Centrals nuclears…?

Com que la crisi de la central nuclear de Fukushima, al Japó, ha portat de nou la polèmica sobre els perills de les centrals nuclears al primer pla de l’actualitat informativa (des d’una perspectiva ecologista, en canvi, aquesta qüestió ha estat vigent permanentment), volem obrir aquesta pàgina al nostre blog per acollir les opinions de totes les persones que hi estiguin interessades…

Han de continuar operatives les centrals nuclears o han de tancar-se? Han d’obrir-se de noves? ¿Sí o no? Tu què en penses?

2 pensaments a “Centrals nuclears…?

  1. EL MÓN QUE TENIM, EL MÓN QUE VOLEM
    Kenzaburo Oé, escriptor japonés, premi nobel de literatura de 1994, ha escrit: “No fa gaire vaig llegir una novel·la de ciència-ficció en la qual la humanitat decidia enterrar la seva immensa quantitat de residus radiactius en profunditats subterrànies. Però no sabien com avisar la generació següent, que s’hauria d’encarregar de desfer-se dels residus, ni a qui tocava signar l’advertència. Dissortadament, la situació ja no és un tema de ficció: estem endossant les nostres càrregues a les generacions futures. Després de l’onze de març de 2011 [data del tsunami i de l’avaria de la central nuclear de Fukushima, al Japó, que va causar greus fuites radiactives], em quedava aixecat cada nit fins ben tard veient la televisió. Hi va haver un periodista de televisió que va anar a mirar en una casa amb els llums encesos en una zona que estava a les fosques a causa de les ordres d’evacuació. Resulta que una euga estava de part i el seu amo era incapaç d’anar-se’n; d’abandonar-la. Al cap d’uns dies, el periodista hi va tornar i va trobar l’euga i el seu petit poltre a l’interior de la casa, a les fosques. L’expressió de la cara de l’amo era desolada. No havien permès que el poltre sortís a córrer en llibertat perquè damunt l’herba havia caigut pluja contaminada per la radiactivitat”.
    Què en penses del món que has trobat? Te’n sents responsable d’alguna manera? Hi ha cap problema de la humanitat, del país, de la ciutat, que t’afecti o et commogui especialment?, que creguis que s’ha de solucionar sens falta? Parla’n, discutim-ho.

  2. Noticias atómicas. Como el rayo que no cesa.

    Por Salvador López Arnal

    Como aquel rayo hernandiano que nunca cesaba, el ámbito atómico-nuclear genera sin descanso noticias, acciones y decisiones. No es para menos; es incluso para más. Fukushima se está convirtiendo, se ha convertido ya, en uno de los mayores desastres de la era de la industrialización humana. Sus consecuencias están lejos de estar acotadas. Pero no sólo es Fukushima. Algunos ejemplos:

    “La radiación en la planta nuclear francesa –12 de septiembre de 2011- fue superior a lo anunciado” [1]. ¿Superior? Una calculada rectificación a posteriori, una constante de las informaciones oficiales atómicas. En el momento del accidente en el complejo nuclear de Marcoule (Francia), en el horno siniestrado en la instalación, empleado para compactar e incinerar material radiactivo de baja y media radiactividad, se alcanzó un nivel de radiactividad casi ¡500 veces superior a lo anunciado inicialmente por EDF, la empresa pública de electricidad francesa, propietaria de la planta!
    La fuente no es sospechosa de izquierdismo. Informó de ello la Agencia de Seguridad Nuclear de Francia (ASN), nada sospechosa de tremendismo antinuclear. Pese a considerar que los riegos radiológicos han sido limitados, la ASN ha calificado lo ocurrido como un “accidente industrial grave”.
    Lo fue efectivamente. Un trabajador, de origen español, falleció en el acto y cuatro obreros más resultaron heridos en la explosión del horno. Ninguno de ellos presenta contaminación radiactiva, según fuentes oficiales. En el momento del accidente el horno tenía una carga de unas cuatro toneladas de metal.
    Por lo demás, el horno radiactivo accidentado empleaba a 350 personas. De ellas, unas 140 estaban subcontratadas. En diciembre de 2010, dos huelgas obreras fueron convocadas para exigir mejores condiciones de seguridad y un estatuto único de los trabajadores del centro.

