El título
Independientemente de que luego, tras la lectura, sus novelas gusten más o menos, muchos de los títulos de Juan Marsé (Barcelona, 1933) son tan golosos que al oírlos se abre el apetito lector: Encerrados en un solo juguete, Últimas tardes con Teresa, La oscura historia de la prima Montse, Si te dicen que caí, El embrujo de Shanghai, Noticias felices en aviones de papel, etc. No extraña que, por su gracia poética o por lo que sugieren, hayan sido parafraseados decenas de veces en titulares de periódicos y en publicaciones diversas.
Por lo que se refiere al de la novela Últimas tardes con Teresa (1966), se recuerda con facilidad por cómo suena gracias a sus aliteraciones y por su significado, que apunta a la melancolía de una historia de amor que se acaba. Anticipa, por otra parte, el punto de vista predominante desde el que está escrita la novela, pues esas tardes son las últimas para quien las pasó con Teresa, en este caso, el protagonista, Manolo Reyes, apodado Pijoaparte.
El origen
En una entrevista concedida en diciembre del 2006, cuando la novela cumplía 40 años, Juan Marsé recordaba que la idea de escribirla “surgió cuando estaba en París, en 1960. El primer latido ocurrió a raíz de unas conversaciones con unas chicas francesas a las que se suponía que yo daba clases de español. Nos reuníamos una vez a la semana, y una de ellas se llamaba Teresa, hija de un pianista. Una muchacha guapísima en una silla de ruedas. Me escuchaban, les contaba cosas de Barcelona, de mi barrio, y noté en ellas una atención especial. Ése fue el germen de la novela. Capté que despertaba en ellas cierta fascinación por el arrabal cuando les hablaba de mis juegos infantiles en el Monte Carmelo con los chavales de cabezas rapadas, hijos de los inmigrantes del sur. […] La nostalgia del arrabal que yo veía en aquellas señoritas se combinó con el sentimiento que advertí en los exiliados con relación a España. Conocía a los exiliados […]; hablaban de la inminencia de una huelga general, decían que la caída del franquismo estaba a la vuelta de la esquina, que los trabajadores estaban bullendo… Ahí no me podían engañar, porque desde los 13 años yo había trabajado en una gran taller, donde había 30 operarios, y yo sabía cuáles eran sus aspiraciones: comprarse un reloj, una gabardina, un coche. Aquel romanticismo de la izquierda que veía el cambio al doblar la calle no se correspondía con la realidad” (“El Pijoaparte sería hoy un inmigrante del Magreb”, entrevista de Juan Cruz a Juan Marsé, El País, 4 de diciembre de 2006).
El epígrafe
Al frente de la novela figuran unos versos en francés, un poema de Baudelaire (no se citan ni el título ni la última estrofa). El poema se titula “El albatros“, y una de sus muchas traducciones al castellano dice:
A veces, para divertirse, los marineros cazan albatros, grandes pájaros de los mares que, indolentes compañeros de viaje, siguen al barco que navega sobre los oscuros abismos. Mas apenas arrojados en la cubierta, estos reyes del cielo, torpes y avergonzados, dejan sus grandes alas blancas, como remos, caer a sus costados. ¡Qué débil es y qué inútil el alado viajero! Él, antes tan hermoso, ¡qué feo y ridículo aparece! Uno, con su pipa le quema el pico; otro, cojeando, remeda al lisiado que volaba. El poeta es como este príncipe de las alturas que asedia la tempestad y se ríe de las flechas, desterrado en el suelo, entre burlas, sus alas de gigante le impiden andar.
[Traducción de Ana María Moix, 1966.]
La última estrofa no aparece citada en el epígrafe para no confundir al lector, así se consigue que el albatros no se identifique con los poetas, sino con cualquiera que fracase después de haber intentado llegar muy lejos. Con los versos colocados intencionadamente en el umbral del libro Marsé tal vez haya querido destacar la importancia del medio en que se vive para ser quien se es: un pájaro tan imponente mientras vuela por los aires como el albatros pierde su fuerza y su elegancia cuando baja a tierra. Lo mismo le ocurre (parece anunciar el autor) al protagonista de esta novela, que pasa de ser objeto de deseo a ser objeto de burla y pierde su arrogancia cuando se descubre que no es quien creían.
Tema
Si el tema más evidente de esta novela es la imposibilidad de éxito de una relación extremadamente desigual (por diferencias económicas, culturales, de origen, de clase social, etc.), el subtema dominante sería la crítica de la inautenticidad de las relaciones en una sociedad devota de las apariencias, la de la Barcelona de la década de 1950, en plena dictadura franquista. Es decir, en simbiosis con la falsa condición de novela romántica (personajes que, por amor, parecen querer luchar contra las barreras sociales que lo dificultan), se desarrolla el tema moral de la impostura (personajes que, por diferentes motivos, fingen ser lo que no son).
Argumento
La noche de la verbena de San Juan de 1956, Manolo Reyes (Pijoaparte), que vive en una barraca de la barriada del Carmelo de Barcelona, entra con decisión en el jardín de una casa particular del barrio de San Gervasio para asistir a una fiesta a la que no ha sido invitado. Ha llegado hasta allí en una moto cualquiera que ha cogido en una plaza del Guinardó. En la fiesta conoce a una muchacha, Maruja, que dice veranear en Blanes, “en la torre de sus padres”. Unos meses después, en septiembre, Manolo se encuentra por casualidad con Maruja en Blanes, junto a una mansión (la Villa) cercana a la playa, y esa noche entra furtivamente en su habitación y hacen el amor. Por la mañana, cuando descubre que Maruja es una criada de la Villa y no la hija de los propietarios, decepcionado, en un arrebato de furia la despierta a bofetadas. Sin embargo, se hacen novios y empiezan a salir juntos; Maruja llega a conocer el ambiente en que vive Manolo y, de paso, le va hablando de Teresa, la hija de los Serrat, la familia para la que trabaja. Meses después, a consecuencia de una caída, Maruja entra en coma y es ingresada en una clínica de La Bonanova. Teresa y Manolo se encuentran con frecuencia en la habitación de la paciente, salen a pasear juntos y van intimando. Teresa, una estudiante progresista, quiere creer que Manolo es un obrero con ideología política de izquierdas, aunque Luis Trías, un líder estudiantil, no acaba de creérselo, y Manolo, por su parte, que ni trabaja como obrero ni tiene conciencia política, prefiere no desengañarla para mantenerla interesada. Maruja muere en la clínica y Manolo es detenido por la policía por haber robado una moto. Al saber que Manolo ha sido detenido por ese motivo, Teresa, que no sabía que fuera un delincuente, se echa a reír como si la historia con él “fuese un chiste viejo y casi olvidado”. Dos años después, cuando sale de la cárcel, Manolo se entera por Luis de esa reacción de Teresa y de los nuevos derroteros por los que está llevando su vida.
Estructura
La novela está compuesta por veintidós capítulos (veintitrés si se cuenta el primero, una simple viñeta), cada uno de ellos precedido por un breve epígrafe tomado de autores diversos (Espronceda, San Juan de la Cruz, Pablo Neruda, etc.). Los veintidós capítulos se agrupan en tres partes que se corresponden con la división clásica (presentación, nudo y desenlace).
En la primera parte (cinco capítulos) se desarrollan los encuentros entre Manolo y Maruja, durante el verano y el otoño de 1956, en tres escenarios principales: el barrio de San Gervasio, donde vive Teresa; el Carmelo, donde viven Manolo y sus amigos (Bernardo, el Cardenal, Hortensia…), y la casa señorial de Blanes, la Villa, donde veranea la familia de Teresa y adonde acude por las noches Manolo para encontrarse furtivamente con Maruja.
La segunda parte, la más extensa (diez capítulos), transcurre durante el verano de 1957. Maruja ha sido ingresada en una clínica como consecuencia de una caída, Manolo y Teresa la visitan y el supuesto pretendiente de Teresa, Luis Trías, deja de ser un estorbo; estos hechos propician el progresivo y particular enamoramiento de Manolo y Teresa y sus escapadas al Carmelo y a las playas de los alrededores de Barcelona.
En la tercera parte (siete capítulos), se relatan los últimos encuentros de Manolo con Teresa a finales del verano del 1957, a veces solos o con los amigos de Teresa, a veces en la clínica ante la familia Serrat. Los escenarios en que se mueven los personajes se amplían por el Guinardó, las Ramblas, el Barrio Chino y Pueblo Seco. La muerte de Maruja, el abismo que se abre entre Teresa y Manolo, la denuncia de Hortensia y el encarcelamiento de Manolo ponen un amargo final a la historia.
Tanto la viñeta inicial como el último capítulo de la tercera parte presentan características propias. El cuadro descriptivo del principio funciona a modo de un salto en el tiempo, como una especie de anticipación cinematográfica (técnicamente se llama prolepsis): recoge el melancólico paseo de una solitaria y desigual pareja que avanza en la madrugada hacia un Floride blanco dejando atrás los restos de guirnaldas, farolillos y confetis de una verbena popular a la que asistirán Manolo y Teresa la noche del 11 de septiembre de 1957, pocas horas antes de enterarse de que Maruja acaba de morir. Capta con elegancia lírica el fin de fiesta, el fin del verano y (se descubre más tarde) el último momento de felicidad para Manolo junto a Teresa. En cuanto al último capítulo, se sitúa en el verano de 1959, dos años después de las últimas tardes pasadas con Teresa, cuando Pijoaparte sale de la cárcel y se encuentra en un bar, cerca de Las Ramblas, con Luis Trías, quien le cuenta cómo se había reído Teresa al enterarse de su detención. En ese momento el lector se acuerda del epígrafe inicial y piensa: “Teresa se ha reído de Manolo igual que los marineros se ríen del albatros que han cazado, el rey del cielo que ya no puede volar.”
Técnica
La novela utiliza un tipo de narrador omnisciente capaz de conocer lo que los personajes hacen, piensan (“Mal empezamos, chaval”, se dice a sí mismo Manolo), imaginan, desean, temen, recuerdan o recordarán en el futuro (“Era la madrugada del 12 de septiembre, recordaría la fecha por el desorden de flores y de besos que dejaron tras ellos, el triste abandono en que quedó todo”), un narrador que escribe la historia en 3ª persona sin disimular sus opiniones. Se trata de un narrador muy escrupuloso en el registro de ciertos datos (“El primer encuentro con Teresa Serrat tuvo lugar en la verja del jardín de su casa, en San Gervasio. Sucedió un jueves, a eso de las diez de la noche…”, pág. 77), pero con una fuerte tendencia al subjetivismo y a opinar muy libre y contundentemente sobre personajes y acontecimientos: “Con el tiempo, unos quedarían como farsantes y otros como víctimas, la mayoría como imbéciles o como niños, algunos como sensato, ninguno como inteligente, todos como lo que eran: señoritos de mierda” (pág. 232), concluye al hablar de los estudiantes que participaron en 1957 en los llamados hechos del Paraninfo.
En la narración predomina el punto de vista de Manolo y, muy en segundo lugar, en algunos momentos, el de Teresa. Sin embargo, en dos ocasiones por lo menos, el narrador cede la palabra a Maruja, que está inconsciente (en coma), para producir el efecto del monólogo interior: “…la fragancia del jardín esa noche […], fue durante un pequeño descanso después de distribuir y preparar otra bandeja de canapés (ya sabía yo que faltarían) pues me dije mira vamos a sentarnos un rato al borde de la piscina para verles bailar…” (pág. 205), rememora Maruja en un larguísimo párrafo separado del resto del texto por un espacio en blanco, igual que ocurre más adelante, al final del capítulo dieciocho: “…mientras se dejaba caer muy despacio a los pies del elegante desconocido…” (pág. 273). El uso de esta técnica, que en un primer momento puede desconcertar por el desorden con que se engarzan las imágenes evocadas, permite, en teoría, conocer de manera más fidedigna los pensamientos más ocultos del personaje, aquello que no se atreve a reconocer conscientemente, y, a la vez, al insistir en episodios ya conocidos desde el punto de vista de Manolo, dar cabida a otra perspectiva (enfoque múltiple). No son estos los únicos fragmentos en los que emerge al exterior el mundo interior de los personajes: en varios pasajes, el narrador deja entrever las fantasías heroico-eróticas de Manolo en las que se ve a sí mismo como un héroe que salva de cualquier peligro a la heroína de sus sueños o en los que la imagen de Teresa se confunde con la de la actriz Jean Simmons en una imaginaria Teresa Simmons o con la de la hija de los Moreau, su primer amor en la igualmente imaginaria Teresa Moreau.
