Literària

Perquè ens queda la paraula, mentre no es demostri el contrari, tothom és poeta, almenys potencialment: tothom pot crear frases originals, històries meravelloses, poemes… que ningú hagi escrit abans. Per això, per animar i despertar el poeta que tothom porta a dins seu, obrim aquesta secció que acollirà textos de ficció: històries, contes, diaris, novel·les breus, cartes adreçades a destinataris imaginaris, poemes, petites obres de teatre, etc., i els comentaris que aquests textos puguin suggerir a altres usuaris.

A veure qui s’anima a enviar-nos els primers textos… i els següents…

 

6 pensaments a “Literària

  1. “No li tinc por a la solitud, però si a la seva eternitat. Tinc por del que podria fer sol en la solitud”.
    Hi ha un temps per a tot… Hi ha un temps per plorar, un temps per riure, un temps per a mi mateix, i un temps per als altres. Però, què fer quan aquestes situacions són en va? Què fas quan t’adones que el temps que pensaves que era el teu amic és el teu enemic?
    Per a algunes persones, la solitud és una maledicció, una ombra que les segueix tot el temps, fins i tot en els somnis. Què és la solitud? És una afecció? O és un sentiment? La solitud és un fenomen universal, visita cada ànima humana, sense excepció d’edat, classe, cultura o raça. Es va expressar a través del temps en l’art, la literatura i la música.
    Tanmateix, en un món en el qual estàs envoltat d’éssers vius, de la naturalesa, d’astres celestes, és possible estar sol?… Trobar-te en el cor de la ciutat però sense percebree la respiració dels vius, el batec dels mortals, veure la multitud però a cap persona, sense compartir alegries, sense rebre les llàgrimes dels altres, sense sentir el murmuri del vent.
    Quantes vegades ens sentim sols? Estem soliataris, som pobres, pobres d’allò que ens falta, per no sentir la solitud. Per a tots, la solitud pot portar llàgrimes però poques vegades somriures. Hi ha vegades que es necessita viure sol i així adonar-te que la solitud t’ajuda a gaudir, encara que no pot substituir totes aquelles ànimes que trobes a faltar. La necessitem, però en moments curts i no en etapes llargues.
    En el món en el qual vivim, la gent s’oblida de ser humana. Oblida que té sentiments, que té necessitats, oblida que les petites coses que ens envolta i porten algries són les que ens il·luminen la vida! Oblida de tothom i de tot…
    La solitud mai serà eterna, perquè la naturalesa sempre ens envoltarà i els raigs de sol sempre portaran esperances. El nostre univers intern ens recordarà de qui som, i la nostra sombra reflectirà la nostra realitat de l’existència.

    Natalia Lupoian

  2. Tens raó en tot, Natàlia. Ningú no pot evitar arribar a trobar-se sol – buit, desesperançat o desemparat – en alguna ocasió o en determinats períodes de la vida. De la mateixa manera, cal aprendre a estar sol, sense tancar-se en la soledat, sinó abocat al món, a la naturalesa, als altres.

  3. En clase de catalán estamos estudiando la unidad 2, que trata sobre poemas, y me ha gustado mucho uno que es de Pere Quart:

    Colomí,
    l’home voldria tenyir
    les teves ales de sang.
    No et paris, colomí blanc,
    No et paris, blanc colomí.

  4. Aquí os dejo una jarcha de mi invención:

    En mis ojos vienen olas de mar tan triste,
    Habibi, que me dejaste en tan profundo dolor,
    más profundo que el mar llega este amor.
    Sólo tú, tú eres quien no lo percibe.