    Maria van der Hoeven es directora ejecutiva de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Ex ministra de Economía de Holanda, ha asumido en septiembre de 2011 la dirección ejecutiva de la Agencia con sede en París. Tomó el relevo del japonés Nobuo Tanaka.
    Entrevistada recientemente por Ana Teruel [2], explicitó abiertamente su tesis central: no podemos cambiar a la energía verde sin la nuclear. Su, digamos, razonamiento enrabietado que parece abroncar las decisiones del gobierno conservador alemán:
    A raíz de la catástrofe de Fukushima en Japón, países como Alemania, Suiza e Italia han anunciado su intención de renunciar a la energía nuclear. En España hay también debate. ¿Qué le parece?
    Van der Hoeven: Miremos en el caso de Alemania: ahora importan de Francia, que es nuclear; de Polonia, que es carbón; de Holanda, que es carbón y gas. Sus alternativas son la nuclear, es decir, lo mismo, o más sucias, como el carbón. Al mismo tiempo, esto tiene efectos en los precios a nivel europeo. Lo que quiero decir es que si hay países que deciden salirse de la nuclear, tendrán que responder a la pregunta de cómo garantizar que haya energía suficiente disponible. Ahora hablamos de Alemania, pero ¿qué pasará cuando hablemos de muchos más países? No podemos caminar hacia una energía verde sin la nuclear”.