Todo eso no obsta para que en algún momento el narrador aparque a sus personajes y describa con rigor cómo se formaron los enjambres de barracas del Carmelo (capítulo tres de la primera parte) o se explaye con severidad sobre la naturaleza del incipiente movimiento estudiantil (capítulo primero de la tercera parte).
Un aspecto sobresaliente de este narrador es su capacidad para captar y retratar a sus personajes con trazos no abstractos, sino muy visuales y plásticos, y para señalar aspectos físicos que parecen reveladores de la personalidad de cada uno; por ejemplo, cuando se refiere al bigotito franquista de Oriol Serrat o a las piernas de tobillos anchos de su esposa. En ambos casos, como en muchos otros, el narrador manifiesta una fuerte tendencia a la ironía y a desvelar con humor sarcástico el aspecto más ridículo de algunos personajes y situaciones.
La acción principal se desarrolla a lo largo de poco más de un año (desde junio de 1956 a septiembre de 1957), con predominio de la linealidad cronológica (los hechos se cuentan siguiendo el orden en que ocurrieron), con algunas excepciones, básicamente para reconstruir momentos del pasado (analepsis): la infancia de Pijoaparte en Ronda (Málaga), la amistad de adolescencia de Maruja y Teresa en Reus, los recuerdos de cuándo se conocieron Manolo y Maruja, etc. Por no hablar de la anticipación temporal de la viñeta del principio ni del salto temporal a septiembre de 1959 del último capítulo.
El Carmelo
Muchos novelistas han inventado un territorio mítico donde situar sus sagas (Faulkner, Yonakpatawpha; García Márquez, Macondo; Onetti, Santa María, etc.), pero a Juan Marsé no le ha hecho falta inventarlo. Como aclara en la entrevista citada, ha recordado los años de su infancia y adolescencia correteando por entre el Carmelo y el Guinardó y ha ido situando allí algunas de sus historias más punzantes de los años 40 y 50 del siglo pasado.
El barrio del Carmelo aparece descrito en Últimas tardes con Teresa como un barrio pobre y digno, formado por un enjambre de barracas autoconstruidas a lo largo de los años, a medida que iban llegando nuevos inmigrantes. Un barrio de aluvión que acogía a todo el que llegaba (“El barrio está habitado por gentes de trato fácil, una ensalada picante de varias regiones del país, especialmente del Sur”, pág. 25), en el que, sin embargo, en medio de la pobreza, el hambre y las calles enfangadas, quedaban resquicios para los sueños como un mecanismo necesario para no rendirse a la dureza del vivir: “En los grises años de la postguerra, cuando el estómago vacío y el piojo verde exigían cada día algún sueño que hiciera más soportable la realidad, el Monte Carmelo fue predilecto y fabuloso campo de aventuras de los desarrapados niños de los barrios de Casa Baró, del Guinardó y de La Salud” (pág. 24). Sin embargo, aunque el Carmelo no diste mucho de San Gervasio (unos siete kilómetros), entre ambos barrios se levanta una impenetrable barrera económica y social, muy perceptible para algunos. Así, “para la señora Serrat, el Monte Carmelo era algo así como el Congo, un país remoto e infrahumano, con sus leyes propias, distintas” (pág. 138): para ella, saber que Manolo vive en el Carmelo basta para suponer que es un “desvergonzado” y para pedirle a su hija que lo olvide.
Personajes
En Últimas tardes con Teresa Marsé presenta dos mundos contrapuestos: el mundo de la burguesía catalana, caracterizado como un mundo de pijos prejuiciosos, clasistas y relamidos, al que pertenecen Teresa, su familia y sus amigos (Luis Trías, Mari Carmen Bori, etc.) y el mundo del Carmelo, al que pertenecen inmigrantes (identificados genéricamente como murcianos o, más despectivamente, como xarnegos) que viven precariamente como Manolo y otros seres marginales, muchos de los cuales viven al borde o inmersos en la delincuencia (el Cardenal, Hortensia, Bernardo, las hermanas Sísters, etc.); por otro lado estarían Maruja y su familia, inmigrantes pero con trabajo estable al servicio de la burguesía, por lo que sirven de nexo entre ambos mundos (Manolo llega a conocer a Teresa gracias a Maruja).
El personaje de Manolo, aunque puede recordar a algunos protagonistas de la novela picaresca por su descaro, su gusto por vestir con elegancia, su carácter bronco y su facilidad para mentir, por sus orígenes humildes, por haber nacido en provincias y por su aspiración a ascender socialmente en la gran ciudad está emparentado con Julien Sorel (el protagonista de Rojo y negro, de Stendhal), con Eugène de Rastignaç (personaje de Papá Goriot y La piel de zapa, novelas de Balzac) e, incluso, según palabras del propio Marsé, con Jay Gatsby (de El gran Gatsby, de Scott Figtzeral) como “tipo que se fabrica a sí mismo”). Manolo puede ser violento (maltrata a Maruja, golpea brutalmente a Bernardo, entra en cólera con facilidad…), machista, roba motos para vendérselas al Cardenal, se juega a las cartas el dinero que no tiene, va dejando deudas a sus espaldas y más que buscar trabajo trata de dar el braguetazo, aunque, como señala Marsé, no sea el típico braguetero, y, sin embargo, a pesar de estos defectos, hay en él restos de inocencia, de decisión y de autenticidad capaz de, a partir de cierto momento, cautivar a Teresa, que llega a valorarlo por encima de sus amigos universitarios, más ricos, más cultos y… tan o más farsantes. Su capacidad para mentir sobre sí mismo llega a ser asombrosa: “Trabajo en los negocios de compraventa de mi hermano. Compraventa de coches” (pág. 155). Su obsesión por Teresa no le impide admitir para sí que la suya es una historia sin futuro, condenada de antemano. Manolo no se hace muchas ilusiones. En algún momento, incluso, se plantea contarle la verdad a Teresa: “¿Y si le hablara?…” (pág. 262).
Teresa, rubia de ojos azules, rasgos físicos que tanto le atraen de ella a Manolo, que es moreno, no es imagen de la bella cruel y despiadada, sino una joven universitaria perteneciente a la burguesía catalana, arrastrada por los incipientes movimientos estudiantiles de la época y fascinada algo ingenuamente por Luis Trías. No ve contradicción ninguna entre leer a Simone de Beauvoir, que predica la liberación de la mujer, y, al mismo tiempo, entretenerse con la revista Elle (“revista femenina de moda, belleza y cocina”), que es un escaparate de la mujer objeto, como tampoco entre considerarse de izquierdas y conducir con desparpajo un Floride blanco, símbolo de lujo. Quizás para diluir esas contradicciones prefiere creer que Manolo es un obrero comprometido con la lucha antifranquista, aunque ante su padre sea capaz de negar que lo conoce como San Pedro a Jesucristo (“Apenas lo conozco, papá…”, pág. 185) o como el mismo Manolo había hecho previamente cuando ella fue a avisarle del accidente de Maruja (“Yo no tengo novia. No conozco a ninguna Maruja”). Incluso con sus vaivenes, Teresa, caracterizada como una joven idealista, capaz de tener amistades con gente que escandaliza a los de su clase, empieza a madurar cuando sufre un enorme desencanto ante la impotencia y la pedantería de Luis Trias, en quien había confiado inicialmente. En el plano intelectual demuestra una honestidad muy superior a sus compañeros de grupo cuando admite, muy significativamente, preferir a Balzac y al personaje de Rastignac por encima de otros novelistas de moda (pág. 239).
Maruja, ingenua, confiada y sumisa, cree en Teresa como en una amiga fiel a pesar de la diferencia social y cultural y, aunque Manolo la maltratara, quiere creer en él como alguien que puede rectificar y enderezar su vida. Tampoco ella está idealizada ni se libra de incurrir en mentiras cuando Manolo le pregunta si veranea en la torre de sus padres o cuando no desmiente a Teresa que le pregunta por las reuniones clandestinas del supuesto comunista. En todo caso, su función en la novela es clara: es quien presenta a los dos personajes principales y quien alienta, sin advertirlo, el interés de Teresa por Manolo.
El Cardenal es hombre experimentado, maniático y turbio que, además de los negocios de compraventa de motos robadas, parece ocultar muchos secretos, de ahí la atracción que parece inspirar en Manolo y en otros jóvenes del barrio. Aunque había ejercido un cierto poder sobre Manolo, a partir de cierto momento, viendo que este se le escapa y no se somete a sus deseos, empieza a adoptar un papel elusivo que será determinante para que Hortensia, una versión pálida y desvaída de Teresa, trate de tejer una red de dependencias y deudas con la que atrapar sentimentalmente a Manolo, pero como no lo consigue no duda en delatarlo a la policía.
Otro personaje que cumple un cierto papel decisivo, aunque involuntariamente, en la decantación de Teresa por Manolo es Luis Trías (gracias al desengaño erótico que sufre con él, Teresa empieza a desear a Manolo) en quien el narrador se ceba con sarcasmo presentándolo como impotente y como un ser superficial, izquierdista de pacotilla, incapaz de superar su clasismo ni la repugnancia teñida de celos que le despierta Manolo. En el último capítulo, ya convertido en un alcohólico sin remedio, cuando le cuenta a Manolo que Teresa se había reído de él, parece disfrutar malévolamente y vengarse de los antiguos golpes recibidos de alguien a quien considera inferior.
Bernardo, ocioso, débil y manipulable, es un personaje característico del entorno semidelictivo en que se mueve Manolo, con quien tiene una relación de dependencia hasta el momento en que se casa con Rosa y pasa a depender de ella; luego, abrumado por la vida matrimonial, se va degradando por el alcoholismo (curiosamente, igual que Luis, que pertenece a una clase social tan distinta) hasta convertirse en una sombra de sí mismo. Manolo utiliza su nombre para hacerle creer a Teresa falsamente que tiene amigos muy comprometidos políticamente, lo que resulta una cruel ironía muy alejada de la realidad.
En fin, para Marsé los personajes no pueden ser de una manera simplista moralmente buenos o malos por el hecho de pertenecer a un determinado grupo social. Es cierto que los personajes del mundo burgués están presentados negativamente y, algunos, como moralmente desagradables, pero, en contrapartida, tampoco los personajes de clase baja como Manolo resultan ejemplares. Cada personaje tiene su matiz. Marsé sabe muy bien que si un novelista busca la verosimilitud no puede construir personajes maniqueos ni tampoco planos, idénticos a sí mismos de principio a fin. Tanto Manolo, como Teresa, como el mismo Luis pasan por diferentes fases, son personajes vivos que van cambiando a medida que van experimentando fracasos.
Humor
El humor que impregna las páginas de la novela se manifiesta bajo diferentes mecanismos: el tono irónico del narrador, los juegos paródicos, los errores lingüísticos, las situaciones contradictorias, etc. Se trata de un tipo de humor que busca desenmascarar a los personajes (la mayoría, farsantes), desmitificar las modas intelectuales y, a veces, incidir en la crítica social. Sus manifestaciones son variadas, por ejemplo, a través de las descripciones de los padres de Teresa, cargadas de sentido político. De Oriol Serrat se destaca con ironía su bigotito franquista (“han querido eternizar su juvenil adhesión a la victoria con el fino, coqueto, bien cuidado y curiosamente recortado bigote ibérico”) y de Marta Serrat, su pierna, “símbolo de un sentido práctico y de una sólida virtud monserratina”.
Otras manifestaciones humorísticas más evidentes son las derivadas de la falsa presunción de que Pijoaparte es un hombre comprometido políticamente; por ejemplo, algunos momentos relacionados con el panfleto que Pijoaparte se compromete a imprimir sin tener noción de cómo hacerlo (el episodio termina de manera pijoapartesca en la terraza de un edificio de Pueblo Seco, adonde llega Manolo con la intención de ir por lana y solo consigue salir trasquilado) o cuando Teresa le habla a Manolo de Bertolt Brecht como si lo más natural del mundo fuese que un personaje apenas escolarizado como Manolo tuviese que estar muy ducho en el teatro de Brecht.