    Raida Kazi

  5. EL HOMBRE Y LO ETERNO
    Por David S. Murga

    Bajo un sol frío, un ser inteligente, de nombre Amatis, vagaba por extensos senderos muertos. Entre bruma y silencio, avanzaba sin rumbo, casi perdido en una elipsis de locura. Ignorante de cualquier otro mundo, Amatis había recorrido los senderos muertos toda su vida, en busca de una prometida gloria que jamás afloraba.
    Un día, atajado por el agotamiento, buscó reposo en una gran piedra uniforme en medio del prominente vacío de los senderos. Tumbado boca arriba, admiró el inmenso cielo nebuloso. Absorto, como si se encontrara en ligero estado de ebriedad, para sí mismo dijo en voz alta: “Soy el ser más poderoso de este mundo, y no hay nadie para decir lo contrario”. Enseguida se echó a reír graciosamente con un aire de sarcasmo, de que no había gloria alguna.
    Permaneció ahí durante unos minutos, sin mover un solo músculo de su escuálido cuerpo. De pronto, una voz habló a sus pies. Asustado, enseguida se incorporó y reconoció a un hombre viejo al pie de la gran piedra.
    -¿Quién eres tú?- preguntó asombrado por la presencia de otro como él
    -Mi nombre es Nerón- respondió el hombre.
    Le observó por un instante e indeciso, Amatis bajó de la piedra y se acercó lentamente al hombre que decía llamarse Nerón.
    -¿De dónde vienes? Y ¿qué haces aquí?- preguntó Amatis.
    El anciano Nerón se sentó en la piedra y no habló.
    Perplejo y confundido, Amatis permaneció mirándole un instante y preguntó una vez más con la voz más fuerte.
    -He dicho, ¿de dónde vienes? Y ¿qué haces aquí?
    El anciano vestido con vetustos mantos grises, con una nariz grande sobre un pálido y espeso bigote, levantó la vista y le miró directamente a los ojos sin parpadear un solo segundo. Penetró en la mirada de Amatis, haciéndole percibir que se trataba de un ser diferente a él. Intimidado, Amatis retiró la mirada y se apartó un par de pasos.
    -¿Qué quieres?- intentó cuestionar una vez más.
    El anciano Nerón se puso en pie. Amatis se apartó un poco más, y en un silencio bruto, Nerón saboreó sus palabras antes de hablar, y dijo con una voz muy áspera:
    “Tú, ser de esta tierra, hasta este momento tu vida era eterna. No había límites en tu cuerpo, y no había condición alguna para tu existencia. Por eso eres infeliz. Has realizado una búsqueda en vano, porque la gloria sólo es concedida en la ausencia de lo eterno…”
    Paralizado, Amatis no pronunció palabra.
    Nerón continuó diciendo: “…Mi presencia aquí tiene un solo motivo. He de entregarte tu propia vida y la posibilidad de conservarla. Tu existencia marcada por el tiempo, propiedad del límite.”
    Amatis permaneció en silencio.
    -Dámela entonces- dijo Amatis al cabo de unos segundos.
    En aquel momento, Nerón extendió la mano sobre la cabeza de Amatis y pronunció algo quedo. Enseguida giró de cara a la piedra y sobre ella hizo aparecer una jícara de barro llena de un líquido transparente.
    Amatis, atónito ante tan insólito escenario, contempló la jícara de barro.
    -¿Qué es esto?- dijo Amatis.
    Nerón respondió diciendo: “En esta jícara de barro se encuentra el néctar de tu vida, porque ahora eres tan mortal como cualquier otro ser. Esta es tu gloria, la ausencia de lo eterno. Para que tu existencia perdure deberás beberla por el resto de tus días.”
    -Esa triste jícara de barro apenas podría pasar del sorbo- dijo Amatis–. Esta no es mi gloria -prosiguió.
    Los cielos se nublaron, y los vientos golpearon las ropas de ambos. Nerón desapareció en un murmullo.
    Inmóvil, Amatis se quedó en pie concibiendo una extraña sensación de ausencia y desorientación. Al pie de la gran piedra, contemplando aquella jícara que parecía emerger de tan uniforme superficie, vislumbró con inquietud, como un ser prehistórico delante del gran fuego, sintiendo un escalofriante desconcierto. Desconocía por completo qué era aquella sustancia mística vertida en la jícara de barro. Se acercó lentamente y el reflejo de su rostro y el cielo se posaron sobre la clara sustancia. La observó detenidamente, sin color y sin olor, tan clara que el fondo de la jícara se hacía notar. Finalmente, y tras unos minutos de observación, Amatis concluyó indeciso que no debía acercarse a tal neto misterioso. Dijo entonces para sí mismo: “Cómo podría esta sustancia anodina ser si quiera un asomo de gloria”. Giró en dirección contraria a la gran piedra, y continúo avanzando por los senderos muertos, bajo el sol frío. Negándose a aceptar aquella denominada “gloria”.