    No podemos, esta sigue siendo la consigna “realista” de la política “razonable y sensata”. El gran científico y humanista comprometido Eduard Rodríguez Farré, hijo de un médico republicano represaliado y asesinado por el franquismo, fue entrevistado para La Vanguardia [3] sobre Fukushima. Vale la pena recordar algunas de sus consideraciones sobre nudos centrales de esta industria eléctrica “imprescindible”:
    Sobre los efectos que en España puede tener el desastre de Fukushima señaló: “Aquí lo que llega de la atmósfera es muy poco. Lo que no sabemos es cómo evolucionará porque sigue emitiendo radiactividad y son cuatro reactores. Desde el punto de vista cuantitativo puede ser más importante que Chernóbil. Aun así, hoy por hoy aquí no debemos preocuparnos por el aire. El problema está en toda la cantidad enorme de radiactividad que se está vertiendo en el mar […] que a nosotros nos puede llegar a través de la cadena alimenticia”.
    En torno a los distintos isótopos que contiene la radiactividad, ERF comentó: “Los tecnólogos cuando hablan de radiactividad y exposición hablan de los milisieverts, pero la cuestión que científicamente es importante, desde el punto de vista de la salud, es la naturaleza de cada radioelemento, qué pasa con ellos y el tipo de emisión que hay. En la fisión del uranio hay muchos, se forman docenas de sustancias radioactivas, pero las que más nos importan son las que tienen afinidad biológica que son, fundamentalmente, el yodo 131, el cesio 137, el estroncio 90 y el plutonio”. Son isótopos que no existen en la naturaleza y que se forman a partir de la fisión del uranio 235. Entre todos estos elementos, los “que se comportan de forma similar a otros elementos necesarios biológicamente son los más peligrosos” [las comillas son mías].
    ¿Y dónde reside el peligro de estos elementos para la salud humana? Porque sustituyen a los elementos que realmente necesita el cuerpo. Un ejemplo: “el cesio 137 es muy similar al potasio, que es un elemento esencial en nuestro organismo. Tenemos potasio en casi todos los músculos, las neuronas, en todos lados, y esto está irradiando desde el interior de las células. Esta es la gran disputa con los tecnólogos, la irradiación probabilística. Si se te pone un átomo o una cantidad de esta sustancia dentro de una célula, la radiactividad desde fuera no la verás porque es radiación beta, muy poco penetrante. Tú comes el alimento y la sustancia se te queda en el cuerpo e irradia la célula desde dentro”. Se ionizan con ello los elementos que componen la célula, el agua especialmente, “que se convierte en agua oxigenada… Se ionizan también muchas otras moléculas haciendo radicales libres y esto, junto con la radiación si el electrón te toca el ADN en un punto determinado, dependerá del azar el efecto que tendrá”.
    Sobre las consecuencias de todo ello, el científico republicano señaló: “Si el punto afectado del ADN es un punto secundario no pasa nada; si te toca un punto muy crítico, puede matar la célula aunque tampoco pasa nada si se muere una célula. Pero como te toque un gen que regula tumores o que es supresor de tumores o que está actuando sobre la inmunidad o sobre el desarrollo en el caso de un feto o un niño, puede tener una serie de manifestaciones determinadas o acabar con tumores. Además no se puede detectar. Las imágenes que vemos de Japón en que detectan la radiación de la gente con contadores es sólo para lo que se queda en la piel, lo que ya está en las células no se puede detectar así”. Sólo se pueden detectar por las cantidades que se eliminan a través de la orina o vía intestinal. No se trata sólo de pasar el aparato.
    ¿Puede llegar a España esta contaminación por alimentos? “Puede”, respondió ERF: “Yo creía que las exportaciones alimenticias de Japón eran pocas, pero resulta que exportan 3.000 millones de euros en comida al año”. Sea como fuere, el problema no es lo que exporta el país nipón, sino lo que se sigue vertiendo en el mar que se incorpora en las cadenas tróficas largas. “En tierra son cadenas tróficas cortas y se quedan en el mismo territorio, como el cesio en el agua de Tokio, si no tenemos en cuenta las exportaciones. Las cadenas largas marinas empiezan en el agua, las moléculas contaminadas del agua pasan al plancton, del plancton pueden pasar a los invertebrados, de los invertebrados pueden pasar a los vertebrados, de los vertebrados a los vertebrados carnívoros. Además las cantidades se magnifican porque estos seres las van acumulando y lo concentran”. Los peces grandes -el atún, el pez espada- concentran cantidades grandes de estos contaminantes. Muchos de ellos son migratorios y se desconoce exactamente la ruta que han seguido.
    Qué podemos, qué debemos hacer, se le preguntó. Poco puede hacerse, respondió. Estamos indefensos, no podemos dejar de comer ni comprobar nosotros mismos la radiactividad de nuestros alimentos. Nos timan. Hace un tiempo decían que “ni en los alimentos se había llegado a los niveles máximos de radiactividad y ahora resulta que lo que podía ser superar los niveles hace un mes, ahora es aceptable y por lo tanto se comercializa”. Paradoja de paradojas: las normas de la Unión Europea permiten más radiactividad que los mismos japoneses, bastante laxos ya con este tema. “En Estados Unidos, donde no han cambiado los niveles de radiactividad permitidos en los alimentos, están eliminando leche con cantidades de radiactividad que aquí se permiten”.
    En cuanto a los efectos en el medio ambiente de un desastre de estas características, el científico internacionalista y humanista franco-barcelonés señalaba: “Es difícil de saber. Está muy bien estudiado cómo afectan estos fenómenos a la salud humana y la transferencia a través de las cadenas tróficas. Pero poco se sabe de lo que le pasa al ecosistema. Seguro que hay especies mucho más sensibles que el resto, pero lo que más me preocupa es el impacto en los humanos”.