No falta el humor basado en los usos o registros lingüísticos. En la primera escena, el mismo Manolo, consciente a su manera del significado de los registros lingüísticos, para impresionar a Maruja porque todavía no sabe que ella es una criada, utiliza varias veces la palabra “realmente” (cree que es palabra más propia de gente rica), y su manera de darse importancia con esa palabra lo vuelve ridículo. Otras situaciones de la novela se vuelven humorísticas como consecuencia de equívocos basados en el desconocimiento de ciertas palabras. Cuando Manolo oye a hablar a los estudiantes de una máquina para imprimir panfletos entiende “lipotimia”, y no linotipia, que es una palabra que no conoce. Y cuando Teresa le habla de los pecés (palabra del argot político de la época para referirse a los miembros del Partido Comunista, PC), Manolo cree que se está refiriendo a peces de colores (pág. 158).
Abundan los juegos de intención paródica con nombres híbridos: con el nombre de Maruja (en diminutivo, como en la actriz Marujita Díaz, famosa en la época) y el apellido de Simone de Beauvoir se forma el híbrido Marujita de Beauvoir (un notable contrasentido que amalgama el nombre de una mujer sumisa y el de una feminista de pro), “compañera envidiable de Manolo Sartre o Jean Paul Pijoaparte” (pág. 127), formado por mezclar el nombre de Manolo con el de Jean Paul Sartre, filósofo y compañero sentimental de Simone de Beauvoir. De hecho, el nombre de Simone de Beauvoir llega a producir en otro momento el híbrido Teresa de Beauvoir. Otra broma onomástica consiste en llamar Maria’s Julian Jazz, a un grupo de jazz (broma a cuenta del filósofo Julián Marías). En todos estos casos queda claro que el narrador no se toma muy en serio, por diferentes razones, ni a Jean Paul Sartre, ni a Simone Beauvoir ni a Julián Marías, y los considera poco más o menos que charlatanes.
Tampoco faltan las alusiones que parodian referencias de contenido religioso: “Teresa veía, tocaba y luego creía” (pág. 279), alusión al episodio en que Santo Tomás necesitó tocar a Jesucristo para aceptar que había resucitado. O cuando Manolo reza “una oscura oración”: “¡Tere mía, rosa de abril, princesa de los murcianos, guíame hasta la catalana parentela” (pág. 319), en que se alude paródicamente al Virolai, o el nombre, menos irreverente, pero algo gamberro del grupo musical que actúa en el baile popular, el Trío Moreneta Boys. Sin que falten bromas a costa de la literatura reaccionaria: la obra Eugenio o la proclamación de la primavera, de Rafael García Serrano, autor franquista, se convierte aquí en Manolo o la proclamación erótico-social de la primavera (pág. 319).
Pero, en fin, si el sentido del humor empieza por uno mismo, Marsé demuestra en esta novela que sabe reírse de sí mismo, y así llama Marsé al pellizcón (pág. 252) que va por las salas de baile pellizcando el trasero de las mujeres y desapareciendo rápidamente.
Algunas referencias históricas y culturales
El principal acontecimiento histórico al que se alude en varias ocasiones en la novela y que tiene un valor central para entender la decantación ideológica de Luis, de Teresa y de otros estudiantes de su entorno es la protesta estudiantil de 1957, los llamados “sucesos del Paraninfo” de la Universidad de Barcelona, ocurridos el 18 y el 19 de febrero de 1957, cuando se arrojaron a la calle retratos de Franco y de José Antonio Primo de Rivera (el Gobierno replicó cerrando temporalmente la universidad). Esos disturbios habían tenido dos precedentes a los que se alude también en la novela: los llamados sucesos de 1956 ocurridos en Madrid (“En febrero de 1956, después de la suspensión de un Congreso de Estudiantes en Madrid, los ánimos estaban excitados, hubo un choque, sonó un disparo, y un joven cayó al suelo gravemente herido. Luis Trías, que por esas fechas estaba en Madrid […] fue detenido y sufrió seis meses de cárcel”, pág. 230), y las protestas de los estudiantes de Barcelona en octubre de 1956 contra la dictadura de Franco, en las cuales desempeña un cierto protagonismo Luis Trías, ya cargado con la aureola de preso franquista.
Algunas referencias culturales tienen que ver con obras y autores prohibidos por la censura franquista y leídos por los jóvenes izquierdistas en traducciones o en ediciones latinoamericanas que llegaban a España clandestinamente, como la poesía de Nazim Hikmet o los ensayos de Simone de Beauvoir (El pensamiento político de la derecha). El mismo sentido de identificación con el pensamiento de izquierdas tiene la referencia a los discos de Atahualpa Yupanqui, cantante argentino, o a películas prohibidas por la censura como El acorazado Potenkim, uno de los clásicos del cine ruso revolucionario. Pero si estas son las referencias culturales que interesan a los universitarios antifranquistas de la época, a Manolo le va más otro tipo de cosas, por ejemplo, la actriz Jean Simmons, su mito erótico, en películas como La isla perdida (Manolo la evoca obsesivamente en la playa de Castelldefels mientras imagina un híbrido entre Teresa y la actriz, una imaginaria Teresa Simmons). De hecho, una película que ven juntos, ¡Viva Zapata!, protagonizada por Marlon Brando, sirve de punto de extraña confluencia de sus gustos cinematográficos: Teresa, tan voluntariosa como ilusa, trata de ver en Zapata un posible precedente de un Pijoaparte revolucionario mientras que Manolo se fija en Marlon Brando como un seductor de quien aprender (“aprende, chaval”, se dice).
Otras ecos culturales se utilizan como elementos de cariturización de los universitarios de la época. Por ejemplo, en la conversación de los estudiantes en un bar del Barrio Chino (llamado pomposamente Saint-Germain-des.Prés) se alude a la caza de brujas del senador McCarthy, pero como de esa conversación sólo nos llegan algunos fragmentos que consigue atrapar Manolo, sin entenderlos muy bien, McCarthy aparece mencionado como Marcaci y Ethel Greenglass Rosenberg, víctima del mccartismo igual que su marido, aparece calificada por error (atribuible al estudiante que lo dice o a Manolo que cree escucharlo) como “un hijoputa llamado Greenglass”. En ese mismo contexto paródico, se alude a Balzac y a otros grandes novelistas del siglo XIX, de forma burda propia de ignorantes sabihondos: “En general, puede decirse que el novelista del siglo XIX fue poco inteligente” (idiotez a la que Teresa, con más sensatez e inteligencia que sus amigos, responde que ella prefiere Balzac a López Salinas, novelista que, según parece, preferían sus contertulios por simple devoción a la moda).
Todas estas alusiones ayudan a conocer mejor la época y el pensamiento de los jóvenes universitarios de entonces, aunque, de hecho, alguna otra tenga un disculpable carácter anacrónico: el Felipe, movimiento de izquierdas, que se cita en la pág. 115, no había sido fundado todavía; lo sería algo después, en 1958, y el Renault Floride, coche de lujo, no se fabricaría hasta 1958. Pero, obviamente, no se puede leer una novela como si fuera un libro de historia, el hecho de que aparezca aquí o allá un pequeño anacronismo no representa ningún demérito literario. En cambio, la portada de la revista Elle en la que Teresa apoya su rodilla (pág. 319) sí que se corresponde a la de aquel tiempo, como puede comprobarse en la siguiente ilustración.
Comentario
En uno de los poemas de Moralidades (1966), “Barcelona ja no és bona, o mi paseo solitario en primavera”, el poeta Jaime Gil de Biedma, amigo y, por aquella época, mentor literario de Marsé, recoge su experiencia de un paseo por Montjuïc y expresa un deseo:
[…] Sólo montaña arriba, cerca ya del castillo,
de sus fosos quemados por los fusilamientos,
dan señales de vida los murcianos.
Y yo subo despacio por las escalinatas
sintiéndome observado, tropezando en las piedras
en donde las higueras agarran sus raíces,
mientras oigo a estos chavas nacidos en el Sur
hablarse en catalán, y pienso, a un mismo tiempo,
en mi pasado y en su porvenir.
Sean ellos sin más preparación
que su instinto de vida
más fuertes al final que el patrón que les paga
y que el salta-taulells que les desprecia:
que la ciudad les pertenezca un día. […]
Que la ciudad les pertenezca un día… Ese mismo deseo de integración y de mestizaje de los inmigrantes con la población autóctona lo defendía Marsé y lo encarna Pijoaparte. Sin embargo, Pijoaparte fracasa porque las uvas que él quiere comer, como las de la fábula clásica, estaban demasiado verdes, y no poder comer las uvas lo convierte en un perdedor… aunque ya fuera desde el principio un soñador que dudaba y que no acababa de creer del todo en su sueño de casarse con Teresa.
El cortejo de Manolo a Teresa, dos personajes opuestos en tantos aspectos, sobre todo en su condición social, sigue una fórmula clásica que, a veces, rige en las historias de amor: la ley de atracción de los contrarios. Aunque Marsé prefiere hablar de la nostalgia del arrabal, los franceses tienen una expresión, la nostalgie de la boue (la nostalgia del barro), que podría alegarse igualmente para explicar el encaprichamiento de Teresa por Manolo. Se define esa nostalgia como el gusto por lo más bajo y primitivo, por aquello que la clase media detesta y que la burguesía biempensante trata de prohibir a sus vástagos. Teresa, por impulso rebelde, tiene la tentación de diferenciarse, de acercarse a lo prohibido, pero su impulso se revela poco consolidado, pues luego, cuando encarcelan a Manolo, no le alcanza el coraje suficiente para defender sus sentimientos, renuncia y vuelve al redil familiar.
Que el matrimonio entre Teresa y Manolo no tendrá lugar se sabe antes de leer el libro: se anuncia en el título (si son las últimas tardes con Teresa, esto significa que la historia se acaba, que no continúa) y se anuncia en el epígrafe, como se dijo más arriba. Pero también lo señala el narrador en una imagen hermosísima en la primera página de la novela: “Hay en el caminar de la pareja el ritual solemne de las ceremonias nupciales, esa lentitud ideal que nos es dado gozar en sueños” (pág. 11). En esa escena, que anticipa el final, el narrador está avisando indirectamente de que Teresa y Manolo no llegarán a casarse, pues caminan con la lentitud con que se camina en los sueños, no en la realidad. Sin embargo, del fracaso algo se aprende, y el lector tiene la sensación de que así pasará con estos dos personajes; Teresa, por ejemplo, parece que, al final, después de haberse decepcionado de sus compañeros universitarios y de haber superado su “nostalgia del arrabal” se ha buscado nuevas amistades (su primo de Madrid…) muy alejadas del Carmelo y de ciertas veleidades intelectuales. En cuanto a Manolo, se diría que su humor se ha vuelto más amargo (cuando Luis le pregunta al final qué tal le ha ido, le responde que no le ha ido mal, que ha estado de viaje), pero no ha perdido la dignidad ni la entereza, y la maliciosa confirmación por parte de Luis de lo que Manolo ya intuía, que Teresa lo había olvidado, “no podía afectarle para nada, porque siempre […] la había llevado escrita en sus ojos sardónicos de una manera cruel e irrevocable” (pág. 330). Es decir, Luis sabe perfectamente que Manolo puede decir mil embustes, pero, al contrario que él y otros progresistas de pacotilla (o que la misma Teresa, que tiene mejor voluntad) no se engaña a sí mismo. Y es ese, precisamente, uno de los temas de la novela, la diferencia entre el engaño y el autoengaño. Todos mienten, pero hay muchas formas de mentir y de mentirse. Hortensia traiciona al Cardenal cuando le da dinero a Manolo y después traiciona a Manolo cuando lo denuncia por despecho. Incluso Maruja, que tiene menos pretensiones que otros, no duda en mentir por omisión cuando Manolo, creyéndola rica, empieza a cortejarla, y no le saca de su error hasta que no tiene más remedio. Las mentiras de Teresa, de Luis y de otros personajes de su entorno son de la categoría de autoengaños; todos, por esnobismo o moda, se fingen más progresistas de lo que en realidad son. Manolo en principio no pretende hacer creer a Teresa que él es un obrero comprometido, pero viendo que ella le atribuye un oficio y un compromiso político que no tiene, él se deja querer y acepta el juego por conveniencia. Esto no significa que se salve de la quema general. Bastaría, si no fuera suficiente con lo dicho en su contra, recordar que su menosprecio de los sentimientos de Hortensia le cuesta la cárcel, pero, sobre todo, que su cobardía al huir de la habitación en que deja a Maruja inconsciente no puede ser redimida cuando en la clínica recrimina a Teresa de manera farisaica que no hubiesen llevado a Maruja antes al médico. De todas maneras, si Manolo y Teresa no quedan bien parados en la novela, tampoco los retratos de la familia Serrat, tan estirada y clasista, y el del grupo de universitarios (especialmente, el líder estudiantil, Luis) resultan complacientes. Marsé no parece hacerse ilusiones ni casarse con nadie. Se entiende, pues, que cuando escribió esta novela no pretendiera gustar a todos los lectores; sabía que algunos se incomodarían con él. No le importaba; él es un espíritu libre que no pretende gustar a los demás sino ser fiel a su manera de ver el mundo y de entender la literatura. Quería mostrar su visión de la Barcelona de los años 50 (y al que le pique, que se arrasque, parece decir), el tejido de mentiras, de autoengaños y de desigualdades sociales sobre el que se erigía la convivencia en la ciudad en aquellos años. Resulta admirable, por ejemplo, que Marsé, hombre de izquierdas, no se pliegue a la visión esperanzada, benevolente, algo cándida y optimista del movimiento estudiantil que solía tenerse desde la izquierda oficial y deje a su narrador calificar el movimiento estudiantil de la época con una expresión rotunda: “señoritos de mierda”,
La autenticidad del narrador a la hora de hablar sin tapujos de lo que no le gusta es uno de los aspectos más reconfortantes de la obra, pero ni mucho menos el único valor destacable. Es admirable, por ejemplo, su penetración a la hora de plasmar la psicología y las reacciones de sus personajes a través de gestos o de movimientos corporales. Esta cualidad la comparte Manolo, quien intuye, en su primer encuentro nocturno en la Villa, que Maruja se le entregará pese a estar amenazando con gritar, cuando observa, “a pesar de la oscuridad, el gesto que hizo de llevarse los dedos a la nuca para atusar sus cabellos” (pág. 43).