    Continuó perdido, y al cabo de dos días, su cuerpo le resultaba más pesado. Sus manos temblaban y no era capaz de mantener el equilibrio. Constantes desfallecimientos atacaban su andar y sus ideas se alejaban cada vez más hasta casi dejar su mente en silencio.
    Pasados tres días más, sus ojos, estaban ya casi apagados. Su piel se revestía de arrugas y su cabello se había marchitado. Amatis había encarado, sin explicación aparente, una súbita decadencia que no había experimentado jamás en sus 200 años.
    Abatido por el cansancio absoluto, desmayó finalmente en los senderos. Su cuerpo ya no respondía, y apenas podía respirar. No alcanzaba pronunciar palabra alguna y sentía desvanecerse la vida en su piel. Sin más, estaba seguro de que su momento había llegado.
    En aquel instante, un haz de luz cegador e incierto ante la debilitada vista de Amatis, deslumbró el horizonte. Apareció prominente la figura de aquel ser de nombre Nerón.
    Amatis, tan anciano como su antiguo visitante, elevó la mirada con sus últimas fuerzas, suplicando en silencio una redención. Nerón se acercó al delicado cuerpo del envejecido Amatis, se arrodilló y en la palma de su mano hizo aparecer una jícara dorada. En seguida, dejó verterse el neto claro en la boca seca de Amatis. Aquel líquido misterioso que había dejado paciente en una jícara de barro sobre la gran piedra, ahora vertía con delicadeza sobre la boca de Amatis. En aquel momento, Amatis pudo sentir la gloria recorrer cada centímetro de su cuerpo agonizante, sintió una poderosa descarga de satisfacción apoderarse de su alma, frescura celestial vertida en un breve hilo de transparencia. La experiencia más satisfactoria que jamás había conocido. Suspiró agotado por tan poderoso placer y enseguida, Nerón se puso en pie.
    -Morirás- dijo Nerón–. Por tu cuerpo corre la gloria de la vida, que a partir de hoy renacerá en tu especie. Has probado la insaciable dicha de una vida mortal, pero es demasiado tarde para ti. Partirás con este placer en tus recuerdos, glorioso ser humano.
    La luz del sol disolvió las nubes grises en el cielo, y los vientos soplaron más fuerte que nunca. Amatis cerró lentamente los ojos y experimentó una exorbitante paz en su interior. De su alma se apoderó una sublime intensidad y, en un redoble de suspiros, abandonó aquel mundo para siempre.
    Nerón observó por un instante el cuerpo sin vida de Amatis, se acercó una vez más y con suavidad posó su mano sobre la frente del hombre para pronunciar con voz queda: “Ser de esta tierra, que renazca en ti tu especie, y que se alimente para siempre, con el néctar de la vida. Déjales conocer su gran gloria.” Enseguida, los cielos y los senderos fueron iluminados por una poderosa luz blanca y el cuerpo de Amatis se desvaneció junto con Nerón.
    Con 200 años, Amatis fue el último ser inteligente que vagó por los senderos muertos de la que fue una gran tierra, donde una vigorosa especie concluyó un gran ciclo alguna vez. La búsqueda eterna de Amatis por la gloria acabó con el regalo de Nerón, quien dio a Amatis el sorbo de la vida para marcharse a su gloria. Dejando renacer a partir de él una especie alimentada por el néctar de Nerón, capaz de saciar la existencia, hasta la gloria, que será, siempre, la ausencia de lo eterno.

  6. A quién debo decir esta pena de muerte

    A quién debo decir esta pena de muerte
    Que dentro me revuelve y ahí me arde
    Porque me enseñaste tan profundo amor
    Del cual nunca fui la dueña ni la destinataria
    Solo yo lo sufro y solo yo lo sé
    Nunca lo sabrás ni nunca lo supiste
    Por culpa de que yo tardé
    Marchitando mi belleza dejaste.

    Viaje a París

    No estás a mi lado
    No estás conmigo
    No estás con ninguna
    ¿Cómo lo sé yo?
    No estás como antes
    No estás en tu trabajo
    No estás en la discoteca
    ¿Cómo lo digo?
    No estás dentro de mí
    No estás obediente
    No estás tomando alcohol
    ¿Cómo sabes lo que hago?
    No estás tan mimoso
    No estás cariñoso
    No estoy engañada
    ¿Cómo lo afirmo yo?

    Dudas tengo

    Dudas tengo yo de mí
    Dudosa me dejas
    Me usas cuando quieres
    Me quieres cuando me necesitas
    ¿Qué hago con este amor
    Que supera los delitos?
    ¿Amor es verdadero?
    Machitaste mi belleza
    Deshonra me diste
    Y ahora te vas
    porque otra encontraste
    Volverás verás amor mio
    Pasarás por el mismo río
    Nunca me reiré de ti
    Siempre te esperaré
    Una y otra vez te abrazaré
    Para que experimentes en mí
    La felicidad oculta del dolor.

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