    Hay más caras en el poliedro atómico. Esta se refiere a la situación de la clase obrera en las centrales francesas. Andrés Pérez, el excelente periodista de Público, hablaba de que “Los ‘jornaleros’ del sector nuclear francés se rebelan” [4]
    “Uno de los secretos mejor guardados del sector nuclear francés y de su apariencia de orden y de excelencia técnica ha saltado por los aires en los últimos días”, señalaba AP. Tras el accidente en el complejo nuclear de Marcoule, los empleados temporales del sector han lanzado movilizaciones y juicios en tribunales para exigir un estatuto profesional. “Auténticos jornaleros, subcontratados, nómadas que van de una planta a otra, reciben el 80% de las dosis de radiación porque efectúan los trabajos más duros y peligrosos”. Con palabras de Philippe Billard, empleado en una subcontrata del sector nuclear, fundador de la asociación “Salud y Subcontratados Nucleares”: “El accidente nuclear nosotros ya lo hemos sufrido. Cada día. No soporto ver que la gente de fuera se queda tan contenta cuando le dicen, después de un accidente como el de Marcoule: No hay radiación en el exterior. Porque la ausencia de radiación en el exterior que tanto tranquiliza, es radiación que está en el interior. Nosotros ya nos la hemos llevado, y nuestros cánceres laborales ahí están”.
    Son alrededor de 30.000 trabajadores en precario. Dieciocho mil de ellos, el 60%, “van de una central a otra a hacer el trabajo sucio, sin seguimiento médico a largo plazo”. A finales de septiembre de 2011, estos jornaleros -el término es una excelente elección político-semántica de AP- “del sector nuclear francés celebraron un día de concentraciones a las puertas de las centrales, y presentaron ante el Ministerio de Energía una petición firmada por 11.000 de ellos”. Sus demandas: estatuto único de alto nivel que equipare su protección sanitaria con las de los trabajadores de la eléctrica EDF, de Areva, y del Comisariado de la Energía Atómica (CEA).
    Hace unos meses, recuerda Andrés Pérez, se dio un primer paso para reconocer “el nexo entre subcontratas en cascada y falta de seguridad, cuando la Agencia de Seguridad Nuclear (ASN) sancionó a los constructores del futuro EPR (reactor de tercera generación) de Flammanville, en el norte de Francia”. Al recurrir a subcontratistas en cascada, el operador EDF, el constructor nuclear Areva y el principal constructor de la ingeniería civil, Bouygues, habían diluido las responsabilidades. Otro resultado del tardo-capitalismo: “la ASN halló fallos en la calidad del hormigón armado y también en las tuberías y válvulas que un subcontratista italiano traído por subcontratistas de subcontratistas de las firmas responsables estaba instalando para un reactor que sigue retrasando su puesta en marcha”. Kafkianamente infame, pero real como el neoliberalismo mismo.
    Ítem más no olvidado por AP: “en 2009, una auditoría oficial efectuada en el complejo nuclear de Cadarache, una gigantesca instalación nuclear al norte de Marsella, demostró que los 2.200 trabajadores subcontratados en la central sufren el doble de accidentes y reciben el doble de dosis de radiación que los otros 3.800 trabajadores fijos. ¿Cuentan o no cuentan las relaciones laborales? ¿Es o no es el capitalismo realmente existente un sistema económico criminal y sin escrúpulos?

    Volvamos a Fukushima que, desde luego, sigue en plena actividad. Europa Press-Público informaban [5] que se había detectado plutonio, en pequeñas dosis, en el exterior de Fukushima, en muestras de tierra de las localidades de Futabamachi, Namiemachi y Iitatemura.
    La información: las autoridades niponas podrían -¿podrían?- haber detectado por primera vez plutonio fuera de la central nuclear Fukushima-1 procedente del reactor 1. El estudio elaborado durante los meses de junio y julio de 2011 en un centenar de localidades cercanas a la planta de Fukushima-1 por los ministerios de Educación, Cultura, Deportes y Tecnología fue difundido a finales de septiembre. La investigación determina las cantidades de estroncio, altamente radiactivo, en las zonas circundantes a la central accidentada el pasado 11 de marzo tras el terremoto y el posterior tsunami que asoló la costa noreste de Japón.