Este tipo de observaciones, tan frecuentes en la novela, sirve para valorar la obra más que por la crítica social que contiene por la verdad humana que muestra. En este sentido, valdría la pena destacar la primera escena en la clínica entre Teresa y Manolo, a la que ya hemos aludido, cuando él se debate entre sentimientos y sensaciones muy complejas y contradictorias. hasta el punto de que al sentir la mano de Teresa en su hombro, “y ante el temor de que la ternura o la compasión acabaran por jugarle una mala pasada, concentró su impulso vital, reprimido durante tres días a causa del miedo y de los remordimientos, en un arrebato de indignación” (pág. 146). La escena, de extraordinaria tensión, se queda grabada largamente en la memoria.
De hecho, esa escena tan intensa sirve, como otras, para darle la razón a Marsé, quien, en una nota a la 7ª edición, en febrero de 1975, destacaba algunas imágenes de la novela que le seguían produciendo placer estético “como la de Teresa en su jardín de San Gervasio, avanzando hacia Manolo con el pañuelo rojo asomando por el bolsillo de su gabardina blanca y con una temblorosa disposición musical en las piernas. Y al Cardenal sentado en su sillón de mimbres color naranja, con su raído batín y su bastón, decoroso y pulcro, espiando la vida efímera de un músculo dorsal del murciano…”. Si no bastara con esas imágenes para subrayar la plasticidad de los detalles utilizados para impresionar la sensibilidad del lector, se podría recordar el penúltimo capítulo de la novela en que Manolo, “apretando entre sus muslos las ardientes caderas del depósito de gasolina” de una Ducati, cabalga épicamente en medio de la noche hacia la Costa Brava hasta el momento en que la policía, con una escueta palabra (“Documentación”), frena sin contemplaciones el vuelo del albatros de su ambición…
En definitiva, la novela cumplió ya 50 años y aguanta bien el paso del tiempo. Más que por las vicisitudes del argumento, que tiene tintes melodramáticos (aunque, todo lo contrario que aquí, en los folletines el galán pobre que seduce a la muchacha rica acaba saliéndose con la suya por su heroísmo, su emprendeduría o sus habilidades como arribista), la novela debe valorarse por sus cualidades literarias. Es verdad que algunas alusiones de época pueden parecer excesivas (por ejemplo, las digresiones sobre el movimiento estudiantil) o que algunas reacciones de Manolo pueden resultar insoportables y políticamente incorrectas para un lector contemporáneo (aunque el lector, obviamente, no tiene que compartirlas), pero los méritos de la novela (la honestidad del narrador, su humor irresistible, la plasticidad de algunas imágenes, la complejidad con que están analizadas algunas emociones, etc.) compensan ampliamente sus posibles defectos. A estas alturas, Juan Marsé lleva casi 60 años en el oficio y goza de buena salud literaria. ¡Que dure!
F. Gallardo
[Todas las citas de la novela corresponden a la 25ª edición de Seix Barral, Barcelona, febrero de 1996.]
Esta es una excelente síntesis y explicación del libro Últimas tardes con Teresa. Aunque lo leí el año pasado, este texto me ha aclarado muchas cuestiones y me ha dado una visión general más completa de la obra. Me he fijado más en el tema de las falsedades de todos los personajes. Todos ellos se mentían a sí mismos y a los otros sobre su personalidad o identidad. Esto hace que me fije en que Marsé crea personajes reales, es decir, ningún personaje del libro es perfecto o un héroe, son humanos en una sociedad imperfecta. Hace que ningún personaje nos sea totalmente simpático, para mí es más bien lo contrario, todos los personajes me hacen sentir cierta antipatía hacia ellos en algún momento de la obra. Esto no quiere decir que no guste la obra, creo que cuando los personajes despiertan en el lector ya sea antipatía o simpatía es que es un buen libro, porque eso permite imbuirse de su contenido. También las numerosas descripciones de los paisajes permiten imbuirse del ambiente del Carmelo o de la Villa. Aunque para mi gusto, las descripciones son excesivas, en algunos momentos la propia historia parece secundaría ante las descripciones, y eso me hacía perder un poco el interés por la novela. Por lo demás, creo que es un libro con una excelente historia, y que tiene muchos detalles de la época, mencionados en esta entrada, que la hacen una novela única.
Paula Manzano Castro, estoy totalmente de acuerdo contigo respecto a los personajes. Los personajes que aparecen en la novela no nos dejan indiferentes y eso hace que este libro sea tan bueno.
Pero sí es verdad que a mí, por ejemplo, el Pijoaparte no me causa antipatía sino más bien me da pena y tristeza, ya que es un ser simple que muchas veces se comporta como un niño…
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Paula. Es verdad que Marsé crea personajes reales que no estamos acostumbrados a encontrar en las novelas, ya que quizás encontramos más al personaje de chico perfecto que toda chica querría tener (o viceversa). También los sentimientos que te transmite cada personaje con su personalidad, ya que a mí me ha pasado.
Pero en lo único que estoy un poco en contra, aunque yo también lo haya comentado en mi comentario (¡viva la redundancia!), es que las explicaciones hacen secundaria la novela. Yo no lo veo así, es verdad que son demasiado extensas pero esas explicaciones hacen que sepas donde se sitúa exactamente la novela.
Sin más, me ha gustado mucho tu comentario.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Paula. Realmente esta entrada del blog resulta muy práctica y te ayuda a aclarar muchas cuestiones de la novela. Respecto a lo que dices acerca de los personajes, no puedo estar más de acuerdo contigo. Recuerdo que al finalizar la lectura sentía una cierta antipatía hacia Teresa y Manolo, no podía decantarme por ninguno de los dos ya que no me gustaron sus actitudes en ciertas partes de la novela y sentía lástima por ambos. En cuanto a las descripciones, también pienso que son largas aunque quizá no tan excesivas como para dejar en un segundo plano la propia historia.
Paula, estoy de acuerdo contigo, este blog nos ha ayudado realmente a comprender la obra mejor y, nos ha enseñado cosas que desconocíamos de esta. Sí que es verdad que la obra es totalmente realista. No hay ningún personaje idealizado. Y, en cuanto a las descripciones, opino que hacen que nos adentremos más en la obra, aunque a veces lleguen a hacer el libro más aburrido
Estoy de acuerdo con lo que has dicho en tu comentario, Paula. Es verdad que Marsé hace una descripción extensa y detallada de cada personaje. Como bien dices, a ningún personaje se lo describe como “perfecto”, sino que todos son humanos en una sociedad imperfecta.
Por último, he de decir que en ciertas partes del libro me daban pena algunos personajes.
Últimas tardes con Teresa resultó ser una lectura que, tal vez por la actualidad de los temas que en ella se tratan, a pesar de estar contextualizada en los años 50, me hizo disfrutar de un humor muy delicado y personajes muy bien trabajados. Al tratarse de una historia cargada de tópicos sociales y clasistas, se hace una lectura muy amena y agradable. El cambio constante de los personajes, sobre todo de los protagonistas, es lo que hace de la trama una fuente de riqueza ficticia. No es difícil creerse los rasgos personales de Manolo o de Teresa, pues son muy realistas y cambiantes, dando tridimensionalidad y sensación de realidad a lo que sus personajes representan dentro de la historia. En mi opinión, esta es una novela para reflexionar y aprender mucho sobre la sociedad increíblemente elitista en la que se vivía en los años 50, y lo más importante, en la que, desgraciadamente, todavía hoy en día vivimos.
Estoy muy de acuerdo contigo, Marta. Creo que el autor consigue crear personajes totalmente reales y bien trabajados, hecho que despierta el interés del lector ya que hace que la historia sea creíble. Además, coincido contigo al decir que esta novela incita a la reflexión sobre nuestra sociedad, siendo muy semejante la de los años 50 a la actual.
Aunque estoy de acuerdo en el hecho de que la historia está muy bien contextualizada y los personajes están muy bien trabajados, creo que el hecho de que los personajes se nos muestren cambiantes es lo que hace que esta historia sea más realista, ya que en la vida real las circunstancias nos obligan a adaptarnos y a actuar de la manera que podamos para hacer frente a la cruda realidad, algo que se ve bien reflejada en el final de la obra.
Mi lectura de Últimas tardes con Teresa el pasado año fue una grata sorpresa, ya que acabó resultando ser una historia muy entretenida en la que sumergirse. Me gustaría destacar de este libro el gran contraste que muestra de las diferentes clases sociales de la época y los estereotipos de esta sociedad. El ejemplo obvio y más claro de ello es la relación romántica entre Manolo y Teresa y el hecho de que supuestamente esté condenada a fracasar debido a las diferencias sociales entre ambos personajes. Además, creo que el final del relato refleja esta supuesta imposibilidad de amor entre personas con diferentes ideologías.
En conclusión, esta lectura es de gran valor literario, ya que el autor consigue crear una historia de ficción totalmente creíble.
Es cierto, Iratxe. La diferencia de clase social entre los protagonistas es el punto donde más encontradas pueden estar sus opiniones, y son esos choques los que acaban por hundir su relación en el fracaso. Como bien has mencionado, el final del libro, la risa de Teresa, es un claro ejemplo de lo que para cada uno significa la compañía del otro.
Últimas tardes con Teresa es un libro que por sorpresa me llegó a gustar mucho a pesar de su contexto histórico, ya que los adolescentes tienden a descartar este tipo de lecturas.
Una de las cosas que más me gustó de la lectura fue la trama que nos relata Juan Marsé y también los dos mundos que nos presenta: el de la burguesía catalana de la época y el de los inmigrantes que venían a Barcelona a buscarse la vida. Creo que describe la situación que se vivía en el momento a la perfección.
En conclusión, una lectura muy recomendable, ya que habla de muchos temas y tiene un final fantástico.
Palau, estoy casi totalmente de acuerdo contigo, excepto que creo que no es un final fantástico, ya que la imposibilidad de ascender de estamentos es algo que perjudica a la sociedad y además es una de las causas de la desigualdad en el mundo. En mi opinión, es un final realista.
Alex, estoy de acuerdo contigo sobre los prejuicios que nos imponemos los jóvenes ante este tipo de lecturas que nos hacen leer, ya que después de leerme la mayoría de comentarios de nuestros compañeros, he comprobado que antes de leerlo todos ya teníamos una visión negativa de él, que después de saber su historia ha acabado por ser todo lo contrario. También estoy de acuerdo con que describe los valores sociales de esa época, a través de una historia aparentemente de amor, de una forma tan realista que te permite empatizar mejor con la situación de esa época. Sobre el final, no sabría decir si es un final fantástico o no, ya que es un aspecto muy subjetivo, pero sí que comparto con Mercedes que es totalmente realista.
