida. A Badalona va desenvolupar la seva faceta creativa com a músic i lletrista en el moviment de la Nova Cançó i a Barcelona ha viscut intensament la seva darrera i més fèrtil etapa. Però és a Santa Coloma on l’espai públic recull les paraules del poeta emmarcades en llocs emblemàtics de la població com són el riu Besòs, el Turó del Pollo (Poblat Ibèric Puigcastellar) i la Font de l’Alzina.

Poema al GR, sender de gran recorregut

Si l’arbre és l’espai que germina

i l’aigua és la sang de l’espai

vetllem perquè no es pari mai

el cor de la font de l’alzina.

Aquests versos els trobarem en el pedrís que hi ha damunt la Font de l’Alzina, a la Serra de Marina

Una veu persistent

Fins i tot després d’haver guanyat el premi Carles Riba, Màrius Sampere continuava sent un poeta molt poc conegut, molt minoritari. Però ell persistia, continuava amb una veu pròpia, intensa, colpidora, sense concessions a la facilitat ni a la complaença, indòcil, com la duresa dels temps que li van tocar viure en els seus primers anys de vida.

“No puc dir que jo fos feliç, llavors; però crec que sí. Perquè era una criatura ignorant, un animalet, un ninot de cera i cotó. En realitat, un projecte de fantasma. Anava cobrant les mides i la consciència volàtil. Un esbós amb els ulls d’un blau destriat, amb cabells blanquinosos de tan rossos, amb cara de passar gana i, naturalment, de no haver viscut la meva mesura rasa.” (L’escala de cargol, llibre autobiogràfic, en prosa)

El final del segle XX i el que ha transcorregut del segle XXI han estat un període de gran creativitat i reconeixement. El 1999 li va ser atorgada la Creu de Sant Jordi, el 2003 obtingué el Premi Nacional de Literatura i el 2016, la Lletra d’Or. Home senzill, amable i bonhomiós, rebia tothom amb idèntica cordialitat, sense fer distincions per edat ni estatus de cap mena. Amic de poetes, crítics i intel·lectuals il·lustres, obria les portes de casa seva a professors amb els seus alumnes i a joves universitaris i periodistes. Objecte d’estudis de volada, d’antologies i traduccions, l’emocionaven els senzills plantejaments sobre els seus poemes exposats en un treball de recerca de batxillerat. El poeta de la veu rotunda i el mot contundent despertava com a ésser humà una simpatia i un afecte instantanis.

A casa seva, llegint poemes a uns visitants

El darrer llibre publicat (2017)

En la seva mort

Màrius Sampere ha mort a finals del mes de maig, faria 90 anys al desembre. Ja molt malalt, però amb el cap clar de sempre, deia a qui l’anava a visitar a l’hospital que sentia tot sovint la presència de “la vella dama”. Però sense donar-hi gaire importància i fer-ne cap drama; somrient, fent broma amb el “modelet” tan poc elegant amb què el podia sorprendre (la camisa hospitalària cordada pel darrera); ell, sempre tan acurat, amb els seus inseparables foulards estampats.

La seva darrera etapa ha estat un colofó gloriós a tota una vida de persistència en una forma de fer poesia sense concessions a la facilitat, sense rendir-se, personal i autèntic fins al final. Amb la vellesa, la seva obra va intensificar-se i va treure a la llum molts llibres, també en prosa. Al mateix temps, la seva figura anava creixent amb el reconeixement de diverses generacions de poetes més joves que ell que en Màrius Sampere han trobat una veu molt personal i un mestre indiscutible.

KOAN (Demiúrgia, 1996)

Em dic Màrius i vaig néixer, m’hi ajudaren

legions de dimonis, entre els quals hi havia

els meus pares, els darrers ancestres

i sens dubte els més bells. Encara me’ls estimo

i ells m’estimen a mi, em consta: bo i morts

m’aconsellen i animen. Tot això ho sé

perquè hauré de morir.

També a vosaltres

us cridaran

pel nom, un a un, i naixereu,

també us ajudaran

legions de dimonis, un dels quals seré jo.

Màrius Sampere i Passarell (28-XII-1928 / 26-V-2018)

Agustina Rico

Un piano per al Puig

Un regal d’aniversari: un piano nou per al Puig. Campanya de micromecenatge

La tècnica del piano és, en realitat, molt senzilla, però es necessiten anys per dominar-la. Glenn Gould

La tècnica neix de l’ànima. Franz Liszt

Amb el piano, em fio totalment dels sentiments. La ciència la deixo a la vida. Oscar Wilde

Quan es va construir, ara fa 50 anys, l’edifici de l’institut Puig Castellar, l’Administració educativa (Ministeri d’Educació) acostumava, feliçment, a dotar els centres públics d’ensenyament mitjà (es com es deien abans els estudis de secundària) d’una sala d’actes.