    También Argentina ha entrado en el tablero atómico. Pese a la resistencia de poblaciones locales, existen planes para que el país pueda, es sólo una posibilidad, autoabastecerse con yacimientos propios. Sea como fuere, Argentina duplicará inicialmente la importación de uranio para abastecer Atucha II, informaba Alejandro Giuffrida [6].
    Argentina fue pionera en la explotación y uso del uranio desde el primer gobierno peronista. La actividad minera dejó un destacado legado: “casi 5 millones de toneladas de residuos, muchos de ellos contaminantes”.
    La puesta en marcha definitiva de la central nuclear Atucha II demandará un consumo de más de 100 toneladas de uranio anuales. El grueso de lo utilizado actualmente proviene de Kazajistan. Existen planes para que Argentina “pueda autoabastecerse con yacimientos propios que hoy están en stand by”. El mineral ha variado su precio sustancialmente: en 2000 costaba unos 10 dólares la libra y para 2007 el precio había escalado hasta los 136 dólares. La mayoría de los analistas internacionales, señala AG, pronostican que la cotización ascenderá fuertemente en los próximos meses. “El precio, en general, acompaña los vaivenes del petróleo, pero también se ve motorizado por el fuerte consumo de China, que hace que muchos fondos de inversión pronostiquen un salto del 100% del valor del uranio para los próximos años”.

    Suvendrini Kakuchi, de IPS [7], informaba recientemente de otro vértice no siempre recordado de la situación en Japón. El riesgo de contaminación de los niños y niñas japoneses tras el desastre nuclear del 11 de marzo ha colocado a las madres al frente de la lucha para protegerlos. Las madres organizadas reclaman fijar los primeros estándares del mundo en materia de seguridad contra radiación específicos para niños y niñas. ¿Por qué? Porque “los estándares de seguridad de los países con energía nuclear son para adultos”, ha afirmado Emiko Ito, de la red Kodomo Zenkoku (niños de Japón). El pediatra Makoto Yamada, de la Red de Protección a la Infancia contra la Radicación, ahondó en el mismo nudo: “La cruda realidad es que los niveles de radiación son continuamente cuestionados en los países… En ese contexto es casi imposible fijar niveles aceptables desde el punto de vista médico para los menores”. Ciencia y compromiso: la red está integrada por médicos de todo el país que visitaron Fukushima de forma voluntaria para asesorar a padres preocupados y ofrecer análisis clínicos independientes para evaluar el grado de contaminación.
    Otra consecuencia de la situación: numerosas madres han decidido mudarse fuera de Fukushima, pese a que el padre de su hijo o hija permaneciese en la prefectura. La enorme preocupación de los padres por sus hijos es un punto de inflexión social en Japón. No cabe duda: el accidente en la planta nuclear fue una gran sacudida para la mentalidad japonesa. Durante décadas, las autoridades niponas no hacían más que repetir una y otra vez los méritos y seguridades de la energía nuclear.
    Los ejemplos de solidaridad se van extendiendo: Maya Kobayashi, de 24 años, recién casada, se mudó fuera de Fukushima en mayo para escapar a la contaminación por radiación. Kobayashi se asentó en un barrio de la prefectura de Yamagata, a 60 kilómetros de la ciudad de Fukushima. Yamagata es uno de los varios lugares de Japón que reciben y apoyan a la población de Fukushima. Desde su marcha, Kobayashi se dedica a ayudar a quienes sufrieron lo mismo que ella.

    Notas:
    [1] http://www.elpais.com/articulo/sociedad/radiacion/planta/nuclear/francesa/fue/superior/anunciado/elpepisoc/20111002elpepisoc_4/Tes
    [2] http://www.elpais.com/articulo/empresas/sectores/podemos/caminar/energia/verde/nuclear/elpepueconeg/20111002elpnegemp_10/Tes
    [3] http://www.lavanguardia.es/salud/20110420/54141996690/eduard-rodriguez-f…, http://www.escepticos.es/?q=node/712
    [4] http://www.publico.es/internacional/399501/los-jornaleros-del-sector-nuclear-frances-se-rebelan
    [5] Fuente: http://www.publico.es/internacional/399421/japon-podria-haber-detectado-plutonio-fuera-de-fukushima
    [6] http://relatosdetierra.blogspot.com/2011/10/argentina-duplicara-la-importacion-de.html
    [7] http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=99264

    Salvador López Arnal es coautor, junto a Eduard Rodríguez Farré, de Casi todo lo que usted desea saber sobre los efectos de la energía nuclear en la salud y el medio ambiente, El Viejo Topo, Barcelona, 2008.

    Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Respon a Carles Gil Cancel·la les respostes

L'adreça electrònica no es publicarà. Els camps necessaris estan marcats amb *