Cuando nos dijeron que teníamos que leer este libro, al principio no estaba muy convencido de que fuera un libro que me podría llegar a gustar. Pero resultó ser todo lo contrario, me gustó y mucho. En mi opinión, es un libro fácil de leer, ya que es muy entretenido. La historia me parece muy buena, sobre todo por la contraposición de los dos personajes protagonistas. En ellos se reflejan dos clases de personas totalmente diferentes. Y a pesar de ser una historia de amor también, las diferencias entre estos dos personajes son mas fuertes, y finalmente no terminan juntos. En conclusión, me parece un libro muy entretenido y muy bien escrito por parte del autor, lo recomiendo cien por cien.
Robert, estoy de acuerdo con tu comentario, sobre todo en lo que se refiere a las diferentes clases sociales, pero no me parece un libro demasiado fácil de leer, ya que las excesivas descripciones hacen que a veces se pierda el hilo de la trama principal.
Por lo demás, tu comentario me parece correcto.
Estoy muy de acuerdo con tu opinión, pero quizá la abundancia de las descripciones haga entorpecer un poco la lectura fácil y rápida del libro. A pesar de estas extensas descripciones, estoy de acuerdo contigo, es una historia muy entretenida, y el hecho de que los personajes principales sean tan diferentes ayuda mucho a poder engancharte más, ya que eso hace del libro, algo especial y único.
Creo que es un libro que hay que leer y sentir para saber lo brillante que es.
La lectura de Últimas tardes con Teresa me sorprendió bastante para bien, ya que en un principio no creí que su historia iba a engancharme tanto.
El libro narra unos hechos que en ningún momento dejan de sorprender al lector, con una evolución constante de los personajes. Aunque para mi gusto, los hechos van acompañados de descripciones innecesarias que entorpecen el ritmo de la lectura.
La misma trama, reduciendo las descripciones del barrio del Carmelo, en mi opinión tendría más éxito y ampliaría el interés de otro tipo de público.
En mi opinión, el libro es brillante y me fascina el trágico desenlace entre Manolo y Teresa, en el cual finalmente están destinados a seguir sus vidas por separado. Lo recomendaría porque la semejanza que tiene con la realidad no defrauda.
Estoy completamente de acuerdo en que, a pesar de la brillantez del libro, las descripciones entorpecen su lectura e incluso en ciertos momentos puede resultar hasta pesado. Las descripciones, en ciertos capítulos, llegan a alcanzar la extensión de cuatro páginas. A pesar de ello creo que en cierta manera son todas estas descripciones las que permiten llegar a unir la realidad con el libro.
Por lo que respecta a lo demás, tal y como nos dice Ana, este es un libro que sorprende y acaba cautivando al lector. Es un libro muy recomendable.
En un inicio Últimas tardes con Teresa no era el típico libro que cautivara mi atención, hasta el punto de que realmente me costó ponerme a leerlo, pero, sorprendentemente, a cada página que pasaba me gustaba más y finalmente me encantó. Quizás me gustó tanto por la historia de “amor” que se plantea y los ideales perfectos que se escriben tras esta.
En la novela los personajes se muestran como si realmente fueran reales, cada uno es imperfecto a su manera. Por esto la historia está rodeada de un aura de realidad que, si reflexionamos profundamente, vemos que realmente es una realidad triste en un mundo donde las apariencias adoptan un papel realmente importante.
Por lo que se refiere a la entrada del blog, esta explica de manera sintética pero detallada el libro y cada aspecto de este, ayudándonos a comprenderlo completamente.
Blanca, estoy de acuerdo con lo que comentas sobre los personajes de la novela. Estos se muestran muy reales y a diferencia de en otro tipo de novelas, en esta son imperfectos e intentan demostrar ser quien no son, en un mundo en el cual las personas se dejan llevar por las apariencias.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Blanca, a mí me pasó como a ti antes de empezar a leer el libro, claro que a mí lo que se dice encantarme no me encantó, pero lo vi un libro muy interesante, eso sí. Al igual que tú pienso que las apariencias en este libro podrían ser uno de sus pilares, ya que el personaje principal, Manolo, juega con ellas todo el tiempo.
De Últimas tardes con Teresa pensaba yo que sería la típica lectura obligatoria con la que luchas día tras día para poder terminarla, pero, todo lo contrario, es una lectura muy entretenida.
Después de leer esta entrada no solo he refrescado la memoria, sino que también me he dado cuenta de que todas aquellas descripciones al mínimo detalle, de las que tanto me preguntaba si serían necesarias, ahora todas ellas tienen sentido. Todo tenía un porqué, y es que ese porqué es la esencia del libro, porque realmente el argumento es muy tradicional, el típico chico que quiere ascender de clase y no lo logra, pero la manera de Marsé de describir a cada personaje para que te identifiques con uno ellos o la capacidad de mantener el interés del lector a pesar de saber el final, es lo que hace que el libro no sea del montón. Además esta entrada me ha servido para situarme en el contexto histórico y saber que pasaba en la España de los 50, y así poder entender algunos acontecimientos.
En conclusión, es un libro que me gustó bastante porque me gustan los libros que tratan temas reales, pero lo que me maravilló fue la manera de escribir de Marsé, que consigue que te integres en la historia.
Estoy totalmente de acuerdo con tu punto de vista, ya que yo al leer el libro pensé que hay demasiadas descripciones que se hacen pesadas y en mi opinión creía innecesarias. Pero después de leer esta entrada me he dado cuenta de que esas descripciones hacen que sea diferente y que puedas, como tú dices, integrarte en la historia.
La lectura de Últimas tardes con Teresa fue, sin duda, una de las lecturas más entretenidas que me han hecho leer en estos años que llevo en el instituto.
Todo y que la novela la leí el curso pasado, esta entrada al blog me ha hecho ver aspectos en los que no me había fijado, sobre todo en la manera de mentirse los personajes a ellos mismos y la manera en que Marsé describe a cada uno de ellos con la intención de que profundices totalmente en su historia. Verdaderamente califico esta novela con una muy buena nota, ya que aunque la trama no sea maravillosa, la manera de explicarla hace que te enganches y que no te sea para nada difícil de leer.
Hola, cariño, estoy de acuerdo contigo en que es una de las lecturas más entretenidas que nos han hecho leer en el instituto y que la manera que tiene de explicar la historia hace que sea más fácil de leer. Pero creo que lo que realmente hace que la historia enganche tanto es la trama, por ser tan divergente entre los personajes y atractiva para el lector. Por tanto, discrepo contigo cuando en tu conclusión dices que la trama no es tan maravillosa.
Estoy de acuerdo contigo sobre la profundidad de los personajes y sus mentiras. Pero no coincido contigo sobre la opinión de la novela. A mí también me ha gustado, pero más por la trama que por la manera de explicarla. Marsé se explica muy bien y profundiza en la obra, pero incluye muchas descripciones y muy largas. Hay muchas descripciones que están bien, pero se vuelve tedioso y hace perder el hilo de la novela.
Teniendo en cuenta que no soy fanático de la lectura ni mucho menos, considero este libro entre los mejores que he tenido que leer. Es una novela que considero muy completa desde el punto de vista de los temas que abarca, entre ellos, el amor, el desamor, las diferencias sociales, la pobreza, la integración social, la inmigración, la delincuencia, la muerte, la política, la filosofía, etc. Y creo que es esta heterogeneidad de asuntos lo que hace que esta novela no pierda con el paso de los años, al contrario, sino que en pleno 2017 nos podemos sentir igual de identificados que un lector de los años 50.
Estoy muy de acuerdo contigo, para mí también ha sido este de los mejores libros que he leído en la época escolar, por no decir el que más me ha gustado. Supongo que lo encuentro tan interesante por los temas tan variados que toca, sobre todo por las diferencias entre los dos protagonistas. También tienes razón en que, aunque pasen los años, es un libro que se puede seguir leyendo. Es cierto que hay cambios en la época y en las descripciones de la ciudad, pero, en general, los tópicos y el mensaje siguen estando bien hoy en día.
Estoy de acuerdo contigo, Abde, y considero que este libro, desde mi punto de vista, es uno de los mejores de lectura obligatoria que nos han hecho leer. También estoy de acuerdo en el aspecto que comentas de que el libro trata muchos temas y creo que tal vez eso lo hace ser tan diferente a los demás.
Después de todos los comentarios que he leído, sin duda me quedo con este porque para mí tiene completamente razón, es el primer comentario que nombra todos los puntos de vista de la novela, siendo así muy completa. Aspecto que sabía pero no había caído en mencionarlo, por eso es el que más me ha hecho apetecer comentarlo. Pero no coincido con él ni con la mayoría en el aspecto de que el libro les haya sorprendido o encantado, yo diría, desde mi punto de vista, que no está mal y puede que incluso sea el más entretenido pero para mis gustos prefiero otras lecturas.
Después de leer el libro Últimas tardes con Teresa pude entender por qué tanta gente me lo había recomendado.
Este esquema que abarca tantas explicaciones sobre el libro me ha ayudado mucho a volver a meterme en la historia y a recordar por qué me enganchó tanto. Muestra cómo en la sociedad de los años 50 la gente que se busca la vida, ya sean inmigrantes de otras comunidades o propios de la zona, intentan ascender en la escala social hacia una vida mejor, el protagonista hace que el libro vaya cogiendo color y atrayendo más al lector debido a cómo decide actuar para poder mejorar su nivel de vida.
En conclusión, puedo decir que este libro me ha parecido fabuloso, pienso que la trama podría ser totalmente real por cómo los personajes van evolucionando en el libro. También me gustaría comentar que gracias a la obra de teatro Últimas tardes con Teresa que fuimos a ver he podido imaginarme verdaderamente cómo sucede la historia.
Buenas tardes, Cristian. Respecto a tu comentario a esta entrada del blog no tengo ninguna opinión en contra, tanto por lo que has dicho respecto el libro, su verosimilitud y otras características, como por tu referencia a lo útil que nos ha sido esta entrada. Creo que has estado acertado, compañero.
Totalmente de acuerdo con la entrada de Cristian, veo que no te cortas un pelo. A mi parecer, el libro abarca muchos temas aparte del amor, como bien has dicho. Es un honor que podamos compartir los mismos pensamiento sobre este maravilloso libro. Te felicito, un comentario muy acertado.
Últimas tardes con Teresa desde un principio me enganchó, ya que la personalidad de cada personaje me transmitía un sentimiento, ya sea de agrado o desagrado. El que más, Pijoaparte; su humor irónico era lo que más me gustaba de este personaje. Pero, como bien dice la entrada (al blog), a veces, llegaba a ser ridículo cuando utilizaba registros lingüísticos porque creía que era más propio de la clase rica.
Esta síntesis del libro me ha hecho entender mucho más algunos temas que había pasado por alto del libro. He podido ver cómo todos mentían sobre su personalidad para poder agradar a los demás. Además de que este libro es como muy “real”, es decir, desde un principio sabes que los personajes no van a tener un final feliz como en cualquier otro libro. De los personajes, ninguno es perfecto, todos tienen sus errores.
Lo único que quizás podría quitar del libro son las extensas explicaciones que da sobre un paisaje u otra cosa, creo que si la explicación fuese más corta estaría muy bien pero hay momentos que con tanto palabreo pierdo el hilo y creo que quizás solo está para hacer “relleno”.
Por lo demás, como he comentado, me parece un libro muy realista que ya he recomendado más de una vez.
Estoy muy de acuerdo con tu visión de la novela y en cómo ves al personaje de Manolo. Al igual que a ti, esta síntesis me ha ayudado a entender mucho mejor algunos aspectos de la novela. Sin embargo, no creo que quitar esas descripciones sea lo correcto, ya que le dan un ligero sabor y porque pertenecen a la parte histórica de la novela, nos describen cómo eran las cosas en los años 50.
La novela Últimas tardes con Teresa es una novela que transmite un mensaje muy profundo sobre la jerarquía de clases que existe en la sociedad, es esta la principal razón del porqué me gusta la novela. Luego hay otros aspectos de la novela que me atraen, como es el título, la evolución de los personajes, y la crudeza con la que se nos muestran los personajes, remarcando en algunos casos los aspectos más negativos y en otros los positivos.
