Frankenstein

Para facilitar que todos los que no asistieron a la sesión del Club de Lectura 1 (Jóvenes) del pasado mes de febrero también puedan opinar sobre el libro comentado en esa ocasión, Andrei Bogdan Minciuna, alumno de 4º de ESO, nos ha enviado el siguiente texto:

Frankenstein o el moderno Prometeo es una de las novelas góticas más destacables de la historia, pero el lore tradicional que conocemos de esta novela es más bien erróneo. Por eso, al leerla, te das cuenta de que el conocimiento popular del personaje es una distorsión de la obra original (algo que pasa con frecuencia con muchas otras obras).
Creo que todos hemos deseado en algún momento tener el poder divino de crear vida de la nada. Victor Frankenstein, al igual que Prometeo, toma ese poder y nos lo da a nosotros, los humanos, en la forma de un monstruo, el monstruo de Frankenstein.
Es posible empatizar con este personaje si alguna vez te has sentido rechazado por el resto de personas, o incluso por tus propios padres, así puedes comprender la sensación triste que envuelve al monstruo. Sin duda, el monstruo es un personaje trágico, su deseo es encontrar a alguien que lo quiera, pero ni siquiera su propio creador lo acepta. ¿Puede una persona convertirse en un monstruo cuando la sociedad la rechaza, cuando nadie le da el cariño o siente amor por ella? ¿Convierte esta sociedad al individuo en un asesino? A lo largo de la historia siempre ha habido rechazo social (ya sea por motivos de raza, orientación sexual, estatus social o aspecto físico), lo que ha creado grandes conflictos en los que murieron miles de personas. El no aceptarnos los unos a los otros lleva a la autodestrucción. Victor Frankenstein, al crear y abandonar al monstruo, lo lleva a un paso más cerca de convertirse en la mano vengadora que destruirá su vida, por lo tanto, Frankenstein es su propio asesino (y a la vez,nos recuerda una moraleja: que no se ha de jugar con el orden natural).

Esta novela abre muchas preguntas sobre la ética humana .El monstruo es un símbolo de que todos podemos llegar a ser malvados. La maldad vive junto a la bondad dentro de nosotros, somos tan capaces de actos bondadosos como de actos malvados, depende de nosotros qué acciones decidimos cometer. Obviamente, la naturaleza humana condiciona en muchos aspectos, pero nada llega a justificar algunos de nuestros actos. Por poner un ejemplo, cuando Justine Moritz es acusada y ejecutada por el asesinato de William, Victor se siente culpable, ya que él sabía que fue su creación quien mató al chico. Él cree que la culpa es suya, ya que fue él quien creó al monstruo. No se siente culpable por abandonarlo sino por crearlo. Me gustaría plantearlo de este modo: En vez de intentar arreglar el problema (el monstruo), Victor intenta matarlo, deshacerse de él, como cuando un niño tira su juguete roto a la basura sin antes intentar arreglarlo. En este punto la relación de Frankenstein y su monstruo me recuerda una discusión entre dos niños pequeños en la que uno se niega a cooperar y el otro se intenta vengar. Respecto al final, me gustaría comentar algo que aprendí hace poco. El final en que el creador y su criatura mueren me recuerda a Sócrates, sus ideas sobre la muerte. Sócrates pensaba que la muerte era una bendición, una cura para todos los males, que el cuerpo era una cárcel para el alma y que lo mejor que podíamos hacer era liberarnos de él. Cuando fue juzgado y se ordenó ejecutarlo, Sócrates no tuvo nada en contra y aceptó su muerte como algo natural, como si le estuviesen haciendo un favor. Por lo tanto, me deja con una pregunta: ¿fue para el monstruo (o incluso para el propio Frankenstein) la muerte una liberación?

Antes de acabar tendremos que hablar sobre la autora, ya que no creo que se me disculpe omitir por lo menos algún dato sobre ella. Es sorprendente pensar que esta novela fuera escrita por una joven muchacha de 18 años. En 1816 ella y su marido, el poeta inglés, Percy Shelley, se escaparon de Londres y se instalaron junto a Lord Byron y John Polidori en Suiza. En una noche de junio, Lord Byron sugirió un pequeño juego: las personas presentes tenían que escribir una historia de terror. Es aquí donde nacen dos novelas que marcaran la historia: El Vampiro, escrita por John Polidori, y Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley. Aunque John Polidori marcaría la existencia de la literatura de vampiros y por ende daría lugar a novelas como Drácula de Bram Stoker, sería el Frankenstein de Mary Shelley la novela que sería recordado para la posterioridad como una de las novelas fantásticas más influyentes en la historia. Frankenstein saldría por primera vez en 1818 sin firma, ya que no se consideraba de buen gusto que las mujeres se dedicasen a la literatura, y en una segunda edición, la de 1822, Mary Shelley sería finalmente conocida como la autora.

Aquí he de dejar mi escrito. Espero que las preguntas que he planteado sirvan para dudar de nuestra actitud frente a las personas que son diferentes a nosotros. ¿Somos nosotros mejores que otros por el simple hecho de creernos más normales? Al fin y al cabo, en estos días, ¿qué es lo que se considera normal? Tenemos que reconocer que todos tenemos defectos y que no debemos señalar con el dedo y rechazar a las personas que son diferentes a nosotros, si no, acabaremos destruyéndonos los unos a los otros hasta que no quede nada más por destruir.

