El otro día (el 17 de abril), en la sesión del club de lectura de jóvenes, comentamos el libro Un mundo feliz de Aldous Huxley, una novela escrita en 1931. Cuando lo escribió, Huxley no había leído todavía la novela Nosotros (1920) del ruso Evgueni Zamiátin, una novela precursora que alude explícitamente al dilema entre felicidad sin libertad o libertad sin felicidad que se les planteó en el Paraíso a Adán y Eva, pero parecía conocer muy bien el alcance de ese dilema. Como se sabe, Adán y Eva escogieron la libertad sin felicidad, al contrario que los personajes de Un mundo feliz, a los que ni siquiera se les plantea ese dilema (se les impone sin más la “felicidad”).
Tanto la novela de Zamiátin como la de Huxley y otras que vinieron después (por ejemplo, 1984 de George Orwell), dibujan sociedades antiutópicas (distopías) en las que las personas han perdido su libertad individual y están permanentemente controladas. Para abrir un debate sobre Un mundo feliz y sobre las sociedades antiutópicas en general, un alumno del club de lectura, David Murga, nos ha enviado el siguiente comentario.
La belleza de nuestra condición humana radica en nuestro imperfecto modo de vivir. Esas aparentes lagunas en nuestra existencia que a cada minuto nos hacen entrar en conflicto con nuestro entorno y nuestras emociones. Las experiencias fuertes y los momentos amargos son ciertamente parte esencial de nuestras vidas. Sin embargo, ¿qué tal si pudiéramos suprimir esas cuestiones negativas de nuestro mundo? ¿Qué tal si no tuviéramos que enfrentarnos nunca más a esos malos momentos? Que nuestras preocupaciones desaparezcan por siempre para no volver jamás. Es esa la realidad que nos propone Aldous Huxley en Un mundo feliz.
Un mundo feliz muestra la visión de un mundo futurista regido por un único modo de vivir: felicidad, individualismo y soma. La sociedad del Mundo Feliz reinventa diversos tópicos de la nuestra y propone un insólito modo de vida: desde la descomposición de nuestro método de reproducción, la invención de variedades humanas y el soma, la droga de la felicidad, hasta la educación mediante el sueño y el control psicológico. Una realidad sugerida, que entre nociones futuristas y un palpitante régimen de felicidad, conceptúa una distopía repleta de enseñanzas y mensajes críticos para nuestra sociedad. Una novela intensa, entretenida e ingeniosa, con personajes curiosos y escenarios sorprendentes, interesantes referencias culturales y políticas, que nos recuerda que en nuestro mundo de circunstancias perfectamente humanas éstas son la esencia de nuestra verdadera felicidad.
No hay arco iris sin un poco de lluvia.
David S. Murga (4º de ESO)
Y ahora, tu turno: ¿Qué te pareció Un mundo feliz? ¿Te gustaría vivir en un mundo “feliz” como el que dibuja Huxley? ¿En qué aspectos podríamos decir que nuestro mundo se parece al de esta novela?¿Piensas que Huxley nos advierte de peligros reales o que exagera? ¿Conoces otras obras —cómics, películas…— sobre distopías? ¿Ves probables las sociedades que esbozan estas novelas de ciencia-ficción? ¿Qué te parece preferible: un mundo feliz sin libertad o un mundo libre en el que cada persona tenga que buscar su felicidad? ¿Imaginas otras alternativas? ¿Cuáles?… Por opinar que no quede.