Hablando sobre esta síntesis, he aprendido cosas en las que no me había fijado cuando leí la novela el año pasado, una de ellas es la relación del final del libro, cuando Teresa se echa a reír después de enterarse de que Manolo era delincuente, con el poema de Baudelaire. Pues se ve que Teresa se ríe de Manolo al igual que el marinero se ríe del albatros cuando lo captura volando como el rey de océano. En consecuencia, todo esto ha aumentado mi gusto por la novela.
Últimas tardes con Teresa, sinceramente, no es un libro que sea fácil de leer al principio, pero a medida que vas avanzando te das cuenta de que es un libro que nos relata una historia muy realista sobre un amor que intenta romper las barreras sociales, y todo esto muy bien contextualizada en la época en la que suceden los hechos. Al empezarlo no pensaba que me fuera a agradar pero al final me di cuenta de que libros como este hay pocos y tenemos que disfrutar leyéndolos hasta el final. Además, gracias a esta entrada del blog he podido llegar a disfrutar con más profundidad de la obra ya que destaca cosas que yo no había visto a la primera, como el hecho de que esta obra consta de bastante humor y sarcasmo con respecto a sus personajes, además de las referencias a hechos y personajes históricos.
Estoy de acuerdo contigo ya que a primera vista el libro se ve muy extenso y al leer la sinopsis de la contraportada no parece una historia muy interesante, pero cuando empiezas a leerlo ves que te has equivocado y que es un libro con una historia interesante y muy detallada, y da la sensación de la época de la que se está hablando. Y también estoy de acuerdo en que esta entrada nos ha ayudado a entenderlo un poco más en cuanto a muchos aspectos.
Últimas tardes con Teresa me permitió descubrir cómo vivía la sociedad del momento y las diferencias tan marcadas entre las distintas clases sociales.
Inicialmente pensaba que el libro me costaría más de entender y tampoco tenía una idea clara del significado del mismo, pero poco a poco fui adentrándome en las peculiaridades de los personajes y fui entendiendo su comportamiento.
Mi valoración principal es que el autor, a través de una historia de amor, hace una descripción de la sociedad del momento, una descripción detallada que te permite adentrarte en las peculiaridades de esos diferentes grupos sociales y dejar claras las diferencias entre una sociedad de clase alta y una de clase baja.
En cuanto a tu visión de la sociedad, estoy muy de acuerdo, pero también pienso que el autor no quiere transmitir en su libro solo la descripción de la sociedad del momento, sino también el comportamiento de cada personaje y la historia de ambos, tanto de Pijoaparte como de Teresa.
Estoy muy de acuerdo con tu comentario. Esta obra nos permite observar las diferencias entre clases sociales y sus actividades y actitudes respectivas, mostrando a Pijoaparte como alguien “rudo” y con un trato poco educado hacia los demás, y a Teresa como alguien educada, dulce y respetuosa. Por lo que, como dices, una parte interesante de esta obra es la muestra de estos aspectos sociales.
Últimas tardes con Teresa es un libro en el cual no confiaba nada, las esperanzas de que me gustara eran nulas, pero me equivoqué. Me costó empezar a leerlo, pero una vez lo hice, página tras página, me di cuenta de lo interesante que era, y cómo el autor hacía que no quisieras despegarte del libro para saber cómo continuaba.
Es un libro que no deja de sorprenderte en ningún momento, cuando crees que ya no va a pasar nada más interesante, el autor cambia todo tu punto de vista, y ocurre algo más sorprendente todavía. Quizá eso es lo que lo hace especial, que el autor consigue que te introduzcas en él, y vivas en primera persona lo que les pasa tanto a Maruja como al Pijoaparte y a Teresa.
Esta entrada me parece muy interesante, ya que aclara varias cosas que no acabé de comprender en su día, y ahora puedo acabar de entender a la perfección lo que quería transmitir el autor con este libro.
Estoy de acuerdo contigo, Júlia, con lo que dices sobre Ultimas tardes con Teresa, porque a mí esta lectura también me sorprendió gratamente, y es cierto que cuanto más leías más te enganchabas, y como bien tú dices, nunca paraba de sorprenderte. Con esta novela, Marsé consigue que los lectores formemos parte de esta historia tan entretenida.
Del libro Últimas tardes con Teresa, que leí el año pasado, no creía que me fuera a enganchar tanto, pero gracias a la relación entre Maruja, Teresa y Pijoaparte, por cómo se muestra la sociedad de aquella época y por la evolución de los personajes terminó atrayéndome.
Es cierto que veía innecesarias muchas de las descripciones que aporta el libro, ya que hacían que perdieras la atención, pero tras leer esta entada del blog me he dado cuenta de que eran necesarias para poder comprender la novela a la perfección.
En conclusión, esta novela de Marsé es una muy buena opción para leer porque la historia que cuenta es entretenida pero también por la forma en que lo explica, ya que lo hace de una forma bastante realista y no como la mayoría de novelas con una trama parecida.
Estoy de acuerdo contigo, Andrea. Creo que es una buena, muy buena novela, y son muy interesantes las historias que van ocurriendo a lo largo de la obra. También estoy de acuerdo en que sobran descripciones, pero también es verdad que, analizándolo más fríamente, son muy útiles para seguir la historia.
Tal y como he visto en los comentarios de mis compañeros, no soy la única que apenas confiaba en que este libro le gustaría pero que finalmente se acabó sorprendiendo. Aunque es cierto que en algunos momentos hay descripciones innecesarias, es un libro que cuanto más avanza la historia, más te engancha. Los contrastes entre las actitudes de los personajes y entre las suyas propias y el no saber qué va a pasar, hace que no dejes de sorprenderte. De una forma indirecta, plantea cómo se imponen los valores clasistas en la sociedad y cómo predominaban en aquella época (aunque actualmente también), donde por amor dos personas fingían ser lo que no eran, y por lo tanto no se estaban enamorando de alguien real.
Ante una historia así, lo típico es esperar que los enamorados acaben siendo felices y comiendo perdices, pero me sorprendió cómo el autor cambió el tópico por una visión más realista de lo que realmente suele suceder.
Me parece un libro con muy buena crítica de los valores que se promueven en la sociedad, que hoy en día persisten, y muy recomendable para jóvenes.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Adaia, la novela es tan realista que hasta el final se ve afectado por este realismo y acaba siendo algo inesperado, menos bonito, más crudo, pero también más real.
Además, igual que tú pienso que los contrastes entre las actitudes de los personajes son la magia de esta novela.
Por lo tanto, posiblemente si el autor no se hubiese tomado al pie de la letra destacar estas diferencias entre las clases sociales, el libro no habría tenido el mismo resultado exitoso que ha conseguido.
Últimas tardes con Teresa es un libro que te engancha cuando llevas un buen rato leyéndolo y es entretenido a mi parecer. Sobre el tema que trata, lo veo bastante interesante, básicamente por cómo se desarrollan los personajes, sobre todo por cómo Pijoaparte se comporta con Maruja o con Teresa. Para mí lo mejor del libro es la comedia que hay dentro de él, el humor abunda en cada momento y esto hace del libro algo más dinámico y no tan pesado. En conclusión, me parece un libro muy ameno de leer, pero también creo que hay que estar bastante atento leyéndolo porque no es una lectura fácil.
La novela Últimas tardes con Teresa, la verdad, me sorprendió ya que al ser una historia de amor y al verla tan larga pensaba que no me iba a gustar, y la verdad es que no me desagradó para nada. Los personajes de la novela me parecen muy interesantes ya que todos son muy distintos entre ellos. Una cosa que no me gustó del libro fue la gran cantidad de descripciones ya que, aunque soy de las que opinan que las descripciones son esenciales en los libros, creo que en este había demasiada descripción, lo que podía llegar a hacer pesada la lectura. Una cosa que también me gusta del libro es dónde está situada geográficamente la historia, ya que así podía tener más referencia de dónde están en cada momento los personajes porque conocía el lugar.
Estoy de acuerdo contigo cuando dices que este libro para nada es desagradable de leer pero discrepo en lo que has dicho respecto a la descripciones, yo creo que estas dan una gran riqueza a la obra, sobre todo la del Carmelo, y aunque no sean vitales para entender la obra te dan matices que ayudan a entender los diferentes comportamientos de cada personaje.
Últimas Tardes con Teresa es una novela diez. Nunca pensé que esta historia de locos llegase a estar a la altura de mis novelas favoritas.
Hablando del análisis del libro, nunca vi una síntesis tan clara sobre un libro, explica cada detalle y explica cada recoveco de él. Hay unos cuantos aspectos que ni siquiera se me habían pasado por la cabeza, así que he de dar las gracias a Paco Gallardo por recordarnos una vez más lo bonito que es leer, y a Pau Navarro por incentivarnos a leer este fantástico libro.
En conclusión, volveré a leer este fantástico relato unas cuantas veces más en mi vida, es una obra de arte en papel.
Últimas tardes con Teresa en principio me pareció muy pesado, pero mientras iba leyendo me iba enganchando ya que te hace vivir la historia, te transporta a ese momento y puedes imaginar cada situación que se narra perfectamente. Y he de decir que la novela me ha gustado por cómo cuenta las diferencias sociales, los que tienen casi todo menos libertad y los que no tienen nada y mucho menos libertad, y los que dentro de los dos círculos intentan hacer algo para que la situación cambie, sobre todo cuando al principio el propio Pijoaparte con Maruja cae en su propia trampa y como él consigue darle la vuelta a la tortilla y enamorar a Teresa. Y para finalizar, esta entrada me ha servido mucho para entender perfectamente los objetivos que tenía Marsé en este libro.
Últimas tardes con Teresa me parece un libro excepcional, ya que refleja perfectamente cómo es en realidad una relación de dos personas que pertenecen a clases sociales diferentes. No sigue el típico guión de que al final los protagonistas, a pesar de todos los problemas que pasen, acaben juntos. La historia de amor entre Teresa y Manolo es una historia, desde mi punto de vista, bonita pero que no podía triunfar por todas la diferencias, y no sólo sociales, que había entre ellos.
Este libro también me gusta por la crítica que hace al hecho de intentar aparentar algo que no eres, me parece algo inútil ya que por mucho que lo intentes ocultar al final siempre sabrán quién eres y de dónde vienes, como le pasa a Manolo.
Lo único que menos me gustó de este libro son las parte de descripción ya que algunas veces se te hacía un poco pesado leerlas. Pero el libro, en general, me enganchó y me acabó gustando y convirtiéndose en uno de mis libros favoritos.
Gran comentario el tuyo, estoy de acuerdo contigo en todo lo que has escrito.
El párrafo donde hablas de la relación entre personas de distintas clases sociales me parece muy acertado y de lo que muy poca gente ha hablado.
Seguidamente, el mayor acierto de tu comentario lo veo cuando hablas del desenlace de la novela, ya que yo pienso igual que tú, me parece muy acertado que el autor haya deicidido cambiar este típico guión al que estamos acostumbrados
Esta entrada sobre Últimas tardes con Teresa es muy interesante, ya que nos hace ver cosas del libro en las que a lo mejor no nos habíamos fijado al leerlo, como es la importancia del epígrafe con relación al contenido del libro o su humor tan característico.
Pienso que el libro es muy interesante, ya que nos muestra la vida de dos personajes de diferentes clases sociales, además es una historia en la que no sabes qué pasará después y necesitas leer más para saberlo. Yo creo que el libro nos da también una lección sobre lo que es la mentira, ya que Manolo pasa a ser el hombre deseado de Teresa a ser un objeto de burla al descubrir su verdad. Aunque al libro tenga algunas descripciones muy extensas que hacen a veces un poco pesada su lectura, es un buen libro muy interesante y cuando lo analizas detenidamente tiene un sinfín de cosas.
Me ha parecido muy interesante esta entrada, que me ha permitido descubrir varios aspectos de la obra que no capté en el momento de su lectura. El más destacable es la diferencia de clases sociales y los respectivos estereotipos que se muestran continuamente, siendo estos los típicos de las clases sociales altas y bajas. Otro punto importante que no capté fue el humor, que también se encuentra muy bien explicado en la entrada.
En conclusión, es una muy acertada explicación de esta bonita obra.