Andrei Bogdan Minciuna (4º de ESO)

3 pensaments a “Frankenstein

  1. La entrada de Andrei plantea varias observaciones y preguntas de interés. Por ejemplo, señala Andrei que el lore que tenemos de esta novela es más bien erróneo. Tiene toda la razón. La causa de este desfase debe buscarse en el cine: espectadores de todo el mundo han visto películas sobre Frankenstein pero pocos son los que han leído el libro. La imagen cinematográfica resulta más fácil de asimilar que el texto literario, retenerla supone menos esfuerzo mental. Además, desde 1910 sobre la criatura del Dr. Frankenstein se han realizado unas sesenta versiones para el cine, sin contar las adaptaciones para la televisión. Algunas de estas versiones partían directamente de la novela de Mary W. Shelley, pero otras partían de obras de teatro que se inspiraban más o menos en la obra original. La mayor parte de estas versiones pasó sin pena ni gloria, pero no es el caso de las de James Whale (El doctor Frankenstein, de 1931, y La novia de Frankenstein, de 1935), que dejaron una fuerte huella en la imaginación popular y en las versiones posteriores, entre otras muchas razones por la caracterización del gran actor Boris Karloff en el papel de la criatura. Por cierto que para la caracterización de Boris Karloff Whale se inspiró en los Caprichos de Goya y, muy especialmente, en el titulado Los chinchillas. Que Whale, que era un hombre de gran cultura, se inspirase en Goya no resulta extraño, ya que sabía que Mary Shelley compartía algunas de las inquietudes del pintor de Fuendetodos. Si pensamos que uno de los caprichos de Goya más famosos se titula El sueño de la razón produce monstruos, podemos comprender inmediatamente que Mary Shelley también quiso formular una idea similar a través de su novela. Goya y Mary Shelley son hijos del Romanticismo: ambos veían con inquietud que el avance científico y tecnológico sin límites éticos podía llevar a producir resultados indeseables para el ser humano. En definitiva, los dos nos advierten intuitivamente de los peligros de algunos experimentos (posteriormente, en el siglo XX, la fabricación de la bomba atómica vendría a corroborar una parte de estas intuiciones). Pero, volviendo al punto de partida de este comentario, el caso de Frankenstein nos enseña que si queremos hablar con propiedad de una obra literaria, tendremos antes que leerla, y no fiarnos totalmente de sus adaptaciones cinematográficas, por válidas que éstas puedan ser. Reconocer la criatura de Frankenstein como obra de la imaginación creadora de Mary Shelley y no sólo como fuente de inspiración de las versiones posteriores del mito (literarias, teatrales, cinematográficas y televisivas) es también un acto de justicia.

  2. No deja de fascinarme la historia sobre la inquietante reunión de los amigos tornados en escritores. Sinceramente pienso que es motivo de otra novela.

    Hablamos de uno de los gigantes de la novela gótica y la cultura popular. Como bien expresa el artículo, es erradamente icónico y célebre (sin serlo realmente), porque quien tanta fama ha cosechado, no es más que un monstruo de nombre Frankenstein. Es cruel pero la opinión pública, la noción de la gran masa, rara vez resulta corregible. Es como con María Magdalena. Al igual que el personaje de M. Shelly, que comparte nombre con un monstruo llamado Frankenstein, ella comparte nombre con una famosísima prostituta de categoría bíblica.

    Es bien expresado que la novela pone de manifiesto unas muy contundentes cuestiones sobre la ética del ser humano. La más grande de ellas, por supuesto, es el del hombre que encarna la figura del dios capaz de crear, con sus propias manos, la vida. Debo señalar como muy acertada la comparación entre el deseo de Víctor de deshacerse del monstruo, y la actitud que toma un niño delante de un juguete roto. De nuevo vemos exhibida con ingenio la naturaleza humana.

    Ciertamente queda poco más qué decir sobre esta obra. A cada momento hace un magistral honor al género que la define, e inaugura uno nuevo que posteriormente nos trajo obras verdaderamente extraordinarias. Sin duda ha sido una fuente de inspiración para muchísimos a lo largo del tiempo y, como bien dice el comentario de Paco, sería un acto de justicia, de pura justicia, que la gran obra de Mary Shelly fuese reconocida por lo que es, no por lo que de ella se cree conocer.

  3. Buenas.

    Me alegro mucho de que hayáis escogido este libro para vuestro club de lectura, especialmente si contáis con gente joven :).

    El comentario es bastante conciso y está muy bien explicado. Hay mucho escrito y he leído mucho últimamente sobre la obra, así que poco puedo aportar. Sólo decir que me sorprende que las películas prácticamente no respeten en absoluto la historia original. Particularmente, me sorprendió la elocuencia del monstruo y la honestidad a la hora de expresar sus sentimientos a su creador. Casi diría que si fuera hijo suyo no sería tan honesto ni exigiría tanto a Frankenstein. Nada menos que una compañera…

    Resaltar también la importancia histórica de que fuese escrita por una mujer. Ojalá no resultara tan difícil encontrar autoras destacadas en aquella época… y creo que sigue planteando en la actualidad las dificultades de las escritoras para sobresalir en el mundo editorial.

    Sin más, comparto con vosotros un audiolibro que grabé hace poco, y espero ayude a aquellos que no asistieron a la sesión para animarse a leer la obra:

    https://www.youtube.com/watch?v=oCWKR2sC1AQ

    Un cordial saludo 🙂

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