Representació a la sala d’actes de Doña Rosita la soltera de Federico García Lorca al curs 1983-1984

Des de la seva inauguració, la sala d’actes del nostre institut guarda en la seva memòria milers de bonics records: actes de benvinguda a l’alumnat i a les famílies cada inici de curs, actes de comiat de les diferents promocions acadèmiques, festivals de Nadal i Carnaval, festes solidàries per recollir diners per campanyes humanitàries, celebracions literàries de Sant Jordi, representacions teatrals, conferències, audicions musicals, projeccions cinematogràfiques, trobades d’aniversari de l’institut, homenatges (per exemple, un d’inoblidable a les Brigades Internacionals), concursos d’arts escèniques, debats, jornades didàctiques, assemblees d’estudiants, de veïns … Però moltes d’aquestes activitats no tindrien sabor si no anessin acompanyades de banda sonora i, en el nostre cas, de la música del nostre piano.

Míriam Pérez, exalumna, tocant a la sala d’actes del Puig durant una celebració la primavera del 2013

Quan algú puja a l’escenari de la sala d’actes, el primer que l’assalta en veure el piano, malgrat que no sàpiga interpretar cap melodia, és la irreprimible temptació de passar la mà per les tecles, com acaronant-les, ja que tots guardem al nostre imaginari una fotografia impossible en la qual toquem el piano una nit d’hivern… com si la música ens escalfés l’ànima i ens reconfortés de les nostres penes. Una cosa semblant al que deia el rolling Keith Richards: “John Lennon era un gran escriptor i un esperit important. De vegades m’assec al piano i em trobo tocant Imagine. I començo a recordar John [Lennon], Jimi [Hendrix], Otis [Redding]…”. Ell pensava en uns músics i nosaltres podem pensar en uns altres (potser Brahms, Chopin, Thelonious Monk…), això sempre és molt personal, és clar. En tot cas, per les aules del nostre institut han passat molts alumnes que després han trobat en la música no només una professió sinó també el sentit de la seva vida (per comprovar-ho no cal més que veure les notícies d’antics alumnes, que és un llistat molt incomplet però obert a rebre noves notícies, o sentir les peces de Música i cançons, el disc gravat fa uns anys a l’institut).

John Lennon

El cert és que ara que el nostre institut farà cinquanta anys necessitem un piano nou. Fins ara al Puig hem tingut dos pianos: un primer que va tenir una vida més curta, des de 1968 a 1983, i el que tenim des d’aleshores, un Young Chang que comença a fer-se gran i ja no fa el mateix servei.

I per això, hem buscat i n’hem trobat un de la marca Kawai (model ND21) que podria anar-nos de meravella. Necessitem, això sí, 3990 euros… i esperem tenir gent al nostre costat per aplegar aquests diners i comprar-lo abans del 27 d’octubre, dissabte, data de la inauguració dels actes del 50è aniversari (lògicament, la campanya es tancaria quan s’arribi a l’import assenyalat).

Per aconseguir-ho, una possibilitat seria que la gent del Puig —alumnes i exalumnes, professors i exprofessors, AMPA, famílies, col·laboradors i amics en  general— aportessin una petita quantitat: un euro, dos, tres, cinc, deu… Cadascú el que pugui. Els diners s’han de transferir (telemàticament, des del mòbil o l’ordinador, o des de qualsevol oficina bancària), al compte corrent de l’AMPA de l’Institut Puig Castellar al BBVA:

ES6401829324920200017138

Al full d’ingrés o de transferència heu de fer constar com a conceptes la paraula Piano i el vostre nom i cognoms. Els noms dels donants podran fer-se públics més endavant (no la quantitat donada) i, en agraïment, tots els donants tindran dret a rebre entrades per als diferents concerts que s’organitzin al Puig Castellar al llarg del curs 2018-2019, a més d’un exemplar del llibre del Cinquantenari.

Gràcies a totes les persones que ens puguin fer un cop de mà i a totes les persones que no ho facin per les raons que siguin però que igualment simpatitzen amb el nostre projecte i el recolzen.

Entre tots fem el Puig! Entre tots aconseguirem un piano nou per a l’institut!

Comissió del Cinquantenari

Més informació: 50 anys

Adreça electrònica: 50anys@elpuig.xeill.net