Últimas tardes con Teresa es un libro muy adecuado como lectura de primero de bachillerato ya que el lenguaje utilizado, que cualquier persona podría llegar a entender, y la trama, elaborada a la perfección, hacen de él un buen libro.
La complejidad emocional de los personajes hace que llegues a plantearte si realmente quieren hacer una cosa u otra.
Otro punto a comentar es la gran variedad de escenarios que presenta la novela, una piscina, una playa, una casa, el Carmelo… Esta variedad escénica hace que tengas que imaginarte continuamente el espacio en el que se ubican los personajes y que no te quedes estancado en uno solo, una manera de hacer que el lector se sumerja en la lectura.
Estoy de acuerdo en general con David cuando dice que la novela tiene diferentes escenarios variados y bien explicados, lo cual hace que el lector se pueda sumergir bien en la historia e imaginarse sin problema la situación. También el lenguaje utilizado es aceptable para nuestra edad.
Me parece muy correcta tu aportación a este blog con tu conclusión, me parece acertado que destaques el cambio constante de escenarios para que el lector deba ir imaginando continuamente un sinfín de escenarios. Eres muy avispado, aunque creo que también deberías mencionar la descripción meticulosa que emplea el autor para describir a los personajes, ya que eso también te ayuda a imaginarte mejor las escenas, con más detalle. Por lo demás, he podido comprobar que tu observación es muy adecuada.
Últimas tardes con Teresa, en mi opinión, es la típica novela del chico malo y la chica buena de diferentes clases sociales que se “enamoran”. Está bien para una lectura de bachillerato por su contenido, sus personajes, el ambiente… Una de las cosas que más me llamó la atención fue como era descrita Barcelona en aquella época (1956). Pero esos personajes no me han aportado nada, a Manolo le falta personalidad y a Teresa lealtad, aunque a muchos adolescentes les ha gustado ya que se identifican algo con ellos, por la edad. Me recuerda mucho Romeo y Julieta y Tres metros sobre el cielo que sin duda son dos novelas que acaban de una forma bastante trágica, como Últimas tardes con Teresa. No olvidemos que Manolo se fijó primero en el físico de Teresa, y después Teresa, sabiendo que tenía alguna cosa con Maruja, comenzó a tener una relación amorosa con Manolo. Antes de leerlo, al pensar que era un libro de amor que nos hacían leer en bachillerato, pensé que iba a ser algo diferente, que me iba a enseñar algunos valores en temas como la amistad, tema histórico, del amor… Al final acaba muriendo Maruja, y Manolo y Teresa dejan de hablar. Siento decirlo, pero me dejó un poco de mal sabor de boca el final de la novela.
Una vez más me dispongo a hablar de Últimas tardes con Teresa, libro que nos acompaña desde primero de Bachillerato. Realmente hoy quiero destacar el humor de este libro y los dos mundos tan diferentes que tienen los protagonistas. Al leer esta entrada he vuelto a recordar, como bien dice el autor de esta, el humor mezclado con un tono irónico del narrador para la crítica social, pero no recordaba que este tono se utiliza para desenmascarar a los personajes. Y también como se desarrolla la historia con dos personajes de clases sociales completamente diferentes que acaban separados, con un final atípico, a lo mejor no tan bonito pero a lo mejor más real.
Esta entrada sirve ¡y mucho!
Marina, estoy totalmente de acuerdo con tu comentario y al igual que a ti esta entrada me ha servido para recordar detalles de la obra. Como que el autor, al ir jugando con dos mundos tan distintos a lo largo de la obra, ha acabado haciendo una critica social en la que desenmascara a los personajes en un final no muy esperado pero sí bastante más realista.
Marina, no puedo estar más de acuerdo contigo. En esta entrada se explica muy claramente lo que el autor del libro quería transmitir con la historia de amor entre Pijoaparte, un pobre chico que aspira a ascender en sociedad, y Teresa, una chica bien. No deja de ser una excusa para mostrar la lucha de clases; las escasas posibilidades que tiene la gente sin dinero de ser algo en la vida, de acceder a una vida con dignidad.
El final, por supuesto, nos viene a mostrar esto: Pijoaparte es encarcelado, y Teresa sigue su vida de niña bien. Para Pijoaparte, Teresa es algo más que alguien que le atrae como mujer; para él, Teresa viene a simbolizar el éxito en sociedad, al que él aspira o al menos, su aspiración de una vida “digna”.
Marina, estoy totalmente de acuerdo contigo, ya que el autor quiere remarcar a lo largo de todo el libro la crítica de la sociedad de la época y lo hace de manera exagerada pero a la vez muy realista, y juega con las vidas tan diferentes de los dos protagonistas. Mediante la manera de comportarse los personajes, como tú bien dices, se desenmascaran.
Por último, también te digo que estoy de acuerdo en que es más real, ya que es más probable que una historia como esta si llegase a existir acabaría así y no como lo pintan en otras historias con final muy feliz.
Puedo decir con certeza que Últimas tardes con Teresa es uno de los libros que más me han gustado de las lecturas obligatorias que me han hecho leer año tras año. Como precisamente se habla en un apartado de esta entrada, el título de la novela fue uno de las cosas que me captó la atención desde un principio, ya que me sugería una historia amorosa, de las que me gusta leer. Uno de los inconvenientes que le pongo a esta lectura son las largas descripciones que se hacen a lo largo de la novela para situarnos en el ambiente de la época, ya que me interesaba tanto conocer la continuidad de la historia que hacía que me impacientara por momentos por saber qué pasaría. Aparte de eso, puedo decir que es una excelente novela, e incluso quise ver el vídeo de la película en su día pero, por desgracia, no lo encontré.
Al ver que de nuevo tengo una oportunidad de hablar de esta gran obra de Juan Marsé, me gustaría dar mi opinión.
Últimas tardes con Teresa es una obra que ha marcado un antes y un después en mi vida en cuanto a literatura se refiere, en especial uno de los protagonistas de la obra, Pijoaparte, un hombre al cual podríamos calificar de delincuente, pero que nos muestra una gran perspicacia y picardía al largo de la obra.
Un aspecto que me gustaría recalcar es la importancia del lugar de residencia del protagonista, el barrio del Carmelo, el cual está descrito en la obra con gran detalle. Estas descripciones me hicieron recordar donde nos hemos criado la mayoría de personas que han escrito en este blog, Santa Coloma de Gramenet, una pequeña ciudad del extrarradio de Barcelona donde se impone la clase obrera al igual que en el Carmelo, este aspecto me hizo empatizar con el protagonista de la obra.
Este último aspecto nos lleva a la clara distinción entre clases sociales, por una parte la clase alta que representa Teresa y por otra la clase más marginal representada por Pijoaparte.
Estoy de acuerdo con tu comentario, es un libro que me ha gustado y he disfrutado con su lectura.
A mí también me ha pasado que cuando se describe el barrio del Carmelo, que pertenece al extrarradio de Barcelona, y a su personaje principal, he recordado aspectos de Santa Coloma que me han explicado mis padres de los años 60 y 70 fundamentalmente y de las situaciones que se vivían en aquellos momentos, muy similares a las que se describen en el libro. A mí también eso me ha hecho empatizar con el personaje respecto a su clase social, no en cuanto a sus acciones
Hola, Iván, por una parte estoy de acuerdo con tu intervención, ya que creo que cuando describe el barrio del Carmelo nos hemos sentido muy cercanos a la situación, pero, por otra parte, como he dicho anteriormente en mi comentario, creo que la descripción del Carmelo, entre otras muchas descripciones, es excesiva desde mi punto de vista. Toda descripción siempre es buena, ya que nos ayuda a situarnos bien en el tiempo o lugar donde pasan los hechos de la novela, pero quizá deberían de ser más concisas, para no aburrir al lector. Esto es todo, pero respeto tu opinión.
Verdaderamente tengo que decir que este es uno de los mejores libros que he tenido que leer, es muy destacable la amena lectura de dicho libro, tanto por su lenguaje, que es poco complejo, como por la temática de la novel, que se puede traspasar a otra época sin ningún tipo de problema, es atemporal. Veo que muchos de mis compañeros han señalado que las descripciones se les hacían largas y pesadas, pues he de decir que conmigo pasa lo contrario, disfrute mucho con las descripciones tan detallistas, tanto de personajes como de escenas, eso siempre me ayuda a imaginarme mejor la situación que estoy leyendo en el libro. Agradezco mucho esta entrada del blog, ya que me ha permitido tener una visión más completa de lo que es la obra y, no solo desde el punto de vista de haberla leído una vez, me he dado cuenta de rasgos característicos de la obra que el año pasado pasé por alto.
Hola, Marc, estoy de acuerdo con que Últimas tardes con Teresa es una de las mejores lecturas que hemos tenido que leer a lo largo de bachillerato, pero no creo que sea por el lenguaje poco complejo, sino más bien por los temas tratados, que despiertan un gran interés en el lector.
Respecto al tema de las descripciones tan detallistas, he de decir que no coincido con tu opinión, ya que sí que es cierto que las descripciones son necesarias para hacer que el lector simpatice con el ambiente de la obra, pero a mi parecer, el hecho de que sean tan largas hace que en algunos momentos se pierda el interés por la novela.
Últimas tardes con Teresa es un libro que sin duda vale la pena leer, ya sea por todos los temas que trata o por la complejidad de unos personajes bastante reales a los que no acabas de conocer del todo hasta el final de la historia.
Otra cosa que me gustó es el que estuviera ambientada en Barcelona, me resultaba curioso cuando los personajes que se iban moviendo de un lado a otro de la ciudad de repente acababan en algún lugar que conocía o que había visitado. A mi parecer, lo único reprochable del libro podían ser sus extensas descripciones, que aunque se entendían y le daban riqueza a la lectura la hacían parecer demasiado larga.
Por ultimo, he de decir que agradezco esta entrada del blog, que me ha hecho recordar y ampliar mis conocimientos sobre esta interesante historia con un curioso final.
Estoy de acuerdo contigo en que es un libro que vale la pena leer, tanto por su argumento como por la forma como está escrito. Respecto a cuando hablas de Barcelona, creo que el autor da una muy buena ambientación de la ciudad y la época. Estoy de acuerdo contigo en el tema de las descripciones, que se hacen un poco pesadas, pero yo creo que enriquecen la lectura, como tú muy bien dices, y ayudan al lector a entender un poco más el comportamiento de los personajes.
Cuando nos dijeron que teníamos que leer el libro Últimas tardes con Teresa, he de reconocer que pensaba que sería una de las lecturas más aburridas de bachillerato. En los primeros capítulos, el libro no conseguía interesarme ya que veía que el contenido de la novela tenía muchas descripciones que a mi parecer eran innecesarias, pero, finalmente, Juan Marsé, el autor del libro, consiguió captar mi atención a medida que la novela iba avanzando.
Esta entrada del blog me ha servido para recordar aspectos importantes de la novela que se me habían olvidado y para apreciar otros que desconocía, por ejemplo: he podido ver cómo los personajes se mentían a ellos mismos para agradar a los demás.
Desde mi punto de vista, creo que es un libro que mediante la historia de amor de Teresa y Manolo consigue tratar varios temas que son de gran interés para el lector, como por ejemplo la diferencia de clases sociales de ambos personajes.
En conclusión, la novela me ha parecido muy interesante y creo que aunque esté contextualizada en los años 50, muchos de los temas tratados siguen vigentes en la actualidad.
Susana, estoy completamente de acuerdo contigo, sobre todo en el aspecto de las descripciones y en el hecho de que las diferencias que se expresan en el libro sigan ocurriendo en pleno siglo XXI. Creo que este resumen del blog ayuda a entender de manera más profunda el libro y por supuesto aclara dudas que se nos pudieron presentar el año pasado.
Aunque el argumento es bastante atractivo para públicos adolescentes, de manera personal no me pareció una obra tan genial y recomendaría otras lecturas del mismo autor, como por ejemplo, El amante bilingüe.
Últimas tardes con Teresa no se puede decir que sea de los mejores libros que he leído pero, sí que es verdad que me ha gustado bastante, ya sea por los temas que trata o bien por ese tono irónico tan peculiar que utiliza Juan Marsé. Además, gracias al libro, hemos podido comprender mejor cómo era la sociedad de los años 50.
Al leer la obra, desde el principio no me gustó nada el personaje de Pijoaparte, aunque muchas veces llegó a darme pena. También cabe destacar que muchas actitudes que tiene Teresa a lo largo del libro hicieron que sientiera cierto desagrado hacia este personaje.
En conclusión, es una lectura que me ha gustado bastante y gracias a la entrada escrita en este blog he podido comprenderla mejor.
El libro Últimas tardes con Teresa realmente me gustó mucho, es más, es de las mejores lecturas obligatorias que nos hemos tenido que leer, porque en esta se explica una historia de amor que para nada es idealizada como las que se suelen contar en los libros, también por el hecho de que es verdaderamente una lectura fácil de leer y, además, por la variedad de temas y subtemas que hay.
Gracias a este blog he podido saber cosas que desconocía del libro, como por ejemplo su origen, el cual me pareció curioso e interesante.
Opino que con sólo leerte el comentario de este blog, puedes saber de qué va y entender el libro sin habértelo leído.
En conclusión, un libro fantástico, divertido e interesante. Lo recomendaría.
Tengo que reconocer que la primera vez que leí este libro el año pasado no me pareció atractivo, quizás por la cantidad de historias sobre chicos “delincuentes” que se enamoran de la típica chica rica y buena del barrio más lujoso. Pero aunque no fuera un argumento nuevo para mí, el autor consiguió ir atrapándome a medida que el libro avanzaba. La forma en la que está escrito me parece sencilla y accesible para todo el público juvenil y aunque no sea una de las lecturas que más me han marcado, la recomendaría porque mucha gente podrá sentirse muy atraída por el argumento.
Aun así es necesario, desde mi punto de vista, mencionar que hay partes del libro que pueden hacerse muy pesadas para el lector, sobre todo las largas descripciones de algunos lugares. De manera positiva diré que el libro trata las diferencias sociales de manera muy clara y realista, lo que ayuda al lector a ponerse en el papel de los diferentes personajes de una manera más fácil.
Estoy de acuerdo contigo en algunos puntos, Cristina. Es cierto que el autor tiene una manera muy clara de describir la sociedad con grandes diferencias de clases en la que se encuentran los personajes. Tanto, que nos ponemos en su lugar y entendemos mejor el significado de los hechos que ocurren a lo largo de la novela. Para acabar, me gustaría decir que me alegra que esta lectura te haya parecido entretenida, yo no podría decir lo mismo.
No puedo decir que este sea uno de los libros que más me han gustado ya que había muchas partes que no acababa de comprender debido a algunos comportamientos, en especial el de Teresas. También es verdad que gracias a la entrada en este blog lo he comprendido mejor, aún continuando sin estar de acuerdo con la actitud de los personajes.
Es una novela que trata la confrontación de dos mundos completamente diferentes, el de una niña rica y el de un chico marginal en una época de plena agitación política y social. Así mientras aprendemos parte de la historia de nuestro país al mismo tiempo vivimos una relación que es apasionante porque es vivida por dos jóvenes, a veces amarga.
Por último, diré que es una novela que me ha gustado en algunos momentos y en otros no.
De primeras el libro Últimas tardes con Teresa pensaba que no me iba a gustar en absoluto y que no podría acabarlo, sin embargo, cuando comencé a leerlo me resultó bastante interesante y entretenido, realmente era muy diferente de lo que yo creía. Por otra parte, también pensaba que debido a la antigüedad del libro no lograría entenderlo, pero pasó todo lo contrario, no tuve muchas dificultades y página tras página me iba adentrando más en la historia.
El hecho de que transcurra en Barcelona me ha resultado muy curioso y cercano, porque me ha permitido conocer cómo era la Barcelona de aquellos años. También encuentro muy interesante el tema del libro: una historia de amor entre dos personas de clases sociales diferentes. El autor nos describe cómo lo viven los personajes: Teresa, una chica de clase burguesa, “con muchos pájaros en la cabeza” y un joven de un barrio marginal, Manolo “Pijoaparte”, que se dedica a la picaresca para sobrevivir. Y cómo viven su historia de amor con estas diferencias sociales y de pensamientos. El autor hace que te enganches al libro, ya que no trata una simple historia, sino que está llena de sorpresas que no te esperas que ocurran, y eso hace al lector estar pendiente hasta el final del desenlace.
Recomiendo totalmente Últimas tardes con Teresa, ya que es un libro que nos hace reflexionar sobre los valores de la sociedad de esa época y sobre cómo estos marcan a las diferentes clases sociales, que aún hoy siguen vigentes.
Cuando empecé a leer el libro Últimas tardes con Teresa y vi la cantidad de páginas que tenía, pensé que me acabaría aburriendo, ya que normalmente las lecturas obligatorias no suelen gustarme mucho.
Pero sorprendentemente, la historia de amor que contaba me cautivó y el libro terminó gustándome. El tema del libro es un tópico literario y no es la primera vez que alguien escribe sobre la típica historia de amor entre el chico “malo” y “la niña de papá”, pero es la manera que Juan Marsé tiene de dar plasticidad y vida a los personajes lo que la convierte en realista y hace que consiga engancharnos y no nos deje indiferentes.
Además, las descripciones de los lugares, en este caso Barcelona, que nos resultan cercanos y son reconocibles para nosotros, facilitan que nos imaginemos con todo detalle lo que nos explica.
El autor hace uso de tópicos clasistas y elitistas típicos de la época en la que están ambientados los personajes, y esto también nos ayuda a involucrarnos en la atmósfera.
Esta entrada me ha servido para poder refrescarme la memoria de una manera muy clara y concisa de algunos puntos que tenía más olvidados, como es el caso del humor, al que quizás no le había dado tanta importancia durante la lectura de la novela.
Nunca he sido muy fan de los libros obligatorios, pero, a pesar de ello, Últimas tardes con Teresa no me ha disgustado. Creo que Marsé ha conseguido crear una historia muy común, y por eso engancha, porque cualquiera de nosotros puede sentirse protagonista de la historia. También ayuda el toque de humor de la novela, la hace más divertida y entretenida. Otro detalle para mi gusto importante es el lugar donde suceden los hechos, que esté ambientada en Barcelona nos hace más fácil imaginarnos las escenas y tener una imagen más completa de la obra.
Por otra parte, creo que la extensión de la novela es excesiva. Para mi gusto, sobran algunas descripciones de lugares o deberían ser más cortas, porque algunas partes del libro se hacían pesadas.
Pero, en general, creo que es una buena lectura y muy recomendable para todo el mundo.
¡Hola, Sara! Estoy de acuerdo con tu comentario respecto el libro Últimas tardes con Teresa. Personalmente, nunca me han atraído las lecturas obligatorias que nos proponen en los institutos, pero a pesar de ello, este libro, ha conseguido captar algo de mi atención.
Yo también pienso que gracias al tema escogido de la novela, por cómo cuenta los hechos y dónde suceden, nos hace sentir parte de ella.
Y, sobre las descripciones, al igual que tú, Sara, creo que deberían haber sido menos extensas, ya que se hacen pesadas y aburridas.
He de reconocer que al principio esta obra no me gustaba para nada por lo extensa que es, pero cuando empecé a leerla sentía curiosidad por lo que pasaría.
Por un lado, una de los aspectos que me llamó la atención fue la descripción tan detallada de los personajes y el ambiente, lo que hace que la obra sea muy realista. Marsé introduce en la obra personajes tan reales que no estamos acostumbrados a ver en las típicas historias de amor entre el chico perfecto y la chica guapa y rica.
Por otro lado, lo que también me llamó la atención fue el título, ya que me imaginaba que el libro trataría de una historia de amor a punto de acabar.
Por lo tanto, creo que esta obra tiene aspectos muy detallados de aquella época y de su gente y esto la convierte en una obra única. Gracias a esta entrada he podido comprender mejor el libro.
Estoy totalmente de acuerdo ya que al principio pensé lo mismo que tú. Me parecía una lectura muy aburrida y larga, pero cuando empecé a leerla me gustó.
Como dices también, el título te llamaba la atención cuando aún no habías empezado a leer el libro y parecía que sería algo que acabaría mal o una relación que no terminaría bien.
Después de haber leído el libro Últimas tardes con Teresa me he dado cuenta de que una novela que nos hagan leer durante el curso me puede llegar a gustar. Al comenzar a leer el libro pensaba que no me gustaría, ya que en algunos momentos es un poco lento y para mi gusto hace demasiadas referencias a las descripciones de los lugares o de las cosas o personas. Desde mi punto de vista, a veces esas descripciones nos dan información que se podría pasar por alto, aunque siempre va bien saber más.
Lo que más me ha gustado del libro es que la historia de los protagonistas es muy interesante y el autor hace que tengas más ganas de leer.
Para ser sincera, esta lectura del libro Últimas tardes con Teresa no me atrajo lo más mínimo. La primera razón, por el hecho de ser una lectura obligatoria; la segunda, porque el libro no conseguía captar mi atención, había partes que se hacían pesadas, como por ejemplo las largas descripciones que, en mi opinión, se podrían haber pasado por alto.
A medida que iba leyéndolo, lentamente, me iba gustando un poco más y la lectura se iba haciendo más amena.
Desde mi punto de vista, Marsé trata temas interesantes como, por ejemplo, la diferencia de clases sociales, que podemos ver en los distintos personajes que aparecen a lo largo de esta novela. Creo que el tema del amor tiene enganche y eso hace despertar una cierta curiosidad y atención entre los lectores.
Por último, esta entrada del blog me ha hecho recordar aspectos importantes del libro.
Cuando comencé a leer este libro, había partes que no me gustaban, ya que no entendía muy bien el carácter de los personajes, en especial el de Teresa y el tono irónico que les había dado el autor. También es verdad que me empezó a gustar por la importancia del lugar de residencia del protagonista, el barrio del Carmelo, el cual está descrito en la obra con gran detalle. Es una novela que trata la confrontación de dos mundos completamente diferentes, el de una niña rica y el de un chico marginal, en una época de plena agitación política y social. Así mientras aprendemos parte de la historia de nuestro país al mismo tiempo vivimos una relación que es apasionante porque es vivida por dos jóvenes.
La historia de amor entre Pijoaparte, un pobre chico que aspira a mejorar en sociedad, y Teresa, una chica bien, no deja de ser una excusa para mostrar la lucha de clases; las escasas posibilidades que tiene la gente sin mucho dinero de ser algo en la vida, de acceder a una vida con dignidad.
El final, por supuesto, nos viene a mostrar esto: Pijoaparte es encarcelado y Teresa sigue su vida de niña bien. Para Pijoaparte, Teresa es algo más que alguien que le atrae como mujer; para él Teresa viene a simbolizar el éxito en sociedad, al que él aspira, o al menos su aspiración de una vida “digna”. Para mí el narrador se para mucho en la caracterización de los personajes, es muy detallista, y eso me hizo pasar páginas.
Por último diré que en general sí me ha gustado el libro y el final me impactó.
Esta obra, Últimas tardes con Teresa, tiene varios puntos positivos, como por ejemplo el trato que tiene el autor en el momento de describir y crear a los personajes. Sin embargo, eso no fue suficiente para ganarse mi agrado y hacer de esta una lectura agradable. Es cierto que gracias al lenguaje que emplea Juan Marsé en esta novela consigue una lectura amena para la juventud de nuestra época, pero creo que en mi caso resulta un defecto y no una virtud.
No he disfrutado de este libro porque es de la clase de libros de los que casi siempre he huído para no leer, disfruto de las lecturas ambientadas en siglos anteriores y en una sociedad diferente a esta.
He de decir que, los primeros días, la obra Últimas tardes con Teresa se me hizo pesada de leer, no sé por qué pero no acababa de gustarme, pero conforme avanzaba en la lectura, cada vez me enganchaba más y más. Una de las cosas que me acabaron de enganchar fue la descripción tan al detalle del Carmelo, con esa descripción parecía que vivieras allí mismo y supieras cómo es el barrio de arriba abajo. Esta información que nos da sobre el Carmelo, sinceramente, se podría suprimir o evitar porque en mi opinión creo que es irrelevante, pero a mí me ayudó mucho a situarme y a engancharme a esta gran obra. Supongo que las descripciones que hace el autor a lo largo de la obra, a la gente que no solemos leer con frecuencia nos resultan pesadas, pero yo creo que son necesarias.
Pues siento disentir, pero la obra me ha parecido la típica del chico guapo malote que va detrás de la rubia, guapa, pija y universitaria.
Muy aburrida y sin lugar a dudas, prescindible.
No aporta nada.